16. Promesas

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—Vaya... — dijo Draco —Pansy tenía razón, de verdad tienes algo raro con los tríos.

Harry lo miro ceñudo, estaban discutiendo por enésima vez la mejor manera de convencer a Neville pero siempre terminaban regresando a lo mismo. Draco estaba bastante aburrido ya de la situación y Harry cuyo mal humor no había hecho más que empeorar desde la noche anterior estaba a punto de estrangular a alguien.

—Olvídalo —le contesto Harry —, iré a dar una vuelta.

Dicho esto y sin esperar a que Draco le diera cualquier respuesta, salió dando un portazo, atravesó rápidamente la fortaleza hasta llegar a la torre que les permitía entrar y salir. Saco su escoba de un armario y dando una patada al suelo se elevó y salió por el ventanal, el aire frio le ayudo a despejar su cabeza.

Dio unas vueltas alrededor de la isla poniendo cuidado en no pasar cerca de la ventana de su habitación, no creía que Draco lo estuviera esperando ahí pero tampoco queria arriesgarse y terminar de sacar su mal genio con él. Se había escudado con el problema de Neville pero realmente en el fondo sabía que la razón de su molestia no era otra que su cumpleaños. En realidad nunca había sido algo que esperara con emoción, ni siquiera cuando era niño; con los Dursley había aprendido rápido que cualquier esperanza en que tan siquiera lo recordaran acabaría en decepción, mejoro un poco cuando entro a Hogwarts, pero aun así nunca había esperado demasiado, hasta ahora.

Estaba consciente de que aislados como estaban no podrían realizar nada extravagante, pero se hubiera conformado con una felicitación y cocinar junto a Draco alguno de sus platillos favoritos y tal vez mas tarde un regalo algo más íntimo... pero no había obtenido nada, se pasaron la mayor parte de la mañana entrenando solos, incluso habían sacado las dagas (Draco decía que les serviría tener algo de entrenamiento en combate físico en caso de que por algún motivo perdieran las varitas) y se habían turnado para lanzarlas hacia una diana y apuñalar sacos de arena. Después habían bajado al comedor, donde comieron y finalmente regresaron a su vivienda para discutir sobre Neville. En todo ese tiempo Draco no le dijo ni una sola palabra sobre su cumpleaños.

Se quedo flotando sobre uno de los riscos las nubes se habían abierto lo suficiente para dejar pasar un poco de la luz rosada del atardecer, respiro profundo un par de veces, estaba siendo infantil, pudo haberle recordado a Draco la fecha, tenían un calendario pero debía admitir que incluso a él se le desdibujaban los días a veces.

Decidió que era hora de regresar, prepararía algo rápido para los dos y se quedarían un rato acurrucados, tal vez si transformaba la mesa en un piano Draco podría tocar y el disfrutaría solo escuchándolo. Se inclino sobre el palo de la escoba y se dirigió a la terraza de su habitación, después devolvería la escoba a su lugar.

Se sorprendió al ver el montón de lucecitas flotantes que iluminaban todo el balcón, Draco había dispuesto una mesa con dos sillas en el medio y había encendido velas a su alrededor. Al descender Harry sintió como si traspasara una burbuja, fuera hacia frio y había empezado a caer una fina llovizna pero dentro estaba inundado de calor pero no de una manera incomoda si no acogedora. Las ventanas estaban abiertas de par en par y a través de ellas vio como tambien se habían dispuesto velas en el interior, sin embargo, Draco no se encontraba por ninguna parte. Harry atravesó la habitación hasta la puerta, toco el pomo para abrirla pero un pergamino se materializo frente a él.

"Cámbiate y espera por mí"

Harry sonrío y se dio la vuelta, sobre la cama estaba la ropa que Draco había querido que usara, una camisa negra cuyo cuello y puños eran más altos de lo que solía usar y unos pantalones verde oscuro de corte recto y ligeramente ajustado. No había puesto un saco pero tomando en cuenta el calor en la habitación no lo necesitaría, se dio un baño rápido y trato de controlar su cabello, que debido a que lo había dejado crecer ahora se le rizaba un poco en las puntas, lo que le ayudaba a que su enmarañado natural pareciera a propósito. Se arremango la camisa y dejo abierto el cuello por el cual se asomaba parte de la cadena que le había regalado Dobby, volvió a ponerse los anillos que ahora eran tan parte de él cómo antes lo habían sido de Draco y se sentó al borde de la cama a esperar.

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