Capítulo 16: Cautivo

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Taehyung despertó lentamente, su cabeza pesada y sus pensamientos confusos. Todo le parecía extraño, desde la suave textura de la cama bajo él hasta la tenue iluminación de la habitación en la que se encontraba. Parpadeó varias veces, intentando despejar la niebla que nublaba su mente, pero lo único que logró fue que el miedo comenzara a arraigarse en su pecho.

El lugar en el que estaba no se parecía en nada a la mansión Jeon, a la que había llegado a considerar su prisión y, a la vez, su refugio. Esta habitación era desconocida, con paredes de un gris apagado y un ambiente frío que le helaba la piel. El olor a cuero invadía sus sentidos, mezclándose con un toque sutil de perfume que no reconocía.

Su corazón comenzó a latir más rápido, y con ese pánico creciente, se giró lentamente hacia la fuente del sonido más cercano. Ahí, sentado en un sofá de cuero negro, estaba un alfa que Taehyung jamás había visto antes. La silueta del hombre era imponente, su mirada fija en el omega, como un depredador observando a su presa.

El alfa lo miraba con una mezcla de deseo y satisfacción, como si acabara de recibir un regalo inesperado. Sus ojos recorrían el cuerpo de Taehyung con una intensidad que hizo que el omega quisiera encogerse, desaparecer de su vista. El instinto de supervivencia comenzó a activarse en él, pero su cuerpo estaba demasiado débil, sus músculos aún adormecidos por el sedante.

—Finalmente despiertas —dijo el alfa, su voz profunda resonando en la habitación—. Debo admitir que Jeon tiene buen gusto.

El tono de su voz era casual, como si estuviera hablando de una pieza de arte y no de un ser humano. Taehyung sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal, su respiración volviéndose superficial mientras intentaba procesar la situación. Quería gritar, pero su garganta estaba seca, y el miedo lo paralizaba.

El alfa se levantó del sofá y se acercó a la cama, su presencia llenando el espacio de una manera asfixiante. Taehyung intentó retroceder, pero su cuerpo no respondía como quería, aún estaba demasiado débil para moverse con eficacia. El alfa lo observó con una sonrisa de satisfacción, disfrutando de la desesperación y el terror que veía en los ojos del omega.

—No hay necesidad de que te resistas, omega —dijo el alfa, su tono condescendiente—. Nadie vendrá a salvarte. Ahora eres mío.

Taehyung luchó contra las lágrimas que amenazaban con desbordarse, su mente en una espiral de desesperación. No podía entender cómo había terminado en esa situación, secuestrado por un desconocido y a merced de un alfa que claramente no tenía ninguna intención de dejarlo ir.

El alfa, con una calma escalofriante, comenzó a desabrochar la camisa de Taehyung, sus manos moviéndose con una precisión meticulosa. Taehyung intentó luchar, pero sus fuerzas seguían fallándole. Cada botón que se desabrochaba exponía más de su piel, y con cada centímetro que quedaba al descubierto, la sensación de vulnerabilidad y terror crecía en su interior.

—Por favor... no... —suplicó Taehyung con voz temblorosa, su desesperación evidente—. No me toques...

Sus palabras cayeron en oídos sordos. El alfa terminó de desnudarlo con una facilidad que solo intensificó el horror de la situación. Lo giró con fuerza, dejándolo boca abajo en la cama, su entrada expuesta de manera humillante. Taehyung se estremeció, su cuerpo temblando por la mezcla de miedo y la brutalidad del acto.

—Parece que Jeon ha estado disfrutando de ti —murmuró el alfa, su tono bajo y cargado de lujuria—. No me sorprende, con un omega tan precioso como tú.

Taehyung cerró los ojos con fuerza, tratando de bloquear la realidad, tratando de fingir que esto no estaba sucediendo. Pero cada segundo que pasaba, cada movimiento que hacía el alfa, lo mantenía en ese estado de agonía, su mente al borde del colapso.

El alfa lo giró de nuevo, esta vez obligándolo a mirarlo a los ojos. Su mirada era oscura, peligrosa, y Taehyung sintió el deseo de vomitar por la mezcla de humillación y desesperación que lo embargaba. Antes de que pudiera reaccionar, el alfa lo empujó hacia abajo, forzándolo a quedar de rodillas en la cama.

—Vas a hacer exactamente lo que te digo, omega —ordenó el alfa, su tono no dejando lugar a la desobediencia—. Y más te vale que lo hagas bien.

Con una fuerza brutal, el alfa presionó la cabeza de Taehyung hacia abajo, obligándolo a abrir la boca. Taehyung se resistió con todas sus fuerzas, pero el alfa era implacable, su mano manteniéndolo en su lugar mientras desabrochaba su pantalón. El omega sintió un odio creciente hacia sí mismo, hacia su impotencia, hacia la situación en la que se encontraba.

Finalmente, cuando el alfa lo forzó a tomarlo en su boca, Taehyung cerró los ojos con fuerza, dejando que las lágrimas cayeran libremente por sus mejillas. Su mente intentó desconectarse, intentó alejarse del dolor y la humillación, pero cada movimiento, cada jadeo del alfa, lo traía de vuelta a la realidad.

El tiempo pareció detenerse para Taehyung, cada segundo una eternidad de dolor y odio hacia sí mismo. No sabía cuánto tiempo pasó antes de que el alfa finalmente se detuviera, pero cuando lo hizo, Taehyung apenas pudo contener el impulso de vomitar. Su cuerpo temblaba incontrolablemente, su espíritu destrozado por la brutalidad de lo que acababa de ocurrir.

El alfa lo empujó hacia atrás con desprecio, observándolo desde arriba con una sonrisa de satisfacción.

—Sabía que podrías hacer lo que te dije —dijo, su voz cargada de arrogancia—. Quizás no seas tan inútil después de todo.

Taehyung no respondió, su cuerpo encogido en un intento de protegerse, sus ojos vacíos mientras se sumía en un dolor que no podía comprender completamente. No sabía qué sería de él, no sabía si alguna vez volvería a ser el mismo. Pero en ese momento, lo único que deseaba era que el dolor terminara, de una forma u otra.

El alfa lo dejó allí, abandonado en esa habitación desconocida, con el cuerpo y el alma marcados por una experiencia que no podría olvidar. Y mientras la puerta se cerraba detrás del alfa, Taehyung supo que, aunque su cuerpo seguía intacto, algo dentro de él había muerto para siempre.

Fuego EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora