Capítulo 36: El despertar

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Al día siguiente le revelamos todo lo que nos había contado Dafne a Alaric, aunque parecía muy cierto, no nos terminábamos de creer su historia, asique decidimos que el guardián debía hablar con ella para quitarnos las dudas.

Cuando Alaric llegó se encontró a Dafne, agotada, pero con una mirada llena de valor, le reveló lo que estaba sucediendo en Mystvale. "En la antigua ermita de la Sombra Roja... allí es donde Pletnius y Liam están ahora, intentando despertar los anillos oscuros."

Cuando Alaric nos lo contó, la noticia cayó como una piedra sobre nosotros. Sabíamos que, si Pletnius lograba despertar esos anillos, el poder de la Sombra Roja crecería de manera desmesurada, y nuestras posibilidades de detenerlos disminuirían aún más. Sin perder tiempo, recogimos nuestras cosas y nos dirigimos hacia la ermita, con la fórmula mágica que Alaric había preparado en mano. La misma fórmula que habíamos utilizado contra Dafne, la única que podría convertir a los vampiro-fantasma en humanos, debilitándolos lo suficiente para detener el ritual.

La ermita estaba situada en Mystvale en un área arcaica y oscura, rodeada de una neblina roja que parecía advertirnos de una muerte fatal. Las ruinas de la ermita se alzaban amenazantes frente a nosotros, y el aire estaba saturado de una energía que nos ponía los pelos de punta. Nos movimos con mesura, conscientes de que el tiempo era nuestro enemigo.

Al entrar en la sala principal, sentimos un vacío en nuestros corazones. Habíamos llegado demasiado tarde. Los anillos oscuros ya habían sido despertados. Los restos del rito estaban esparcidos por el suelo: velas negras apagadas, símbolos antiguos grabados en la piedra y, en el centro, un cuaderno de notas, abandonado en la prisa de su huida.

Lo recogí, mis manos temblaban al pasar las páginas llenas de anotaciones y diagramas complejos. Fue ahí donde descubrimos la manera de despertar nuestros anillos, aquellos que portábamos con la esperanza de que pudieran igualar el poder de los anillos oscuros. Sin embargo, el ritual que se describía no era sencillo. Era peligroso, tanto para los anillos como para nosotros mismos.

Mientras Cass y Jake estudiaban las notas, una sombra oscura parecía acercarse a nosotros. Un frío intenso recorrió el templo, anunciando la llegada de algo terrible. "La Sombra Roja...", murmuró Alaric con gravedad. Nos habíamos delatado al entrar, y ahora ellos sabían nuestros planes.

De repente, las puertas de la ermita se abrieron de golpe, y un viento huracanado arrasó la sala. La Sombra Roja ahora tenía nuevos poderes y había enviado una ofensiva. Criaturas oscuras y envueltas en sombras emergieron de la nada, atacándonos con furia. Nos defendimos como pudimos, pero la situación se volvió crítica cuando, en medio del barullo, Liam apareció.

Con el anillo plateado en su dedo, se movía como un espectro, atravesando objetos sólidos mientras se dirigía hacia Dafne, decidida a liberarla. "¡Liam, no lo hagas!" grité, tratando de alcanzarlo, pero era inútil. Su habilidad lo hacía inalcanzable.

Dafne, aún encadenada, miró a su hermano sabiendo que cometía un error. "¡Liam, por favor! ¡No lo entiendes! Estás en el lado equivocado de la historia. La Sombra Roja solo traerá destrucción."

Liam, con el rostro endurecido por la duda y el dolor, continuó desatándola. "No Dafne, te han lavado el cerebro, la sombra roja quiere devolverle al mundo lo que Eternal ha sido siempre, Mágica. No puedo abandonarla."

Pero justo cuando estaba a punto de liberarla por completo, Jake y yo logramos alcanzarlo. Con la fórmula en la mano, no dudé en lanzarla sobre Liam. El líquido chisporroteó al contacto con su piel, debilitándolo de inmediato. Mientras caía al suelo, incapaz de mantener su intangibilidad, aproveché el momento para quitarle el anillo plateado. Cass, que había terminado de matar a las criaturas oscuras, nos dijo que guardásemos bien el anillo, no sabíamos que poder tendría después de haber sido despertado.

Liam, atenuado y con el rostro lleno de una sensación de fracaso, no tenía más fuerzas para luchar. Con cuidado, nos aseguramos de retenerlo tanto a él como a Dafne, evitando que pudieran causar más daño. Sabíamos que, a pesar de sus acciones, todavía había esperanza de remediar su malicia, especialmente si lográbamos destrozar el control que tenía la Sombra Roja.

Cargando con los dos prisioneros, nos dirigimos a una fortaleza cercana que Alaric había encontrado. Era un lugar apartado, protegido por antiguas magias que aseguraban nuestra seguridad durante la noche. Alaric usó su magia para fortalecer las defensas, creando barreras invisibles alrededor del refugio que impedían cualquier intrusión.

Nos refugiamos en el interior, agotados pero aliviados de haber sobrevivido al ataque. Sabíamos que la batalla estaba lejos de terminar, y que el despertar de nuestros anillos era nuestra única esperanza. Pero por ahora, necesitábamos descansar y recuperar fuerzas.

EL BOSQUE DE MYSTVALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora