14. Venganza

124 14 0
                                    

Ser Neville Longbotton nunca fue particularmente fácil. La clase de dolor con el que crecía un niño sin padres era algo inexplicable, aún si se tenía la fortuna de tener una abuela tan amorosa como él.

Su pena, sin embargo, era distinta a la de Harry, no más grande ni más pequeño solo distinta, sus padres estaban vivos pero tan incapacitados que ni siquiera podían reconocerlo, su abuela le repetía lo valientes y fuertes que habían sido, pero el solo podía ver su actual fragilidad.

Una idea obsesiva lo perseguía, desde que confirmo que había magia en su sangre, debía vengar a sus padres y demostrarles a todos que era tan valiente como le habían dicho que ellos eran.

Cuando los hermanos Carrow bajaron a los calabozos, Neville a penas si les había prestado atención, los mortifagos no solían bajar después de aquella noche cuando mato al muchacho, pero los sirvientes muggles si lo hacían con regularidad, principalmente para mantenerlo tan limpio y aseado como las celdas lo permitian, una orden de Harry según había oído. Espero a que se acercarán lo suficiente y le susurraran lo que querían.

—Vaya, vaya, vaya —dijo la mujer, acercándose a la celda pero sin tocarla, como los demás había escuchado rumores de la ferocidad de su prisionero. No había otros estudiantes aparte de Harry y Draco que les dijeran lo inútil se solía ser en clases, al menos antes de quinto —. Los rumores eran ciertos, tenemos a un asiduo seguidor de Dumbledore aquí.

Neville no respondió, a pesar de que sabía que no era una visitante habitual no tenía ganas de conversar. Espero pacientemente a que se hartara y se fuera, tal y como los demás lo habían hecho.

Crucio —fue el hombre quien pronuncio la maldición, lo hizo a desgana pero aun así el dolor que le provocaba el hechizo hizo retorcerse hasta caer sobre el piso, pero no dejo escapar ni un grito, no les daría esa satisfacción. El dolor se fue tan rápido como llego, Neville boqueo en busca de aire pero no se levantó.

—Parece que no quiere jugar —la mujer soltó una risita extrañamente conocida, un escalofrió le recorrió la espalda, no era posible, Bellatrix estaba muerta. Se incorporo rápidamente y vio bien por primera vez a los hermanos. Alecto no se parecía en nada a Bellatrix físicamente, aunque tampoco lo haría si hubiera bebido poción multijugos, sin embargo, salvo la risita, no había nada más en su actitud que le recordara a ella, parecía un cuyo aplastado y triste donde Bella se mostraba orgullosa y fiera. Aunque claro, él no la había visto al final de sus dias —. Venga niño, juega un rato con nosotros. ¿Quién te revelo nuestra ubicación?

Un hechizo desconocido salió de su varita, pero reboto en uno de los barrotes provocando un sonido parecido a un trueno, la bruja sacudió la manga que había empezado a incendiarse cuando el hechizo se le regreso.

—Maldita sea —dijo —no podemos interrogarlo así, el Señor Tenebroso fue muy claro en que no lo lastimáramos demasiado, pero no puedo hacer nada desde aquí. Vamos a sacarlo.

—Alecto... —comenzó el hombre, pero de inmediato lo interrumpió:

—¿Acaso no puedes con un niño? —la mirada de Amycus le dijo todo —Ya se, ya se, mato a alguien pero era un simple muggle, un perro le hubiera dado más trabajo.

Amycus se encogió de hombros, definitivamente ambos eran tan estúpidos como se veían, con eso había terminado de confirmar que no podía ser Bellatrix disfrazada, pero se le acelero el corazón, ¿sería capaz de poder con los dos?

La tal Alecto ya estaba derribando los sortilegios para poder abrir la celda, mientras que el hombre se mantenía detrás de ella con la varita preparada ante cualquier movimiento. Cuando termino dio dos pasos hacia atrás, poniéndose a la par de su hermano, la celda se abrió suavemente pero Neville no salió, queria mostrarse dócil para que bajaran la guardia, solo necesitaba una pequeña oportunidad.

Traición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora