A Isa y Aurora se les hizo de noche, entre charlas y copas de vino. Observé cómo Aurora se comportaba de manera notablemente diferente con Anayla, mostrándole mucho afecto y sonrisas, lo que me desconcierta sobre sus sentimientos hacia Anayla.
—¿Todo bien? —Anayla me sorprende abrazándome por la espalda en cuanto cierro la puerta después de despedir a las chicas. —Estás muy pensativa.
—Estoy un poco cansada. —me masajeo el cuello. —Y pensaba en Aurora.
—¿En Aurora? —Anayla me suelta y camina hacia la habitación, tomando mi mano. —¿Qué sucede con ella?
—No tomes a mal mi comentario—digo mientras me siento en la cama. Anayla se sube a la cama y se pone de rodillas, comenzando a masajear mis hombros. —Me di cuenta de que estaba muy pegada a ti. No quiero que se ilusione contigo y, bueno, cuando sepa que tú y yo tenemos algo, va a decepcionarse.
Anayla suspira, sus manos deteniéndose por un momento antes de continuar con el masaje. —Entiendo tu preocupación—dice suavemente. —Aurora es una chica increíble y no quiero herirla. Pero también sé que debemos ser honestas con nosotras mismas y con ella.
Asiento, sintiendo cómo la tensión comienza a desaparecer gracias a sus manos mágicas.
—Tienes razón. Solo quiero manejar esto de la mejor manera posible. No quiero perder su amistad.
—Y no la perderás—me asegura Anayla con una sonrisa tranquilizadora. —Aurora es fuerte y madura. Creo que lo entenderá, aunque le tome un tiempo.
—Lo que es muy raro, es que ella tiene esposo, que yo sepa no le gustan las mujeres—la escucho reír. —¿Tú crees que sea algo nuevo?
—Dijiste que causo curiosidad en las mujeres.
—Anayla.
—¿Qué te gustaría que dijera? —susurra seriamente.
—No lo sé... ¿Que no te interesa? —cierro los ojos.
—Bueno, eso también es importante —me da un beso en la mejilla, suspiro y sonrío— Ella entiende que la considero una amiga.
—¿De verdad?
—Sí —responde con seguridad— Me gustaría gritar a todo el mundo que tú y yo estamos construyendo algo, pero Isa se volvería loca —rio suavemente y asiento—, así que no podemos.
—Disculpa si me pongo así—digo un poco avergonzada.
— ¿Así como? —pregunta divertida—¿Celosa?
— Anayla.
—Solo digo.
Me recuesto en la cama, Anayla me quita los zapatos y se sienta sobre mí. Puedo ver la chispa en sus ojos, llevo mi mano a su rostro y acaricio su mejilla suavemente.
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¿QUIÉN ERES TÚ?
Misterio / SuspensoEmma Anderson, una doctora cuyo mayor anhelo es casarse con el amor de su vida, ve su mundo transformarse por completo cuando su ser querido le frustra ese sueño. Y, como si eso no fuera suficiente, una noche común y corriente, el destino la desafía...