Capítulo 25: La hechicera

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"¿Quién es esa persona? ¿Podemos confiar en ella?" preguntó Cass mirando con miedo a Alaric.

Alaric asintió lentamente. "Se trata de Elara, la hechicera del Conocimiento Oculto. Era la mano derecha de los guardianes, nos ayudaba con todos los problemas que este mundo nos causaba. Vive en una región apartada del valle y ha estado estudiando estos hechizos desde hace siglos. Si alguien puede ayudarnos a restaurar el libro, es ella."

"Entonces, ¿cómo la encontramos?" pregunté, sintiendo una nueva urgencia por recuperar la información del libro.

"Os llevaré hasta ella," dijo Alaric. "Pero primero, necesitaremos prepararnos adecuadamente. El camino hacia su choza no es fácil y está lleno de peligros. Debemos estar listos para cualquier eventualidad."

Alaric nos reunió frente a la cabaña y nos entregó un mapa detallado del valle. "Este mapa nos guiará hasta Elara" explicó. "También necesitaremos recolectar los ingredientes místicos que ella necesitará para realizar el ritual de restauración del libro."

El primer ingrediente era el "Polvo de Estrellas", un material raro que solo podía encontrarse en las colinas de Astara, un lugar conocido por sus terrenos inestables y criaturas hostiles. Emprendimos nuestro camino con Alaric liderando el grupo. Cass, Jake y yo seguíamos de cerca, atentos a cualquier señal de peligro.

El camino hacia las colinas de Astara estaba lleno de maleza y árboles antiguos que parecían cobrar vida con cada paso que dábamos. De repente, un rugido ensordecedor rompió el silencio. Una bestia gigantesca, con ojos llameantes y garras afiladas, emergió de entre los arbustos.

"¡Aguantaos!" gritó Alaric, desenvainando su espada con destreza. La criatura atacó con furia, pero Alaric era rápido y ágil a pesar de su avanzada edad, esquivando sus golpes y contraatacando con precisión. Cass y Jake se unieron a la lucha, utilizando sus habilidades mágicas y su espada para debilitar a la bestia. Yo, por mi parte, invoqué un escudo de luz alrededor de nosotros, evitando que la criatura nos hiriera.

Tras una intensa batalla, la bestia cayó al suelo, derrotada. Respiramos aliviados y continuamos nuestro camino. Al llegar a las colinas de Astara, encontramos un oasis brillante donde el Polvo de Estrellas se acumulaba en pequeños montículos. Recogimos cuidadosamente el polvo en frascos, asegurándonos de no desperdiciar ni una pizca.

El siguiente ingrediente era la "Flor de la Luna", una planta extremadamente rara que solo florecía en el claro de la Luna de los Susurros. Este claro estaba custodiado por espectros guardianes, almas perdidas que vagaban de un lado para otro, protegiendo y custodiando aquella flor con sus vidas ya perdidas. Llegamos al claro al anochecer, cuando la luna llena iluminaba el cielo con su resplandor plateado.

Los espectros guardianes nos rodearon tan pronto como nos adentramos en el claro. Alaric levantó las manos en señal de paz y comenzó a recitar un antiguo cántico en una lengua olvidada. Los espectros se calmaron, sus figuras estaban titilando a la luz de la luna. Nos permitieron acercarnos a la Flor de la Luna, que brillaba con una luz suave y mágica. Recogimos varias flores con sumo cuidado, agradeciendo silenciosamente a los espectros por su permisividad.

El último ingrediente que necesitábamos era el "Corazón de Cristal", una gema oculta en las profundidades del Lago Sagrado. Este lago estaba infestado de sirenas encantadoras, seres peligrosos que utilizaban sus encantos para atraer a los desprevenidos hacia su perdición. Al llegar al lago, nos cubrimos los oídos con un par de piedras que se posaban en la orilla del lago para evitar caer bajo el hechizo de las sirenas.

Sumergirnos en el lago fue una tarea ardua. La presión del agua y la oscuridad lo hacían todo más difícil. Sin embargo, seguimos nadando, guiados por la tenue luz que tenía el Corazón de Cristal. Alaric logró desenterrarlo del fondo del lago y regresamos a la superficie con el corazón latiendo débilmente en sus manos.

Con todos los ingredientes en nuestro poder, nos dirigimos hacia la choza de Elara. El camino se volvió cada vez más traicionero. El suelo era resbaladizo y las plantas parecían querer atraparnos. En un tramo especialmente peligroso, el suelo bajo los pies de Cass cedió de repente, dejándola, colgando sobre un abismo profundo.

"¡Cassie!" gritó Jake, lanzándose hacia ella sin pensarlo. En un movimiento rápido y decidido, logró agarrarla de la muñeca justo cuando estaba a punto de caer. La sujetó con todas sus fuerzas mientras sus músculos se tensaban bajo el esfuerzo.

"¡No te sueltes, Cass! ¡Te tengo!" gritó Jake, con el sudor corriendo por su frente.

Cass, jadeando y claramente asustada, miró a Jake con una mezcla de sorpresa y gratitud. Jake tiró de ella con todas sus fuerzas, ayudado por Alaric y por mí, hasta que finalmente la pusimos a salvo.

Una vez a salvo, Cass se sentó, respirando profundamente para calmarse. Jake se sentó a su lado, visiblemente agotado. "¿Estás bien?" le preguntó con preocupación.

Cassie asintió, con lágrimas en los ojos. "Sí, gracias a ti," dijo, temblando. Luego, tomó una respiración profunda y añadió, "Jake, lo siento por haber sido tan dura contigo. Sé que has estado tratando de disculparte, y.... esto demuestra que realmente te importa."

Jake sonrió, aliviado. "No tienes que disculparte, Cass. Entiendo por qué estabas molesta. Pero me alegra que podamos dejar eso atrás y seguir adelante juntos."

Cass asintió, tomando la mano de Jake y dándole un leve beso en los labios, confirmando así el amor que había entre ellos dos, sellando su reconciliación. "Sí, sigamos adelante juntos."

Finalmente, llegamos a una pequeña choza construida con piedras antiguas y cubiertas de musgo. De la chimenea salía un humo acogedor que llenaba el aire con un aroma de hierbas frescas y especias.

Elara nos recibió en la puerta. Era una anciana de apariencia frágil, con ojos llenos de sabiduría y una sonrisa tierna. "Bienvenidos, jóvenes guardianes" dijo con una voz cálida. "He estado observándoos desde que Ingrid me pidió ayuda para protegeros."

"¿Ingrid?" Dijo Jake.

"¿Mi abuela ha estado aquí?" dijo Cass. "¿Como es que ella sabía que esto existía?"

"Cassie cariño, tu abuela era la hija de Kharon el guardián con mayor poder de Eternal" respondió Elara.

"¿Entonces mi abuela estuvo aquí alguna vez?" preguntó Cass sorprendida.

"Claro que sí, y me pidió que protegiera a su nieta evitando que la sombra roja la aprisionase" respondió.

Nos invitó a entrar y nos acomodamos en su acogedora sala de estar. Elara examinó los ingredientes que habíamos recolectado y asintió con aprobación. "Habéis hecho un buen trabajo," dijo. "Estos ingredientes son perfectos para el ritual. Así que, comencemos."

Nos indicó que formáramos un círculo alrededor de una mesa en el centro de la sala. Colocó el libro de hechizos en el centro y comenzó a mezclar los ingredientes en un caldero, murmurando palabras antiguas mientras lo hacía. El aire se llenó de una energía vibrante, y las páginas del libro comenzaron a brillar.

"Elara, ¿cómo sabemos que el ritual funcionará?" preguntó Cass con preocupación.

La hechicera nos miró con una calma inquebrantable. "La magia es un equilibrio delicado," explicó. "Si los ingredientes son puros y la intención es verdadera, el hechizo funcionará. Debéis tener fe."

Con esas palabras, Elara vertió el contenido del caldero sobre el libro y una luz cegadora llenó la habitación. Las páginas del libro empezaron a llenarse de texto y diagramas complejos. Cuando la luz se desvaneció, el libro había sido restaurado.

"Lo hemos logrado" dijo Jake, con una mezcla de alivio y asombro.

Elara sonrió y asintió. "Sí, pero el viaje no ha terminado. Debéis usar el conocimiento de este libro con sabiduría y cautela. La sombra roja no descansará hasta que consiga lo que desea."

"Gracias, Elara," dije, sintiendo una profunda gratitud. "No podríamos haberlo hecho sin tu ayuda."

"Id con cuidado, jóvenes guardianes," respondió Elara. "La batalla que os espera será dura, pero estoy segura de que, con valentía y unidad, podréis triunfar."

Con el libro restaurado, nos despedimos de Elara y emprendimos el viaje de regreso a la cabaña de Alaric.

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