Capítulo 8: Fiebre del Deseo

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El día había comenzado como cualquier otro en la imponente mansión Jeon, pero Taehyung sentía algo diferente en su interior. Desde que se despertó, su cuerpo había estado reaccionando de manera extraña, su piel ardía con una intensidad inusual, y cada vez que el alfa se acercaba, el calor dentro de él se volvía casi insoportable. No podía entender qué le estaba pasando, pero sabía que no era normal.

A lo largo de la mañana, mientras Jungkook estaba ocupado con sus asuntos, Taehyung se encontró cada vez más inquieto, su mente revoloteando de un pensamiento a otro, pero siempre volviendo a la sensación que lo recorría desde las entrañas hasta la piel. Sentía sus mejillas constantemente encendidas, y su corazón latía tan rápido que temía que cualquiera pudiera escucharlo. Cada vez que el alfa pasaba cerca, su aroma se volvía más potente, más embriagador, y el omega se esforzaba por no dejar que sus piernas flaquearan.

Jungkook, por su parte, había notado esos cambios. No podía ignorar cómo el aroma natural de Taehyung había crecido en intensidad, volviéndose más dulce, más atrayente. Cada vez que respiraba cerca del omega, su instinto alfa le gritaba que lo tomara, que lo hiciera suyo de una vez por todas, pero había algo en la mirada inocente de Taehyung que lo mantenía a raya. Sabía que el omega no entendía lo que estaba pasando y que el momento de reclamarlo aún no había llegado. Sin embargo, esa contención era una tortura constante para Jungkook, que tenía que luchar con cada fibra de su ser para mantenerse en control.

Taehyung, intentando calmar la confusión en su interior, se refugió en su habitación. Cerró la puerta detrás de él y se dejó caer sobre la cama, sintiendo que el calor en su cuerpo crecía cada vez más, como si una fiebre lo consumiera desde adentro. Tomó un par de respiraciones profundas, tratando de relajarse, pero el malestar persistía. Era una sensación de urgencia, de necesidad, algo que nunca antes había experimentado. Apretó las sábanas con fuerza, buscando algún alivio en el frío del tejido, pero no sirvió de nada.

Mientras se recostaba sobre la cama, un extraño y desconcertante líquido comenzó a gotear de su entrada, empapando la tela de su ropa interior. El pánico lo invadió al instante; no sabía qué estaba sucediendo, pero la sensación lo asustaba profundamente. El calor que lo envolvía era insoportable, y las feromonas que desprendía se hicieron aún más intensas, llenando la habitación con su fragancia dulce y embriagadora.

Sin saber qué hacer, Taehyung comenzó a sollozar. El miedo y la confusión lo abrumaban, y solo quería que todo se detuviera. Sentía que su cuerpo lo estaba traicionando, actuando de formas que no podía controlar ni comprender. Cerró los ojos con fuerza, deseando que todo fuera un mal sueño del que pudiera despertar.

Pero sus deseos no serían escuchados. El aroma que Taehyung estaba liberando era demasiado fuerte para que Jungkook lo ignorara. En cuanto el alfa percibió esa dulzura en el aire, sus instintos se dispararon, y antes de que pudiera detenerse a pensar, ya estaba dirigiéndose a la habitación del omega. Cada paso que daba lo acercaba más a esa fuente de tentación, y aunque su mente trataba de mantener el control, su cuerpo actuaba por sí mismo, respondiendo al llamado primario de su naturaleza.

Cuando llegó a la puerta, la abrió sin pensarlo dos veces. La escena que encontró en el interior lo golpeó como una tormenta: Taehyung estaba acurrucado sobre la cama, sus sollozos llenando la habitación mientras las lágrimas rodaban por su rostro. La vista del omega en ese estado encendió algo dentro de Jungkook, un instinto protector mezclado con un deseo feroz. No necesitaba más señales para saber lo que estaba pasando; Taehyung estaba entrando en su ciclo de calor.

El alfa cerró la puerta tras de sí y se acercó a la cama, su mirada fija en el pequeño omega que aún no había notado su presencia. El dolor en el rostro de Taehyung lo afectó más de lo que esperaba, y por un momento, la idea de reclamarlo se vio eclipsada por la necesidad de aliviar su sufrimiento. Jungkook se arrodilló junto a la cama, su mano grande y cálida alcanzando el rostro de Taehyung para secar sus lágrimas.

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