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— ¿Te gustaría con esto, Jun? —JaeMin cuestionó a un distraído pelirrosa, quien recorría toda la extensión de la cafetería con la mirada— ¡RenJun!

 — Eh... ¿Eh? —el chico pronunció, confundido. No había podido dar con la localización de JiSung en toda la mañana y comenzaba a ponerse nervioso. Él no era una persona que perdiera la paciencia con facilidad, no obstante, la ausencia de sus preciadas notitas rosadas comenzaba a afectarle. Le urgía encontrar al chico y así aclarar sus dudas. 

— Llevo hablándote desde hace rato pero no me estás escuchando, ¿qué sucede? ¿Está todo bien?

 — Todo está bien, Nana ¿Qué me decías?

 — Bueno, te pregunté si querías salsa de chocolate o de vainilla sobre el helado de menta, pero tú... 

— JaeMin —lo detuvo abruptamente, recordando un detalle. Su amigo llamaba a YukHei paranoico, pero, ¿y si tenía razón en sus suposiciones? Nadie lo sabía, y RenJun comenzaba a desconfiar de todo el mundo— ¿Por qué no estás con Mark ahora?

 El rubio frente a él abrió la boca, cerrándola casi al instante cuando pareció atascarse con las palabras. 

— Bueno... Tuvimos una pelea ayer —afirmó, cabizbajo—. No quería decírtelo para no preocuparte, sé cómo eres en estos asuntos. 

RenJun se quedó estático, sin saber cuáles debían ser sus pensamientos. En otra ocasión, posiblemente habría abrazado a su amigo con ímpetu para consolarle y al mismo tiempo, aconsejarle en lo que necesitara, pero... Algo hacía ruido en su agilizada mentecita. Una idea estúpida de la cual se arrepentiría más tarde si no medía sus palabras. 

Sin embargo, ¿qué ocurría si YukHei estaba en lo cierto? En efecto, él no sabría qué hacer. Y cuando menos lo esperó, lanzó la daga. 

— JaeMin, yo... ¿Yo te gusto? —los amplios ojos del rubio lo observaron con estupefacción, mientras sus mejillas comenzaban a teñirse de rojo en un estado que RenJun no supo clasificar. Sea cual fuere, ya había tirado la piedra y era muy tarde para redimirse. 

— ¿Q-qué? —la nuez de adán de JaeMin se movió al tragar saliva, y observó hacia sus costados varias veces, como si buscara una milagrosa escapatoria— N-no ¿Qué... Te dijo Mark? 

— Yo no hablé con Mark —mencionó, carraspeando ante la ronquera de su voz. El ambiente comenzaba a tornarse incómodo por algún motivo— ¿Por qué él debería decirme algo? 

— Mira, RenJun —el chico pareció recomponerse, tomándolo de ambos hombros—. Nuestra pelea fue por una estupidez, sea lo que sea que te haya dicho, no lo escuches. Es cierto que se enojó conmigo porque paso más tiempo contigo que con él, pero eso no significa que tenga sentimientos por ti más allá de los amistosos, ¿entiendes? No pasa nada, no debes preocuparte. Sólo... Eres mi amigo, ¿está bien?

 El pelirrosa asintió ante la convicción de sus palabras y la desesperación en su tono. Estaba generando problemas entre ellos dos de manera inconsciente y aquello le hacía sentir culpable, mucho más por haber creído que de verdad JaeMin podría sentir algo más por él.

 Qué idiota había sido por un momento. Quizás debía de evitar que las tontas notas de su admirador le afectaran. 

Iba a darse la media vuelta cuando su espalda chocó contra un cuerpo. Al voltearse precipitadamente, RenJun se encontró con cierto chico pálido que robaba los suspiros de toda la comunidad estudiantil. 

Lee Jeno estaba frente a él, sonriendo con nerviosismo.

— Lo siento, no fue mi intención empujarte —el chico susurró, yéndose rápidamente para salir de la cafetería. 

Encogiéndose de hombros, RenJun decidió ignorarlo, sin saber que al llegar a su hogar horas más tarde, encontraría en el bolsillo de su chaqueta blanca, una de las notitas que tanto había extrañado.

¡bonito! | noren [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora