Capitulo 26.

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Isa me observa atentamente mientras intento explicarle cómo encontré un teléfono satelital y cómo el jefe de Anayla aparentemente respondió a mi llamada

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Isa me observa atentamente mientras intento explicarle cómo encontré un teléfono satelital y cómo el jefe de Anayla aparentemente respondió a mi llamada. Luego, la miro atentamente cuando me dice que Baker fue el compañero de Marco. Todo comienza a cobrar sentido. El sentimiento de culpa comienza a invadirme, y aunque no se lo digo a Isa, sé que ella puede leerme perfectamente y es consciente de que estoy peor de lo que aparento.

Una vez que todos los puntos están claros, salgo de casa y me dirijo hacia el bosque. Ahí es donde, creo, arrojé el teléfono satelital, con la esperanza de encontrarlo y poder comunicarme. No hay otra opción; no podemos arriesgarnos y acudir a la policía, ya que alguien podría informarle a Víctor que sabemos todo. Eso nos pondría en peligro y los sacrificios de Anayla habrían sido en vano.

Después de lo que parecen minutos de búsqueda sin éxito, un destello metálico entre las hojas húmedas llama mi atención. Me agacho rápidamente y, con el corazón latiendo con fuerza, aparto la vegetación para descubrir el teléfono satelital, ligeramente dañado, pero aún en una pieza. Una sensación de alivio me invade, aunque sé que esto es solo el primer paso.

Reviso el dispositivo, intento encenderlo, pero no lo logro.

después de varios intentos, logro encenderlo. Miro a mi alrededor, asegurándome de que no haya nadie espiando, y camino hacia la casa.

—¡Lo encontré! —exclamo, al entrar a casa. William se fue y ahora solo estamos Isa y yo. —Si enciende.

—¿De que está hecho ese teléfono? parece más resistente que yo. —me alzo de hombros. —A ver...—me quita el teléfono. —Primero pensemos en que vamos a decirle.

—No hay tiempo para pensar, Isa. —le quito teléfono. —Los minutos que podemos estar pensando en que decirle, son minutos de tortura para ellas. —Isa asiente. —Voy a llamarlo, espero de verdad que él pueda ayudarnos.

Busco su nombre en la agenda, que es demasiado sencillo, ya que solo están Melanie y él.

Miro a Isa antes de realizar la llamada, pongo el altavoz y coloco el teléfono en la mesita de centro, ambas nos tomamos de la mano mientras esperamos que responda.

—¡Anayla! —responde la misma voz de ese día. —¡Anayla! 

Isa hace un gesto para que hable, niego y me anima otra vez.

—¿Hola? —digo, miro a Isa y gira los ojos. —Hola, soy Emma Anderson.

—¿¡Emma!? ¿dónde está Anayla? ¿qué le hicieron? —frunzo el ceño mientras lo escucho hablar. —¡Habla, maldita sea! ¿quieren dinero por ella? ¿quieren que abandonemos el caso? lo hare, pero devuélvanme a Anayla.

—A ver, maldito imbécil. —Isa toma el teléfono. —Cierra la maldita boca. Somos amigas de Anayla.

La línea se mantiene en silencio. Le echo una mirada rápida a Isa y veo que está molesta, me alejo un poco de ella al verla así.

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