Capítulo 2

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Monique, miró a Mark, y luego a Jackson, captando al vuelo lo que ocurría allí. Sonrió divertida.

—Nos vemos, Jackson. —dijo saliendo al rellano.

El castaño pasó su mirada de los ojos color oscuros e intenso del rubio, a los de color ámbar de la chica, dándose cuenta de su presencia por primera vez.

—Gracias por la bata de baño. —continuó la chica alejándose. —Te lo devolveré la próxima vez. —la chica agarró con sus manos la bata de baño, la apretó junto a sus mejillas, y sonrió antes de cruzar la esquina del largo pasillo.

Mark siguió con la vista sus andares sinuosos y apretó los dientes, disgustado con solo verla. Cuando la perdió de vista se giró hacia Jackson. El rubio levantó ambas manos en gesto conciliador.

—No pienses cosas raras... solo estaba... —comenzó Jackson a excusarse.

—¿Puedo pasar? —le cortó Mark, sin ningún rastro de enfado en su expresión. —Quiero ver tu casa de una vez.

Jackson se quedó aún clavado en el marco de la puerta.

—Sí, claro. —se apresuró a decir apartándose para que el castaño pudiera pasar.

Mark entró, y por primera vez, Jackson se fijó en que llevaba una caja entre las manos. La dejó junto a la puerta y paseó su mirada por el nuevo piso de su novio. Aquel lugar tenía el nombre de Jackson grabado por cada esquina. Todo eran colores clásicos, cada cosa estaba en su sitio, impecable. Los muebles serían todos de grandes marcas, al igual que cada objeto electrónico, que serían de último modelo.

—Vaya... —dijo Mark sin poder evitar estar impresionado. ¿En qué momento se habían convertido en dos adultos independientes? Mark silbó pasando su mano por el lujoso sofá. —Tu padre no ha escatimado en gastos por lo que veo.

Jackson frunció el ceño ante el primer comentario que soltaba el castaño sobre su piso.

—¿Tenían todos que mencionar a mi padre cada vez que entran? —inquirió molesto. Mark esbozó una pequeña sonrisa.

—Jackson, no puedes ignorar el hecho de que eres un niño de papá. —dijo a sabiendas de lo que le molestaba al rubio que le llamara así.

—¡No soy un...! —comenzó a decir, pero el castaño no le dejó acabar.

—Por cierto, Corgi, ¿a quién te refieres con todos? —inquirió Mark de pronto sentándose en el sofá, con una mirada sagaz. —A parte de la morena envuelta con tu bata de baño.

El rubio se tensó, sabía que Mark no iba a dejar pasar el asunto así como así.

—Mi hermana ha estado aquí esta tarde. Pero es la única. —se apresuró a asegurarle, y se dispuso a usar la baza romántica en el asunto. Se sentó junto a Mark y apoyó su mano en el muslo del castaño. —Quería que fueras el primero en verlo... —dijo con una mirada dulce y una sonrisa encantadora.

Los hombros de Mark se relajaron un poco al escuchar aquellas palabras.

—Bueno, el segundo tampoco está mal... —dijo recostándose en el respaldo del mullido del sofá. Jackson sonrió al ver que había funcionado. —¿O debería decir el tercero? —inquirió Mark enarcando una ceja.

Jackson resopló.

—Deja de tirármelas... —le dijo enfadado y levantándose de golpe del sofá. —Es mi vecina, ha tenido un problema con la cerradura y...

—Está bien, está bien. No te he pedido explicaciones. —dijo el castaño con una risa relajada. En realidad, no estaba celoso por aquella chica de curvas sensuales, porque sabía muy bien que al rubio las curvas y las morenas le daban totalmente igual, ya que prefería los músculos y los castaños. Solo quería molestarlo un poco. Mark paseó de nuevo su mirada por el piso. —El piso es increíble... pero no sé si sabrás arreglártelas solo... —apuntó de pronto.

Sólo tres deseos - 爱 // MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora