04. Libreta

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El coche negro en el que se desplazaban se detuvo frente a la entrada principal, donde el personal del hotel rápidamente se apresuró a ayudarles con el equipaje.

Subieron a su suite en silencio, disfrutando de la serenidad que les ofrecía aquel rincón de lujo.

La habitación estaba decorada con elegancia, con grandes ventanales que permitían una vista impresionante de la ciudad de Los Ángeles. Mientras Haerin comenzaba a desempacar sus cosas.

John se acercó a uno de los ventanales y se quedó un momento contemplando el horizonte.

Su mente estaba ocupada con ideas para el álbum que iba a grabar, pero se permitió disfrutar de ese instante de paz.

—Este lugar es increíble—comentó Haerin, sacando su ropa y acomodándola en el amplio armario de la habitación.

John asintió, apartando la vista del paisaje y girándose hacia ella con una sonrisa.

—Sí, lo es—respondió él, acercándose para ayudarla con las maletas—. Necesitaba despejar mi mente, aunque bueno. Ya sabes, soy un hombre ocupado.

—Mereces unas vacaciones, John—se sintió rara cuando lo llamo así—. También es importante descansar, no solo trabajar.

—Ya quisiera yo poder descansar.

Una vez desempacaron y se sintieron más cómodos, decidieron bajar a cenar al restaurante del hotel. El ambiente era íntimo, con luces tenues y música suave de fondo.

Tomaron una mesa cerca de una ventana, desde la que se podía ver el cielo nocturno. Compartieron una cena tranquila, conversando sobre todo y nada, riendo y disfrutando de la compañía mutua.

Fue agradable.

Al terminar la cena, volvieron a la habitación, donde se quedaron un rato más conversando hasta que el cansancio comenzó a hacer mella en ambos.

Haerin era consiente que compartiría cama con John, se preparó mentalmente para ese suceso.

Antes de que John la pueda tomar de los hombros, ella se levantó y se dirigió al baño.

Se miró al espejo y comenzó a quitarse el maquillaje, ya había dormido con otros hombres anteriormente. Pero nunca durmió con su jefe.

Ni mucho menos con John Lennon.

Trago saliva y salió a buscar su pijama, John al verla sonrió calidamente. La pelinegra se desvistio y se coloco su ropa de dormir.

Era unos pantalones flojos de color blanco con corazones rosas y su remera blanca con un corazón rosa, pero grande.

Dejo su ropa en el cesto y volvió a la cama, John la esperaba con los brazos abiertos.

—¿Que? Acércate, no muerdo.

Haerin sonrió nerviosa y se acosto a su lado.

—Linda pijama—acarició su mejilla—. Buenas noches, cariño.

John le dio un beso en la mejilla y se puso cómodo.

♫⋆。♪ ₊˚♬ ゚.

A

la mañana siguiente, John se levantó temprano, ya que tenía una sesión de grabación programada en uno de los estudios más famosos de la ciudad. Mientras se preparaba, Haerin lo observaba desde la cama, con una pequeña sonrisa.

Cuando John estuvo listo, se acercó a ella, que se había sentado en la cama, todavía somnolienta.

—Saldré ahora, pero volveré—peino el cabello de su chica—. Tarde, pero volveré. 

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