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—Estoy tan feliz, hijo, no te imaginas cuánto —su padre le sonrió ampliamente, y RenJun apenas pudo desviar su mirada hacia el plato con comida luego de corresponderle. 

Su madre llegó a la mesa junto a ellos minutos después, con aquella misma sonrisa resplandeciente plasmada en su cara. Y por supuesto que no era para menos, cuando se suponía que en unos momentos más, la supuesta nueva novia de su hijo llegaría. RenJun mismo se lo había hecho saber, diciéndole que para ese día miércoles, preparara un almuerzo especial. Ella con todo gusto lo hizo, y aún todavía para el hombre que cometió violencia de género en su contra, es decir, su padre. 

El pelirrosa no podía esperar menos de su parte. Su madre parecía ensimismada en avalar cuanto pudiera a su ex esposo, sin importar nada más. 

—Yo también estoy muy feliz. Estuve esperando este día durante tanto tiempo. 

RenJun se limitó a jugar con su tenedor; los nervios carcomiéndole lentamente. 

—¿Ella tardará mucho? —su padre le cuestionó— Debiste ir a buscarla. 

—No lo vi necesario —murmuró, tragando saliva forzosamente—. Sólo ten un poco de paciencia, ¿de acuerdo? 

El hombre tragó con lentitud el bocado que había hecho, observándolo. Probablemente, su tono de voz no había sido el más agradable de todos. 

—Está bien, hijo. Nada podrá arruinar mi felicidad hoy.

A partir de ese momento, RenJun se enfrascó en continuar comiendo con suavidad y con un horrible dolor estomacal molestándole. Los nervios estaban pudiendo con él, y quizás, su madre lo habría notado. El pelirrosa podía sentir su mirada disfrazada en una falsa alegría quemándole. 

—Y dime, RenJun ¿cómo es tu novia? Ni siquiera nos mencionaste su nombre. ¿No crees que se verá un poco mal que nunca hablaras de ella con nosotros? —él escuchó pronunciar, y pronto su padre la apoyó en un ligero balbuceo 

—Tampoco me dijiste su postre favorito cuando te lo pregunté. Hasta el momento, esa chica es completamente misteriosa, háblanos un poco. 

—Mamá —el pelirrosa la llamó, levantando la mirada. Apretó las piernas bajo la mesa para mantener la compostura—. Sólo aguarda, no hay ningún apuro con este tema. 

—Lo sé, pero me gustaría... —el timbre sonó, interrumpiéndola, y sus nervios se afianzaron aún más— Vaya, al parecer ya llegó. 

RenJun dejó sus cubiertos sobre el plato, levantándose de su silla y luchando para mantenerse firme sobre sus piernas temblorosas. Se encaminó hacia la puerta, escuchando en el fondo a sus padres hablando un montón de cosas sobre él y su felicidad que no le importó detenerse a analizar. 

Era el momento. Tenía miedo de cómo fuesen a surgir las cosas, pero ya estaba decidido. 

Al abrir la puerta de madera, se encontró con la brillante cabellera rubia de la chica. Ella le sonrió con amabilidad, y RenJun le devolvió el gesto, invitándola a pasar. 

—Mamá, papá. Les presento a Park Roseanne, es neozelandesa y aún tiene algunos problemas con el coreano, así que no hablen muy rápido con ella, ¿está bien? 

Su madre soltó una enorme exclamación, incorporándose de su silla para llegar hasta la rubia y apretarla en un fuerte abrazo. 

—Dios mío ¡Eres preciosa! —la tomó de ambos hombros, y él se limitó a ver cómo ella sonreía incómoda— ¡Estoy tan feliz de que estés aqui! 

—Muchas gracias, señora, es un honor para mi. 

—RenJun —su madre lo observó, incrédula—, es tan perfecta. Buen trabajo, hijo. 

 Se tragó el nudo en su garganta, cuando el timbre volvió a sonar por toda la extensión del comedor, RenJun se abrió paso entre Rosé y su madre, llegando hasta la puerta. Los observó una vez más antes de abrir. La expresión curiosa de sus progenitores le revolvió el estómago, y entonces, abrió. 

La reluciente sonrisa del atractivo chico lo recibió del otro lado,

¡bonito! | noren [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora