13 Nadie puede creerle a una mentirosa

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Todos en el gran salón se congelaron, no podían creerlo. Nadie siquiera podía respirar, el ambiente se había vuelto tenso, tan silencioso, al grado que si hubiera caído una aguja su sonido hubiera sido estrepitoso.

-¡Que barbaridad Señorita Cowper! Lo que tiene que hacer para llamar la atención. -resonó en la habitación la voz de Lady Danbury.
-¿Qué?
-Es bien sabido por toda la Ton, que usted detesta a la señorita Featherington, así que no me extraña que quisiera arruinar su noche de compromiso exponiendo tal calumnia.
-En ningún momento mencioné a Penelope como Lady Whistledown. ¡Estoy diciendo que la maldita autora es...!
-Y la escuchamos señorita Cowper. Pero sinceramente, no puedo creer en las palabras de una joven amargada como usted. -Lady Danbury la mirada fijamente y con desdén.
-¡Bah! Si no quieren creerme, no me importa. Seguramente la Reina si me creerá.
-Solamente si me trae una prueba, señorita Cowper- dijo la Reina entrando al lugar.
-Su, su majestad. No la había visto.
-¡Qué extraño! A Lady Whistledown no se le pasaría notarme.
- Lo mejor es que me retire. Pero pronto tendrán noticias mías, porque la próxima vez que me vean, será con pruebas.

Dicho esto, se esfumó. Anthony le pidió a la orquesta con un movimiento de la mano, que continuarán con la música. La Reina se acercó a la pareja comprometida, que por la impresión no se habían soltado las manos.

-¡En verdad que esa Cowper los ha dejado impresionados! No se han soltado se las manos.
Colin apretó más la mano de Penelope.
-¡Más bien estamos así porque nos amamos y me duele que esa mujer haya interrumpido nuestro baile de compromiso.
-Querido- dijo tranquilamente la Reina. -No me digas que crees las mentiras de esa "señorita", todos sabemos que es una arpía. Ya Lady Danbury me ha contado sobre ella.
- Siendo así. Le pido su autorización para llevar a mi prometida a la pista, quiero que nos quitemos el trago amargo que esa mujer nos hizo pasar.
-¡Claro que si! Adelante queridos.

Colin llevó a la pista a Penelope, su intención era protegerla, pero ahora también debía pensar cómo proteger a su hermana.

-¡Pen! ¿Qué piensas?
-Tenemos que hablar a solas, Colin. Te espero en mis habitaciones más tarde. Dime qué podrás verme.
-Nada me lo impedirá.

El baile transcurrió tranquilamente, los invitados comieron y se embriagaron. Hasta Portia se puso tan feliz con unos tragos de más, que aunque viven frente a los Bridgerton, la tuvieron que llevar casi cargando de tan soñolienta que estaba por el licor. Es así que cuando llegó a casa, se quedó profundamente dormida. Nunca escuchó que Colin subió por las escaleras de la casa y mucho menos que se introdujo en la recámara de Penelope, ya muy entrada la noche. Afortunadamente las hermanas de Penelope tampoco estaban en casa, después de haberse casado, solo tenían tiempo para sus maridos y los bebés en sus tripas, que no podían estar en la mayoría de los eventos sociales.

-¡Colin! Por fin llegaste. -Penelope corrió a abrazarlo.
-Se que estás afligida por lo de hoy, pero quiero que sepas que te ayudaré en todo. Tal vez, si Lady Whistledown mencionara que Eloise es una víctima de Cressida, ella se quede callada.
-No lo sé, Colin. Esa mujer tiene años siendo mala, me ha humillado, rompió mi vestido. ¿Recuerdas la ves que me tiró vino en el vestido rosa? Era mi favorito, mamá no me dejaba que usara otro color, así que ese era mi favorito.
-¡Claro que lo recuerdo! Ufff. Te invite a bailar.
-Por cortesía.
-No, porque...-se puso rojo- ¡Tus pechos requerían mi atención!
-¡Colin! Jajajajjaja- Los dos comenzaron a reír de forma incontrolable, rompiendo con lo sombrío del momento.
-Entonces... - rompió Colin el instante.
-Tienes razón. En estos asuntos Lady Whistledown puede ayudarnos.

"Querido y gentil lector:
Hoy se dio a conocer la fiesta de compromiso del señor Colin Bridgerton y la señorita Penelope Featherington, ambos lucían hermosos. Todo era dicha, risas, congratulaciones, reinaba tanto la alegría que ni siquiera los invitados se dieron cuenta de cuánto tiempo desaparecieron los flamantes comprometidos, pero eso será crítica en otro momento. Puesto que lo que ustedes seguramente quieren saber, es que tanto conocimiento tengo ante las declaraciones de la señorita Cressida Cowper, la cual lanzó una bomba en la fiesta, diciendo que la señorita Eloise Bridgerton es una servidora.
Sus declaraciones me dieron más risa que coraje. Puesto que ¿creen? Es lógico que esta mujer es una mentirosa.
Es tanto el odio y ahora la envidia que Cressida Cowper siente por la señorita Featherington, que no sólo quiso arruinarle toda su vida, humillándola ante otras damas de la sociedad y muchos caballeros, que precisamente en su fiesta de compromiso quiso destruirla acusando a su mejor amiga y futura cuñada.
Jamás imaginé que usted señorita Cowper fuera tan... tan... arpía.
Bueno, deseo fervientemente que recapacite, antes de que resulte que la Reina sea YO, solo porque usted lo dice.
Ahora me dirijo a ustedes, estimados lectores. Dados los acontecimientos relacionados a las próximas nupcias entre un Bridgerton y una Featherington... y como mencioné en mi primera columna, que si algún día entre ellos existiera una unión, como en este caso un casamiento, yo dejaría este manuscrito. Es mi deseo informar que para mí las palabras sí valen. Es por ello que dejaré de escribir, justo cuando estos dos tórtolos se casen. Así que disfruten, mientras puedan.
Siempre suya.
Lady Whistledown"

Penelope le leyó a Colin lo que escribió y él quedó encantado. Se abalanzó sobre ella y le besó tiernamente, cuando se separaron su mirada ardiente se encendió, no podía creer que esta pequeña mujer pronto sería suya, suya por completo y que podría hacerle el amor en todas partes, a todas horas, sin pensar quien pudiera sorprenderlos. Esto lo encendió.
Sabía que su suegra dormía pesadamente, después de lo ebria que estaba.

Decidió aprovechar el momento... típico de un Bridgerton.

Penelope no supo cómo reaccionar, aún debía entregar a su editor lo que había escrito, pero la sensación de estar en los brazos de Colin era mayor, el anhelo de sentir sus caricias, sus besos, era delicioso amarlo, cada vez cerca se sentía como si estuviera intoxicada, lo peor , era, que necesitaba cada vez más, más de él, de su virilidad, de su amor, de su pasión. No era sólo el amor de su vida, era su sentir, su vida entera. ¡Dios! Acaso... ¿se estaba volviendo loca?

-¡Colin! Por favor... ¡para! Tenemos que parar.
-¿De verdad eso quieres? - le dijo con una sonrisa coqueta. Algo que hacía que Penelope se desmoronara.
-¡Aún tenemos que entregar mi escrito al editor! ¡Por favor Colin!
-¡Está bien! Pero... es una lástima, quería aprovechar contigo, ya que no hay nadie que nos pueda interrumpir... porque pues tú madre está profundamente dormida, pero si no quieres, no te obligaré. -Tomó el escrito y lo guardó en su pantalón, le dio un beso rápido y se dirigió hacia la puerta, girando estaba el pomo, cuando Penelope se le abalanzó.
-¿Por qué me haces esto Colin Bridgerton? -lo besó apasionadamente, tiró de su cuello y tomó su mano para dirigirla entre sus piernas.
-¡Dios mío! ¿pero como me pensabas dejar ir, sin haber aprovechado a sentir tu dulce néctar, Pen?
-¡Ya no digas nada, Colin! ¡Por favor, tómame ya!
-¡A tus órdenes!

La tiró en la cama, ya no con devoción, sus cuerpos ardían de pasión, de lujuria, le quitó todo rápido, y él se desvistió más rápido aún. Se necesitaban tanto, que ni siquiera se dieron cuenta que en su necesidad de pertenencia, ambos se mordían la piel, se aruñaban, todo se volvió tan intenso, los besos, las caricias, ambos gemían, él tomaba su cabello y lo enredaba en sus dedos, ella arañaba su espalda, hasta que lo giró y quedó su cuerpo acostado y ella encima, le besó desde el rostro hasta llegar a su miembro.

-¡Pen! ¿Qué vas a hacer?
-¡Quiero intentarlo!

Succionó con suavidad su miembro, pero después con intensidad, Colin gemía y luego quería gritarle. Le quitó la boca de allí y acostó en la cama.

-¡Me toca a mi!

Comenzó a succionar su néctar, hasta que hizo que los ojos de Penelope giraran para atrás.

-¡Más Colin, más!- gritaba sin consideración.

Se subió y comenzó a penetrarla, estaba tan exquisita, pero a la vez ardían tanto, que querían más y más. Se perdieron, trotaron, se besaron y los embistes de Colin fueron groseros, intensos y Penelope solo quería más, más, hasta que juntos, llegaron a la liberación.

Se recostaron abrazados, ni siquiera tuvo que quitar su miembro dentro de Pen, querían sentirse mutuamente por otro rato más.

-Pen, tengo que ir con el editor.
-¡Tenemos!
-¿Pero?
-¡No Colin! Recuerda, todo juntos.
-Esta bien.

Sigilosamente se fueron juntos en el carruaje, le entregaron al editor el manuscrito y justo cuando iban saliendo, una sombra negra de mujer acompañada de dos hombres les salió al paso. Llevaba un arma en la mano.

-¡Es hora de dar un paseo querida Penelope!
-¡Cressida!

Un hombre tomó del brazo a Penelope y la subió en un carruaje. Colin quiso reaccionar para defenderla, pero un golpe ensordecedor lo hizo perder el conocimiento.

Después del baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora