Capítulo 9: Despertar en la Intimidad

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La luz del amanecer se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando con un resplandor cálido la habitación donde Taehyung yacía en la cama. Su cuerpo aún estaba acurrucado bajo las sábanas, mientras sus ojos, ligeramente abiertos, observaban el rostro sereno de Jungkook a su lado. El alfa dormía profundamente, su respiración era tranquila y rítmica, un contraste con los latidos acelerados del omega que revivía los recuerdos de la noche anterior.

Taehyung no podía evitar sonrojarse mientras las imágenes de la madrugada se arremolinaban en su mente. Recordaba cómo sus cuerpos se habían entrelazado en la penumbra, cómo Jungkook lo había tomado con una mezcla de urgencia y ternura que lo había dejado sin aliento. Cada toque, cada susurro aún vibraba en su piel, y la intensidad de esos momentos lo hacía sentir vulnerable. Nunca antes había experimentado algo tan íntimo, tan abrumador.

El omega, tratando de calmar su timidez, se obligó a apartar la mirada del rostro de Jungkook y fijarla en el techo. Pero incluso en la quietud de la mañana, su mente no encontraba reposo. El calor residual en su cuerpo y la sensación de las manos firmes de Jungkook sobre él aún lo mantenían en un estado de agitación interna. Sabía que debía levantarse, pero el peso de los recuerdos lo mantenía anclado en la cama, su corazón palpitando con una mezcla de miedo y anhelo.

Finalmente, Taehyung se movió, sus delicados dedos rozando suavemente el brazo de Jungkook, tratando de despertarlo sin romper la paz de la mañana. El alfa reaccionó lentamente, sus párpados temblando antes de abrirse por completo. Cuando sus ojos se encontraron con los de Taehyung, una suave sonrisa se formó en sus labios, como si la simple vista del omega a su lado fuera lo primero que quisiera ver al despertar.

—Buenos días—, murmuró Jungkook, su voz ronca por el sueño, pero cálida.

Taehyung sintió que su rostro se sonrojaba aún más al escuchar el tono íntimo en la voz de Jungkook. Bajó la mirada, jugando nerviosamente con los bordes de la sábana.

—Tengo... tengo hambre—, dijo en voz baja, su timidez evidente en cada palabra.

Jungkook dejó escapar una pequeña risa antes de estirarse sobre la cama, sus músculos flexionándose bajo la piel mientras se desperezaba. Aún sin abrir del todo los ojos, se acercó a Taehyung y lo rodeó con un brazo, atrayéndolo hacia él con una facilidad que hacía que el omega se sintiera aún más pequeño y protegido.

—Primero deberíamos ducharnos—, susurró Jungkook contra el cabello de Taehyung, dejando un suave beso en su frente. —Después de todo lo que hicimos anoche, es lo mejor.—

Taehyung se estremeció al escuchar esas palabras, y aunque una parte de él deseaba protestar, se encontró asintiendo lentamente. La sugerencia de Jungkook lo hizo sentir aún más consciente de lo que había sucedido, y una ola de vergüenza lo invadió, aunque también había un extraño consuelo en saber que Jungkook estaba a su lado, guiándolo en cada paso.

Jungkook, notando la vacilación en el omega, suavizó su expresión y lo levantó en brazos sin previo aviso. Taehyung dejó escapar un pequeño jadeo de sorpresa, pero no se resistió, permitiendo que el alfa lo llevara hacia el baño. El agua caliente comenzó a correr poco después, llenando la estancia con un suave vapor que envolvía sus cuerpos.

Bajo la ducha, Jungkook se encargó de lavar con delicadeza a Taehyung, sus manos moviéndose con una ternura que contrastaba con la pasión de la noche anterior. El agua tibia corría sobre ellos, arrastrando consigo cualquier rastro de los momentos intensos que habían compartido, pero dejando atrás una sensación de intimidad profunda. Taehyung cerró los ojos, permitiéndose disfrutar de ese cuidado, aunque su corazón seguía latiendo rápidamente.

Después de la ducha, se vistieron en silencio, aunque el ambiente entre ellos era cómodo, casi reconfortante. Taehyung se sentía extrañamente tranquilo ahora, como si el acto de estar juntos en la quietud de la mañana hubiera aliviado parte de su ansiedad. Jungkook, por su parte, parecía sumido en sus propios pensamientos mientras se aseguraba de que Taehyung estuviera bien antes de guiarlo hacia la cocina.

El desayuno fue sencillo, pero durante la comida, Jungkook tomó un pequeño frasco que había dejado a un lado. Con una expresión seria, sacó una píldora del interior y la colocó frente a Taehyung. El omega lo miró con curiosidad, pero la expresión de Jungkook dejó claro que no era una simple vitamina.

—Esto es para evitar errores—, explicó el alfa con calma, aunque había una firmeza en su voz que no admitía discusión. —No quiero que te preocupes por nada. Es solo para estar seguros.—

Las palabras de Jungkook cayeron sobre Taehyung como una manta fría. El omega bajó la mirada, sintiendo cómo el peso de esas palabras se asentaba sobre sus hombros. No había pensado en las posibles consecuencias de lo que había sucedido la noche anterior, pero ahora, la realidad lo golpeaba con fuerza. Había una tristeza sutil en sus ojos mientras tomaba la píldora, sintiendo que, de alguna manera, aquello marcaba una distancia entre ellos.

Jungkook notó la expresión de Taehyung, y aunque había esperado esa reacción, no pudo evitar sentir un nudo en el pecho. Sabía que su decisión había sido la correcta, pero también sabía que era difícil para el omega. Aún así, extendió una mano y la colocó suavemente sobre la de Taehyung, tratando de ofrecerle un poco de consuelo.

—No quiero que te preocupes por esto, Tae—, dijo en un tono más suave, intentando aliviar la tensión que había creado. —Es solo una precaución. No cambia nada de lo que pasó entre nosotros.—

Taehyung asintió lentamente, pero no pudo evitar sentir un peso en su corazón. Había algo en esa pequeña pastilla que le hacía sentir que, a pesar de todo lo que habían compartido, había una barrera invisible entre ellos. Jungkook podía sentirlo, y aunque quería decir más, se quedó en silencio, respetando el espacio que Taehyung necesitaba en ese momento.

El desayuno continuó en un silencio tranquilo, pero había algo en el aire que hacía que ambos se sintieran un poco más distantes, como si la realidad de lo que había sucedido comenzara a asentarse en ellos de manera más profunda. Sin embargo, en sus corazones, ambos sabían que lo que habían compartido era solo el comienzo de algo más grande, algo que, a pesar de los desafíos y las incertidumbres, no podía ser ignorado.

Fuego EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora