Capítulo 21: Feliz.

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Sonaban los pájaros y el ruido de algunos autos en la avenida, siendo ya de día. Julián estaba apenas despertándose, todavía con los ojos cerrados. Al moverse apenas unos centímetros hacia adelante, su nariz chocó contra algo. Sin abrir los ojos, se le formó una leve sonrisa al sentir ese perfume característico que ya conocía. Su nariz había chocado contra el cuello de Enzo, que dormía a su lado, mirando para el otro lado. 

El cordobés se acercó aún más después de ser inundado por ese aroma que le encantaba. Rodeó con uno de sus brazos el abdomen del moreno y pegó su cuerpo contra la espalda de él. Apenas habiendo abierto uno de sus ojos, empezó a darle besos sobre los tatuajes de su piel, iluminada por unos pocos rayos de sol que entraban por la ventana. 

El morocho, que parecía haberse despertado con el contacto del otro, rodeó con su brazo su cabeza, acariciándole el pelo mientras éste continuaba dándole besos en el cuello. Después de unos segundos, dejó las caricias, acomodándose para volver a dormir.

—Es re temprano Juli, déjame dormir un ratito más. —se quejó Enzo mientras entrelazaba sus dedos con la mano del otro, que estaba sobre su abdomen. 

Julián, que ya había logrado abrir los ojos, estiró su mano agarrar su celular del piso y mirar la hora.

—Son las doce del mediodía, Enzo, jajaja. —dijo riéndose, volviendo a pegarse al otro después de dejar su celular de nuevo en el piso. 

El morocho se giró, quedando de frente al cordobés, pero todavía con los ojos cerrados, empecinado con seguir durmiendo.

—Pero es domingooo. —se quejó el bonaerense, estirando la última vocal y escabulléndose debajo de la sábana, pegando su cabeza contra el pecho del otro. 

Julián seguía sonriendo por la escena que estaba viendo. Una de sus manos se posó sobre el abdomen del morocho, debajo de la sábana, pero esta vez con otra intención (no es la que ustedes creen).

En un intento de lograr que el otro deje de dormir, hizo cosquillas con sus dedos, haciendo que Enzo se ría y trate de sacar su mano para frenarlo.

El cordobés, ahora con una sonrisa de oreja a oreja, volvió a hacerle cosquillas pero ahora en su cuello. Pésima decisión.

Enzo salió de debajo de las sábanas, dispuesto a contraatacar en la guerra de cosquillas que había comenzado el otro. Julián se sobresaltó por el movimiento inesperado.

Las piernas del bonaerense se pusieron una a cada lado del torso del cordobés, tratando de mantenerlo su prisionero, que no se escape. Puso sus dos manos debajo de las axilas del de piel más clara, mientras lo miraba y se reía, viendo como éste trataba de apretar sus brazos para frenar las cosquillas.

—A mi no me vas a andar haciendo cosquillas eh, mirá que yo también sé hacer. —dijo el de ojos oscuros sonriendo, mientras continuaba con los movimientos en las axilas del otro.

Julián reía a carcajadas, sin poder zafarse del agarre del otro.

—¡Basta, ya entendí! —dijo el cordobés implorando piedad ante la tierna tortura del otro.

—Mmm… no sé si aprendiste todavía. A ver, decí que soy el más lindo de todos y paro. —dijo Enzo, poniendo condiciones para liberarlo.

—Sos el más lindo de todos .—dijo como pudo Julián, sin poder contener la risa.

—Y que me amás. —insistió el morocho, aún sin frenar las cosquillas.

Julián volvió a repetir esas palabras exactas, ya le caían lágrimas de los ojos, mientras imploraba piedad ante tal castigo.

Mis ganas de no quererte - JulienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora