13. Entrenamiento

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Harry estaba sentado en el suelo de frente a la celda de Neville, Draco después de una pequeña discusión se había quedado a regañadientes en la habitación. No hablaban, Neville mirando al techo fingía ignorarlo, el frio de las mazmorras se les había impregnado en los huesos a ambos y el sonido de las olas a lo lejos así como el de los goteos los acompañaba en su silencio. Harry se había prometido que seguiría insistiendo hasta que Neville le respondiera, aunque no sabía porque su aprobación era tan importante para él, en ciertos momentos del día en los que podía cavilar, se lo preguntaba a veces, en algunas ocasiones casi estuvo seguro de comprenderlo, pero cuando lo tenía en la punta de los dedos lo dejaba irse y se enfocaba en temas que le perturbaran menos, sentía miedo de lo que ese conocimiento le hiciera aprender sobre sí mismo.

Días atrás le había contado todo: las razones que tenía para estar ahí, como Dumbledore lo manipulaba, le conto sobre Ginny, como la extrañaba y como queria vengar su muerte. Solo ante la mención de ella Neville había reaccionado un poco pero no había dicho nada. Así que Harry seguía visitándolo cada noche, sabía que los otros mortifagos lo habían olvidado, solo un elfo le llevaba comida una vez al día y aseaba su celda. Siguiendo la lógica de Harry de que debían mantenerlo lo suficientemente vivo hasta que el Señor Tenebroso regresara, le habían bajado un catre y una manta. Aun así se veía desmejorado, en su rostro antes regordeto ahora se marcaban los huesos de los pómulos, la sombra de la barba adornaba sus mejillas y sus ojeras parecían medias lunas oscuras.

Después de una hora más o menos Harry por fin se levantó y seco las partes de la ropa que notaba húmedas con la varita.

—No sé si pueda volver mañana —dijo a modo de despedida, dando unos pasos hacia la escalera.

—¿Por qué te molestas? —pregunto Neville —. No me interesa nada de lo que tengas que decirme y estoy seguro de que a ti tampoco te interesa lo que yo pueda contarte. O ¿te ha enviado tu amo a sacarme información?

Harry se detuvo y dio media vuelta, Neville se había levantado tambien, acercándose en silencio a las rejas aunque sin tocarlas ya que al sentir la proximidad estas se habían activado, se podrá notar en la ligera vibración que tenían si enfocabas la vista en ellas.

—Nadie me ha enviado te lo aseguro, y yo tampoco sé porque quiero que me entiendas. Solo piénsalo ¿quieres? —le contesto Harry —. Buscare la manera con Draco de sacarte de aquí, solo aguanta un poco más.

—Ese hombre... —dijo Neville antes de que Harry siguiera su camino —Es un Lestrange ¿verdad?

Harry asintió levemente y salió de la mazmorra.

Tal como pensó, Draco lo esperaba sentado en su pequeña sala, en una mano tenía uno de los libros que les había dejado Rabastan para que aprendieran las bases de los hechizos que empezarían a practicar a partir del día siguiente, mientras que con la otra tomaba notas en un pequeño cuaderno forrado de piel negra. Harry sonrió para sí, le recordaba a Hermione, mientras él solo le había dado una hojeada rápida al montón de libros esperando que su instinto le ayudara con lo demás, Draco de verdad se lo había tomado en serio. El fuego estaba encendido y Harry se acercó a él agradecido, siempre pensó que las playas debían ser cálidas pero justo aquella isla parecía ser la más fría y lluviosa del Atlántico, aunque estaba seguro de que se debía a la magia oscura y los dementores que la rodeaban.

Draco levanto la vista solo hasta que estuvo a su altura.

—¿Lograste algo yendo solo? —preguntó Draco con desdén.

—No, en realidad. Me pregunto por Rabastan.

Draco hizo una mueca y se levanto para acercarle una taza de té. Harry aparto los libros que Draco había descartado de una butaca y se sentó. Draco hizo lo mismo sorbiendo de su taza, a Harry le pareció oler whiskey y lo confirmo cuando dio el primer sorbo y una sensación cálida recorrió su cuerpo, hubiera preferido su té con leche pero debía admitir que el calor que le provocaba el alcohol era reconfortante.

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