Ella soltó la última lágrima que su corazón creo. Ya no le importaba nada, en sus pensamientos rondaba las veces que escuchó las palabras de quienes aseguraron amarla.—¿Por qué no puedes ser como tú hermana?
—¿Por qué no haces lo que tú prima?
—¿Cuándo te comportará como tu madre?
— Se que te jamás te verás como ella, pero al menos inténtalo.
— ¿Se puede saber cuántas veces debo decirte que no es suficiente, que debes hacer todo como tu hermana?
— ...
Y tantas otras...
Cada vez que luchó y entregó todo para ser suficiente de acuerdo a los parámetros de otros, jamás lo logró, ¿cuánto más podía aguantar?
No quería saber la respuesta, porque estaba segura que no le gustaría. Su alma se rompió por completo, no le ha quedado nada, no tenía nada que dar.
Sus acciones demostraron la entrega y el compromiso, pero ellos no lo vieron.
Cada palabra que dijo fue desechada, cual arena en saco sin fondo.
Allí acostada en su lecho, acurrucada luego de escuchar por última vez a otra persona más; uno de tantos que juraron alguna vez no hacerlo. Lo hizo, pero ésta ocasión es la ultima, pero ellos no lo sabrían.
¡Basta de ser el receptor de desprecio! ¿es que acaso no valía como ser humano?
«¡Despierta!» Se dijo.
«¡Ya no más!» Se repitió.
Esa voz en su cabeza le dijo que no se dejará vencen, que eso es lo que ellos quieren, vencerla por completo.
Por años toleró esa humillación, esa forma de denigrar sus habilidades. «¡Pero eso quedó atrás!» Repetía esa voz.
Su cuerpo, de manera casi mecánica se levantó, y le llevó de frente al espejo de la habitación.
Su reflejo le indicó que no podía volver a caer. Con el rostro bañado en lágrimas, los ojos rojos por el llanto, pronunció su propio juramento:
— A partir de hoy, nada ni nadie tendrá el poder de causarme daño. El que no me acepte como soy, será destereado de mi vida. ¡No más!
Ya no serás el Ángel...
Mariángeles💖