Capítulo 7

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La llamada nunca llegó. Ni una semana después. Ni dos semanas después. Tampoco a las tres semanas. Y pasó un mes, y en ese momento agarró el móvil. Si no lo hacía Jackson debía hacerlo él. Pero no marcó su teléfono. ¿Si Jackson había podido pasar un mes sin él, significaba que había sido en serio? Mark estaba muriendo en vida cada día que pasaba, cada hora... cada segundo. No estaba al cien por cien en los conciertos.

Hacía lo que podía, pero su estado de ánimo era tan bajo, que podría catalogarse como bajo cero. Ni las más bellas ciudades de Europa lo animaron, ni los fans, ni sus amigos, ni la música... Pasaba su tiempo libre encerrado en la habitación. Ponía música a alto volumen y se metía en las sábanas. Sus amigos se estaban volviendo locos. Aquello no era vida. Ahora sí que detestaban a aquel rubio pretencioso que estaba haciendo la vida imposible a su amigo. Le estaba jodiendo la existencia, y ellos no podían hacer nada.

En aquel primer periodo, Mark no hablaba del tema. Chris lo llamó en varias ocasiones, pero éste jamás respondía. Solo quería una llamada, una que nunca llegaba.

No sonrió en todo el mes, ni siquiera cuando pudo salir de aquella habitación del hospital. Lo peor: Chris y Yifei. No ayudaban, lo único que decían una y otra vez que arreglara las cosas con Mark. No lo entendían. No entendían que Mark lo odiaba. Que tenía que pasar página. Jackson no era tonto, sabía que jamás podría olvidar a Mark, pero podría conseguir que no le doliera. Encontrar su camino lejos de él. Le estaba costando la vida.

Se levantaba y lo único que tenía era ganas de llorar. El día no mejoraba, pues extrañamente sentía que se le habían desvanecido las razones para vivir. Lo peor eran las noches, que volvía a llorar incontrolablemente. Pensaba que en un mes habría mejorado la cosa, pero no fue así. No quería escuchar hablar de él. Solo con oír su nombre, su pecho se rompía, y el dolor le consumía. Discutió con Chris, pero más aún lo hizo con Yifei.

—Si no dejas de mencionarlo, tendré que sacarte a ti de mi vida también. —dijo Jackson entonces.

Y Yifei supo con su mirada que hablaba totalmente en serio.

Jackson no quería saber nada de Mark. Le había pedido que se llevará al cachorro antes de que él llegara. Sin embargo, no lo hizo. Cuando Jackson abrió la puerta, lo encontró allí. Apretó los dientes con rabia. NO, NO, NO. Tenía que marcharse. No podría soportar tener ese constante recuerdo de Mark en casa. Por suerte, Jaebeom si había quitado todos los marcos de fotos que tenía con Mark. Solo le faltaba deshacerse de aquella bola de pelo.

Fue con las muletas a la habitación que hacía un mes que no pisaba. El perro estaba allí. Agitó su rabito cuando vio a su dueño. Lo miró con rabia. Se acercó a él para agarrarlo y sacarlo de allí, pero se paró en seco. Una punzada de dolor le atravesó el pecho al ver su collar. Tragó saliva y se enderezó. Lo agarró con una mano y lo sacó de su cama. Agarró una caja de la parte superior de su armario y fue hasta la cocina. Metió el saco de alimentos, su cesto, la correa... No quería saber nada de aquel animal. Demasiado doloroso, demasiado triste para verlo un día más.

Nike correteaba junto a él sin ninguna sospecha de las intenciones de Jackson. Se acercó a la nevera, el tazón de su comida estaba junto a ésta. Se agachó como pudo para agarrarlo y dejarlo en la caja.

Cuando se incorporó, reconoció su letra. En el blog de notas que había pegado a la lisa nevera podía reconocer perfectamente la letra de Mark. Redonda, ni muy pequeña ni muy grande y recta. No tenía nada que ver con la suya, cursiva, de trazos alargados y puntiagudos. Como hipnotizado, pasó sus dedos sobre aquel papel. Apretó los labios. Su mente le decía que no leyera, pero era inevitable.

Querido Genio, dijiste que me concederías tres deseos. Fuesen lo que fuesen. Aquí están:

1. Compra Coca cola, estoy harto de que en tu casa solo haya zumo de naranja. Cuando estoy aquí necesito beber algo que no sea esa estúpida fruta exprimida. Incluso me vale Pepsi. ¡Pero cómprala, por dios!

Sólo tres deseos - 爱 // MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora