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Angelina.

Me trajo una hierba y se fue, jamás pensé que fuera tan atento, siempre lo he visto de una manera muy poco sería, siempre hemos convivido para hacernos la vida imposible.

Pero verlo así, tan serio y atento.

Es algo totalmente nuevo para mí.

Me levanto de la cama, el dolor ha Sido más leve desde que me tomé lo que me preparo.

Abro la puerta y decido recorrer, no me importa el dolor, lo que me importa ahora es que tengo que irme, a pesar de lo que me dijo, sé que tengo que irme. No estoy segura.

Camino por la casa, esperando encontrar una salida factible. Pero solo encuentro habitaciones.

—Jódeme.—Lo escucho murmurar.

Su voz es ronca, demasiado ronca de hecho.

—Deja de estar en el maldito celular y hazme caso.—Escucho una voz femenina.

—Te dije quien ocupa mi mente y mi tiempo ahora mismo, no te necesito, no te deseo, ya no más, dejaste de trabajar para mí hace mucho tiempo. Además te dije que te iba a escuchar, no a responder.—Habla Dante con voz dura.

—Pero yo era tu favorita.—La mujer se queja.

—Vete.—Dice secamente.

—Vamos... Sabes que podría...

—Me interesa ella, no tú. Y por favor vete antes de que ella te encuentre aquí.

—No me iré.—Dice.

—Oh... Claro que lo harás.—Escucho como saca algo.—A la cuenta de tres voy a disparar.

—N-no serás capaz.—Susurra.—¡TODO POR ELLA!

—En la mafia un hombre que no respeta a su mujer, es por qué no tiene lealtad, y sin eso no se vive acá.—Dice rotundamente.—Uno...

—¡Bien! Me voy, pero guarda eso por favor.

Hay unos momentos de silencio y la puerta de la habitación se abre. Dejando ver cómo una hermosa mujer sale con lágrimas en los ojos.

Me siento mal por ella.

Dante es un idiota. Un completo idiota.

Ella se detiene y me mira, pero no veo odio en sus ojos, solo tristeza. Levanta la comisura de su boca dedicándome una leve sonrisa que no es maliciosa, es como de cordialidad.

—¿Estás bien?—Pregunto preocupada.

Este idiota intentó matarme, no me sorprende que quiera hacerle algo malo a ella...

—Si, lo siento por el alboroto solo es...

—Amanda. Vete ahora mismo.

—No la dejaste terminar de hablar.—Reclamo.

—No tiene derecho de hablar en mi casa.—Le dedica una mirada fría y ella se va.

—Eres un completo idiota.

—Y tu una maldita entrometida. ¿Te di permiso de salir de tu habitación?—Pregunta enojado.—¿Y si hubiese estado con algún enemigo? ¿Y si te hubiese hecho daño?

—No es para tanto...

—Lo es cuando estás a mi lado, cuando estás expuesta a los enemigos constantemente y cuando eres la puta princesa de la mafia. Todo es un peligro aquí, Angelina.

—Eso lo podemos arreglar. Déjame por mi cuenta y así no te tengo fastidiando mi vida y no me tendrás irrumpiendo tu privacidad.

—Si sales de mi cuidado moriras.

—Eso no lo sabes.

—Si lo sé. Hay muchos que te quieren, viva o muerta, les da lo mismo. Y harán lo que sea para tenerte.

—Hijos de puta... ¿Por qué vienen por mí? Nunca les he hecho nada. Y no soy importante para mí padre. ¡Él no me quiere!

—Angelina.

—Yo solo quiero vivir una vida tranquila, conocer al amor de mi vida, casarme, tener hijos, una casa en el campo. Algo simple... ¿Es mucho pedir?

—Lo es.—parece molesto.—Jamás conocerás a ningún otro hombre, no habrá niños y definitivamente nada de casas en el campo, salte de esa fantasía y vuelve aquí. Empieza a soñar con cosas a tu alcance. O resígnate. Me da lo mismo.

—¿Por qué?—Pregunto harta de todo.

—Porque soy el único hombre con el que tendrás contacto, de aquí hasta que muera alguno de los dos.—Escupe.—No es agradable para mí todo esto. Pero es lo que nos conviene.

—Prefiero que me atrapé otra persona, al menos así estaré cerca de conocer el romance antes de morir.—Digo sonando patética, pero realmente sería la única opción para salir de esto.

Tal vez si logro hacer que me atrapen, alguien se enamore de mí como en las películas y libros...

Es lo único que me queda.

—Jamás dejaré que te tengan.—Dice de manera escalofriante.—Acostúmbrate a estar a mi lado, te lo recomiendo.

InfernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora