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—Bueno, gracias por acompañarme hasta aquí, Jeno. La verdad es que... No quería causarte molestias tampoco. 

—No es ninguna molestia para mí, lo sabes —vió al chico meter las manos en los bolsillos de su pantalón deportivo, mientras bajaba la cabeza—. Y-yo... Hay algo que aún no te he dicho.

 Allí, de pie bajo el umbral de la puerta principal de su casa, RenJun sintió su pulso acelerarse cuando supo a dónde se dirigía la conversación. Era un punto que tarde o temprano tendrían que tocar, pero no podía evitar sentirse nervioso. 

—Yo quisiera que... 

—Antes de que digas algo... —lo interrumpió, dando un paso al frente. Suspiró profundo antes de levantar la mirada hacia Lee— Quiero que me disculpes. 

Jeno parpadeó varias veces, confundido. 

—¿Por qué me pides disculpas? 

—Admito que creí en JaeMin, cada cosa que él me dijo, yo le creí. Primero, que fue él quien me envió las notas, y luego, cuando... Cuando me dijo que habías hecho una apuesta. 

El más alto suspiró, bajando la mirada para observar sus zapatillas. RenJun pudo ver su mandíbula tensarse al verse más remarcada. 

—Imaginé que habría dicho algo así. No sé si es del todo necesario que lo sepas a estas alturas, pero él habló conmigo en la escuela y dijo un montón de estupideces como todo lo que sale de su boca. Lo siento, pero es un imbécil y desde hace mucho tiempo que guardo las ganas de darle una paliza. 

El pelirrosa rió ligeramente antes de elevar la mirada de nuevo. Jeno lo observaba de una manera peculiar y tan bonita que provocaba una sensación agradable en su estómago, como cada vez que se cruzaba con él en la escuela y en cualquier lugar. 

Tragó saliva cuando se aproximó un poco más, como aquel día en la sala de natación cuando habían estado a punto de besarse. RenJun contuvo la respiración mientras se rehusaba a apartar los ojos del atractivo rostro del chico. 

—Pero... Nada de eso quita que me gustas, de verdad. 

El pelirrosa liberó el oxígeno que mantenía preso en su garganta, dirigiendo la mirada hacia el conjunto de notitas que Lee estaba sacando de su bolsillo, extendiéndoselas. Si él mismo no se hubiese encontrado tan nervioso, se habría reído del leve temblor que parecía dominar las manos del contrario. 

—¿Puedo... Preguntar qué es esto? 

—Sólo léelo. En la primera nota que te envié, te dije que papá me había comprado ese anotador y que se burlaba de mí diciendo que estaba enamorado. Luego de tantas cartas cursis y románticas, ese pequeño anotador se iba acabando, así que tomé la decisión de hacer algo un poco diferente —le sonrió de una forma preciosa— Y por cierto... Perdóname por haber enviado a Mark la última vez, de verdad me sentía como un cobarde. 

RenJun acarició las notitas con sus dedos, notando cómo la hojita principal se mantenía un poco arrugada a causa del enojo de Mark Lee en la última ocasión. 

—Gracias —le susurró a Jeno, y siquiera se detuvo a pensarlo dos veces después. 

Acortó la poca distancia que los separaba. Luchó por mantener la respiración calma para así demostrar que no sería la gran cosa. Podía hacerlo, por supuesto que sí. 

Sus labios tocaron suavemente los del alto, permaneciendo allí por unos cortos segundos antes de alejarse. Sintió la vergüenza invadiéndolo de pronto, y aún más al encontrarse con la expresión sorprendida de Jeno. 

—RenJun... —tomó aire antes de continuar —Yo quisiera... 

—¡RenJun! 

El pelirrosa se alejó del chico con velocidad al escuchar la voz de su madre. Se volteó; ella permanecía de pie dentro de la casa y junto al sofá, con el ceño fruncido y dejando en claro el grave error que había cometido.

¡bonito! | noren [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora