Epílogo

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El balón se puso en juego. El quarterback agarró la pelota y dio un par de pasos hacia atrás. Visualizó el campo. Habían estudiado aquellas posiciones. Wyler debía estar en el borde derecho solo, mientras que Sellman estaba al otro lado fingiendo ser el que iba a interceptar el pase.

Debía fingir lanzar a Sellman y cambiar al último momento el movimiento hacia Morgan. Estaba tan concentrado en generar ese disimulo que no se dio cuenta de que sus defensas habían sido derribados. Alguien se había lanzado contra él con fuerza y lo había tirado al suelo. El balón ya no estaba en sus manos. Ni siquiera había conseguido levantarse cuando escuchó vitorear al otro equipo. Cuando por fin se puso en pie vio a Meyers, Callaghan y los demás abrazarse. Se pasó la mano por el cabello rubio en un gesto de irritación. El entrenador lo iba a matar.

—¡Tyler! —le escuchó gritar desde fuera del campo. —¿En qué narices andas pensando?

Tyler se giró para mirar a su entrenador, Jackson Wang. A veces le daba la sensación de que daba igual si lo hiciera bien o lo hiciera mal, nunca era suficiente. Resopló y se volvió a girar sin contestarle, posiblemente eso le molestaría más, pero le daba lo mismo.

—¡Vamos a repetir la jugada! ¡Vuelvan a sus posiciones! —gritó Jackson a los niños.

Tyler volvió a agarrar el balón cuando el entrenador dio la señal. Aquella vez no dudó, agarró el balón con fuerza y se la lanzó a Morgan. Morgan y sus manazas agarraron el balón sin problemas.

—¡Morgan, no te quedes parado! —gritó Jackson.

Morgsn echó a correr, y cuando tuvo a dos encima, cedió el balón a Green en un pase lateral. Llegó con velocidad hacia la zona de marcaje. Tyler pegó un salto cuando lograron el touchdown. Miró inmediatamente a su entrenador, que los miraba serio y se limitó a asentir antes de tocar su silbato.

—¡Muy bien, vengan aquí! —les gritó.

El equipo se acercó a su entrenador y lo miraron atentos.

—No han estado mal, pero deben ejecutar con mejor precisión las jugadas. —los reprendió a todos antes de mirar a Tyler. —Sobre todo tú Tyler, que eres el capitán. No puedes quedarte pasmado en medio de la jugada.

Tyler iba a replicar algo, sin embargo, el entrenador habló antes.

—Eso es todo por hoy. Recojan sus cosas, nos vemos el lunes. —dijo con seriedad.

Todos se apresuraron a cumplir su orden, menos Tyler, que se quedó allí parado ante su entrenador. Jackson hizo desaparecer su rostro serio entonces, dedicando una sonrisa al niño.

—Has estado bien en la última jugada, sigue así y te convertirás en un gran quarterback. —dijo.

Tyler frunció el ceño y se acercó a su mochila para llevársela al hombro.

—¿Por qué no has dicho eso delante de los demás? —inquirió entonces, pero ya no estaba enfadado, al menos no demasiado.

—Porque cuando estás con el equipo soy tu entrenador, no tu tío. —le explicó Jackson.

Sí, el entrenador era su tío. En otras circunstancias, los demás chicos de su colegio pensarían que tenía un trato especial al ser familiar del entrenador, sin embargo, los niños no lo envidiaban para nada. Jackson siempre era más duro con Tyler por esa misma razón. Aunque no ocurría lo mismo con las chicas. Las hermanas de sus amigos, no solo las de su edad, también las mayores de quince y dieciséis años, acudían a los entrenamientos de sus hermanos pequeños para ver al entrenador Wang. Incluso Tyler, que no contaba ni con diez años, pudo darse cuenta de que incluso las madres de sus amigos y compañeros de equipo babeaban por su tío.

Sólo tres deseos - 爱 // MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora