Eran las cinco menos cuarto de la madrugada, y todo estaba desordenado. Una botella de vino destapada medio llena en la mesa, dos copas vacías y una servida; los aperitivos que no se tocaron, las luces tenues... y un aroma a vainilla mezclado con sudor y pasión flota en el pequeño espacio de la habitación del hotel.
Él, un ser de sonrisa brillante y carismática observa el techo sin deseos de moverse un poco.
A su derecha, una melena borgoña cobriza cubre el rostro de la chica dueña de su corazón y causante de su deseo. Ella, con una silueta semi cubierta por la posición en la que se encuentra, descansa despreocupadamente sobre el chico.
— ¿Sabes? creo que debemos hacer esto más seguido — Dice ella.
—¿Te parece?— murmura en respuesta.
—No. Pero quería saber que opinas— contra ataca ella.
— Alba, mi amor... — Empieza él.
—No lo niegues, Seep — Interrumpe — Fue una buena elección.
— Lo sé...
Una mano acaricia ascendentemente la espalda de la chica. Sin importar la conversación que se desarrolla su finalidad es otra, sentir su piel.
Un cruce de miradas, y todo vuelve iniciar.
Él espera pacientemente mientras Alba es volteada lentamente, una sonrisa cómplice se refleja en ellos.
El valle entre la curvatura de sus pechos es besada con calma por unos labios que mueren por sentir su piel.
Recorrer cada centímetro de ella, deleitarse en la maravilla que es su suavidad.
Seep observa con calma, maravillado por la escena. Su novia se revuelve ante el toque de una mujer cuyo nombre no le importa, pues solo es un instrumento para una finalidad; cumplir con el sueño de ambos.
La castaña besa, acaricia y disfruta de la sensación de sentirla; a su vez, cumple con las expectativas de su anhelado sueño (disfrutar de una belleza en todo su esplendor)
«¿Qué más se puede pedir?» pensaba a mediada que descendía lentamente hasta el valle de la feminidad de Alba. Sin apartar la vista y continuando con caricias sutiles en la cintura y cadera.
Gemidos brotaron de sus labios, al principio leves y luego más fuertes.
La castaña besaba, lamía y devoraba el centro su placer con gusto, como si se tratara de su postre favorito; al inicio, con deleite y calma; luego con hambre y ferocidad.
Unos dedos curiosos se filtaron en el interior de Alba a medida que ella seguía ahí.
Seep, por su parte se inclina y besa la punta de su pezón erecto. Le gusta verla así, feliz y entregada a las sensaciones que una mujer causa en ella, su amor.
La entrega que tiene le causa morbo, llevándole a un estado de excitación perpetua. Más que desear a otra, la quiere a ella, Alba.
Entre toques sutiles, succiona con firmeza mientras su juguetona lengua colabora con la causa.
La castaña no cede en su empeño y pronto, Alba es llevada en una espiral directa al vacío... uno, al que cae con gusto en un grito/gemido que deja saber su disfrute.Placer, divino y dulce placer el verse involucrado en una situación así con ambas. Una, siendo el deleite de dos y la otra, gustosamente aceptando su ron en el proceso. Él, por su parte quiere disfrutar la experiencia sin más.
Seep desea más, no quedase en la superficie del juego. Por lo cual, al percatarse de la retirada de la castaña; se sitúa en posición y se introduce en Alba de una estampida con un único fin.
—Oh Dios...¡sí!
La temperatura subía, ambos bailando aquella danza ancestral sobre la cama. Besos y miradas, sin reserva se entregaron todo olvidando a la tercera persona en la habitación.
Sutilmente, Ella se acaricia mientras el acto de amor se desarrolla ante sus ojos, causando más excitación en el ambiente.
Fugazmente, su vista capta sobre la repisa junto al lecho el objeto plateado con decoración azul, uno que no ha podido tener protagonismo en la velada... hasta ahora.
— Corazón, quiero jugar un poco — Dice, al detener las caricias en la zona íntima de su ser y caminando hasta llegar al objetivo principal —. Quedamos que podía —recalca.
Alba lo ve, sonriendo a la chica mientras continúa levemente el movimiento pélvico.
Ambos reajustan sus cuerpos y la castaña procede a utilizar sus caricias en el cuerpo de Seep, manos y labios para realzar la situación.
Entre pequeños toques y lamidas cortas llega a la entrada del recto para devorarlo con calma antes que nada.
Un gruñido se escucha, entre Alba y sus movimientos pélvicos sutiles y la castaña con su afán de lubricar bien estaba al borde.
Pasado unos minutos, ella se detiene y siente la introducción lenta y segura en conjunto con su manos y el aliento en la parte baja de la espalda.
—Ahhh...—Lo siente en su interior y le gusta, no puede negarse a eso.
Alba elige ese momento para besarlo y así mismo cambiar de ubicación, volteando sus cuerpos. Ahora, ella lidera la situación.
La castaña observa y se acaricia.
Sudor y calor.
Gemidos y Gritos...
Todo continuo hasta que el vacío los alcanzo a todos y un sin final placentero los deja sin energía.
La chica se levanta con calma antes dirigirse al baño. En el camino, escucha las palabras susurradas de la pareja
—Te amo, es la mejor experiencia...
Una sonrisa se dibuja en ella antes de pensar para sí «Tambien ha sido la mía»
Mariángeles💖