17 Ella

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El médico llegó esa tarde, revisó a Penelope. Llamó a Lady Violet, también a Colin.

-La encuentro muy bien, se ha restablecido de los golpes. Además. Creo Lady Violet, que su hijo requiere una licencia especial. Ella está embarazada.
-¡Colin Bridgerton!
-¿El bebé está bien? - ignoró el grito de su madre.
-¡Hasta donde se puede saber, muy bien!
-No hay más que decir madre. - la abrazó. - ¡Soy el hombre más feliz de la tierra!
-Con un par de días de reposo, ya podrá ir al altar.
-¡Gracias Max! Espero que esta información, no salga de aquí.
-¡No te preocupes Violet! Jamás pondría en los ojos públicos una situación así.
-¡otra vez, muchas gracias!

En lo que su madre se despedía, Colin corrió a la habitación. Penelope está sentada leyendo y su doncella Rae sentada en un pequeño mueble.

-¡Pen, mi amada, mi mujer! ¡Seremos papás!
-¡Colin! ¡Estoy emocionada, pero también asustada! ¿Qué pensarán de mi?
-Nada malo amor. Además ya tuvimos nuestra fiesta de compromiso y en una semana nos vamos a casar.
-¿No crees que se note?
-Por supuesto que no.
-Pero cuando nazca... la gente se dará cuenta por el tiempo.
-Pen, no me importa lo que piensen, pero en dado caso, diremos que por ser primeriza se te adelantó el parto. Nadie durará nunca de tu integridad, o se las verán conmigo.
-Jajaja. Mi caballero defensor.
-¡Te amo Pen! Por todo, por siempre.

Sellaron su amor con un beso, Rae al verlos salió dándoles espacio y Colin no pudo ignorar el hecho. Cerró la puerta con seguro.

-¡Colin! ¡Que escándalo! ¡Se van a dar cuenta!
-Solo quiero darte un par de besos, quiero sentirte Pen. Te amo, ya quiero que vivamos juntos.

Ya no le dijo más, se acercó y la besó apasionadamente, le bajo el vestido de los pechos y los comenzó a decorar, Penelope le permitía todo. Quería más. Pero él no quiso abusar. Después de los besos gratificantes. La llevó a la cama.

-¡Amor! Deseo que te restablezcas pronto. Porque he de enseñarte más.
-¿Por qué no ahora?
-Porque necesito que estes totalmente recuperada. Te amo y puedo soportar, pero no por mucho. Solo una semana. Te lo prometo.
-¡Está bien!

Una semana después, Penelope se miraba en el espejo cuando Rae, su madre y hermanas entraron a la habitación, dentro de una horas estaría llegando al altar y no podía estar más ansiosa.

La arreglaron cuidadosamente, sus mejillas se sonrojaban sólo de pensar que volvería estar en los brazos de Colin, sentir su piel, sus besos recorriendo todo su cuerpo, ya no como su amante, no como su amiga, seria su esposa y nadie podría separarlos, dormirían abrazados, despertarían sintiéndose, ya quería que llegara el momento de salir del evento para poder amarlo con pasión, sin medidas, ni restricciones.

Se asombró cuando llegó a la Iglesia, todo estaba adornado con flores amarillas, azules y rosas, mucha vegetación, pero pudo darse cuenta que todo era como una fusión entre lo que sería su nueva vida.

Colin ya la esperaba en el altar, entró del brazo de Anthony, su madre le solicitó y el recibió la
propuesta con mucha alegría.

-¡Es un honor!- dijo, mientras Portia sollozaba.
-¡Lord Bridgerton, no sabe la alegría que me causa que Penelope se convierta en una de ustedes!
-¡Lo sé! Y ella en verdad, se lo merece.

Lady Violet Bridgerton y Portia Fedherigton se habían unido como nunca, estaban tan contentas con la unión, que casi todas las tardes tomaban el té juntas, poniendo de pretextos los preparativo, así que cuando llegó el día tan anhelado, antes de entrar a la iglesia, Violet le dijo que quería seguir viéndola como amiga, algo que a Portia la hizo sentirse querida.

Penelope caminaba lentamente hacia al altar, al ver a su amado esperándola la hizo sentir tantas cosas hermosas, pero sobre todo sabía que ese anhelo de años, en este día se terminaba. Le tomó de la mano que le ofreció y las entrelazó con su otra mano, recibiendo antes de esto el ramo tan hermoso que Eloise con mucho amor había preparado. De algo habían servido las clases de floristería.

Estaban tan absortos, todos llorando de alegría, suspirando, con un ambiente de total dicha y amor, que nadie pudo darse cuenta de Cressida había entrado en la iglesia, envuelta en una capa oscura. Su mirada, fija en los contrayentes, una mirada llena de perversidad, de dolor, de frustración, de odio.

Después de darle el anillo y besar sus manos. El ministro daba las palabras finales:

-¡Lo que hoy Dios ha unido con amor, no lo separe la vanidad del hombre!
-¡La vanidad no, pero si el ODIO!

Todos voltearon a ver, ya Cressida estaba parada frente a los novios que habían juntado sus labios para besarse. Llevaba un arma en la mano, apuntando hacia Penelope.

-¡Maldita sea la hora en que naciste Penelope Featherington! ¡No mereces más que la muerte!

Colin se puso frente a Penelope con el afán de protegerla, ella no se podía mover. Estaba demasiado asustada.

-¿Qué quieres Cressida?
-¡No es obvio! ¡Quiero que muera! Ni se les ocurra acercarse. - volteo a ver a todos los que querían detenerla. -Hoy tengo un cometido y nada ni nadie me podrá hacer desistir. Pero... antes de hacerlo... quiero mencionarles porque la odio tanto, y ni se les ocurra acercarse en lo que hablo, porque soy capaz de matar a más de uno. ¡No sabes cuánto te odio Penelope!  ¡Siempre tuviste la atención de los Bridgerton, primero de Eloise y ahora de Colin, nunca lo he podido entender, tú, una flor de pared desabrida, alguien que nunca ha sido vista por la sociedad, que pasa desapercibida, como has podido ser tan amada por los Bridgerton, es que no lo puedo entender! ¿Cómo lo lograste? Dime...
-¡Basta! No lo hagas más difícil, Cressida. ¡Entrégate!- gritó Anthony.
-¡Nunca!

Acto seguido, apuntó el arma de nueva cuenta hacia Penelope que se había movido dejando a un costado a Colin y luego... un disparo... TODO QUEDÓ EN SILENCIO.

Después del baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora