8 Duelo

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Los ojos de Colin se abrieron con alegría, después de todo había tenido sueños hermosos con su bella Penélope, acariciándola, besándola, haciéndola suya, porque ya era suya. No tenía intenciones de parar, cada vez la necesitaba más y hoy sería el gran día.


Absorto en estos pensamientos y deseos bajaba hacia el salón, cuando escuchó a Portia Featherington discutiendo con su madre en el salón. Entró sin tocar, casi violentamente.

-Madre, ¿qué sucede?

-Colin, ¿dónde está Penélope?


Y entré al salón. Todos se quedaron atónitos. Llevaba un vestido azul Bridgerton, ceñido al cuerpo, con sus pechos rebosantes, colorete en las mejillas, labios carnosos, piel radiante; Colin no podía dejarla de mirar, sentía que se calentaba, pero... ¿qué le pasó? ¿No podía dejar que se dieran cuenta de lo que habían vivido? No todavía.


-Por fin te encuentro, es hora de irnos, Lord Debling nos está esperando en su hogar, tenemos que hacer los preparativos para tu boda.

-No voy a casarme con él, madre. No le amo.

-Lo siento hija, pero es mejor que hablemos eso en el camino.

-No voy a permitir que se la lleve- Colin tomó de la cintura a Penélope y el atrajo hacia él.

-¿Es que ha pasado algo entre ustedes?

-Lo que ha pasado es que estoy enamorado de su hija y voy a casarme con ella.

-Jajaja, ¡por favor! No me haga reír señor Bridgerton. Usted después de estar tan enamorado de Marina, ¿no será esto una venganza? Penélope ¿acaso permitiste que este hombre te deshonrara?

¡Dios! ¿Acaso era eso? ¿Colin no la amaba y todo era producto de una venganza?

-Discúlpeme señora, pero no va a insultar mis intenciones, las cuales son por amor, la señorita Tompson, perdón Lady Crane, hace tiempo que pertenece a mi pasado. Amo a Penélope y se que ella me ama a mí y lo que más anhelo es que me haga el honor de ser mi esposa, no por compromiso, sino porque ansío que su amor continúa inundando mi vida.

Portia abrió los ojos, sus brazos que tenía rígidos los ablandó y sonriendo.

-Bueno, Penélope. No hay más que decir entonces. Te casaras con el señor Bridgerton. Mil disculpas, pero realmente pensé que Penélope nunca podría conseguir un buen marido en la sociedad, pero usted señor Bridgerton, me ha demostrado que sus sentimientos son reales. Así que estará más que feliz de recibirlo en mi familia.

Y sin decir más, se acercó a Colin, lo abrazó y luego fue hacia Lady Bridgerton y también le abrazó y por último fue hacia Penelope. La abrazó y le dijo:

-Bien hecho Pen.

Dirigiéndose a Colin ya Penélope, directo pero más amable.

-Es hora de marcharnos hija, no puedes permanecer aquí, hasta que casos.

-Toda la razón, señora Featherington. Yo me encargaré de la fiesta de compromiso. Que le parece si la hacemos el día de mañana en la noche.

-Me parece muy bien y le agradezco.

Colin se acercó a Penélope y le dio un tierno beso en su mano. Sonriendo se despidieron.


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Era la hora del té, todos los hermanos Bridgerton se encontraban en el salón, riendo cerca de la fogata, comenzaba hacer frío. Kate y Anthony compartían la familia lo que habían hecho durante su viaje.

Cuando...
-Disculpen, ha llegado una nota para el señor Colin Bridgerton.

Colin tomó rápidamente la nota, de la mano de su sirviente.

"Colin, necesito verte, es urgente. Tuya siempre, Pen".

-¿Qué pasa hermano?

-Nada, es solo una nota para la visita de mañana. Es de Pen.

-¿Seguro? Tu apariencia cambió. Pareces preocupado.

-No es nada.

-Mmmmm. Solo prométeme que me dirás si algo no está bien.

-Te lo prometo Anthony. Ahora tengo que salir un momento.

-¿Quieres que te acompañe?

-No, solo iré a tomar aire.

Y salió casi como un torbellino. Tenía que ser sigiloso, la nota de Pen era preocupante, pero por ser una nota supo que no podía tocar la puerta de su hogar y ya. Tenía que subir hasta su recámara entrar en ella.

Decidió que era mejor esperar que anocheciera, pero se mantuvo vigilante hacia la mansión Featherington para ver cualquier movimiento.

Al llegar la noche, se trepó por la enredadera que se encontraba a un costado del balcón de Penélope y antes de tocar su ventana, pudo ver que ya se encontraba en una bata de satén delgado, de color verde claro, sabia que debajo de ella no había más que desnudez y se comenzó a sentir caliente. La admiró brevemente y tocó.

-Colin, pasa.

-Mi amor. ¿Qué sucede?

-Mi madre y yo fuimos a casa de Lord Debling, para devolver su palabra de matrimonio, pero él no quiso escuchar Colin.- Comenzó a llorar, pero trataba de explicarle. -Dice que cuando se da una palabra en matrimonio, se debe cumplir. Le dije que tú estás dispuesto a casarte conmigo y entonces me dijo que se tendrán que enfrentar en un duelo. ¡Colin! Es lo que menos quiero, él es diestro en armas, aunque ama la naturaleza, sabe defenderse, las veces que platicamos me lo dijo. ¡Tengo mucho miedo, Colin!

La abrazó. 

-¡No temas, mi amor! Yo también soy diestro en armas y si un duelo por tu honor es lo que ese hombre desea, así lo haré. 

-Pero, Colin. ¿Qué sucede si no le ganas? Yo no quiero perderte y menos casarme con él, no lo amo. 

-Y a ¿quién amas? 

-¡Colin por favor!

La rodeó con sus brazos y le besó dulcemente los labios. 

-¿A quién ama, señorita Featherington?

-A usted, sólo a usted señor Bridgerton. 

-¡Demuéstralo!

-¡Ah!- le mordió el labio. -¡Colin! ¿No entiendes lo grave de la situación?

-Lo entiendo señorita Penelope, pero si esta es mi última noche con vida, pretendo sentirla intensamente. 

-¡Colin!- La levantó posando sus manos sobre sus nalgas y tomándola en el regazo. 

-Te voy a dejar llena de mí. 

La llevó hacia el escritorio donde ella tenía libros, hojas, tinta; al llegar ahí, Penelope con su brazo lo tiró todo al suelo, afortunadamente no hizo mucho ruido, lo amortiguó la alfombra. Sólo jadeaban por la cercanía, pero trataban de no hacer mucho ruido. Colin le quitó la bata y la vio desnuda, se bajó el pantalón y ella le desabrochó la camisa. Le comenzó a besar cada pezón, su calor la inundaba y ella jaloneaba su caballo de forma lenta, a la vez acariciándole sus brazos y su cuello.

Le alzó las piernas, introdujo su miembro excitante sobre su capullo y la hizo sentir mil cosas, que Penelope pudo olvidar todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. La embistió varias veces, cada vez más fuerte, los dos jadeaban, pero sabían mutuamente que no podían gritar, porque no era propio de una doncella tener un hombre en su recámara. Pero nada les importaba, querían sentirse el uno al otro, amándose, embriagándose de su calor, de su sudor, de sus besos, de su ardor, de sus cuerpos uniéndose cada vez más. Y la llenó, totalmente, en la última embestida de le susurró un ¡te amo! y ella sintió que todo estaría bien. 

Después de terminar, Colin se fue, por donde había trepado. Silencioso, pero pensando en que tendría que hacer. ¿Se enfrentaría realmente a Lord Debling? ¿Dejaría a Penelope sola? ¿Lord Debling era mayor, tendría más experiencia en armas? ¿Qué pasaría si Pen estaba embarazada? 

Entró a su recámara. Comenzó a quitarse la ropa. En las sombras una figura de pie. 

-¿Dónde estabas, Colin?

-¡Anthony!


Después del baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora