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Termino por aceptar, repitiéndome a mí misma que tendré el resto de la tarde para acabar las tareas de la universidad que tengo pendientes

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Termino por aceptar, repitiéndome a mí misma que tendré el resto de la tarde para acabar las tareas de la universidad que tengo pendientes.

Sebastian sonríe y aprieta el puño en señal de éxito.

Por supuesto que quiero ir a ver a mi novio jugar uno de los partidos más importantes de la temporada.

Lo único que me hace considerarlo varias veces es el hecho de que el idiota de su mejor amigo también estará allí.

Ha transcurrido una semana desde la noche de la reunión en que me enteré de que el imbécil con quien había discutido en la discoteca resultó ser el mejor amigo de mi novio. He visto poco y nada a Sebastian estos últimos días porque tuve más clases que vida durante el día, y he trabajado incontables horas en el bar durante la noche.

Incluso he hecho horas extras para compensar los días que le pedí a mi jefe.

Ya no está molesto, por suerte, pero mierda que me ha costado horas de sueño, y muchísimo estrés, convencerlo de que no me despida.

Cepillo mi cabello y me acomodo el flequillo, el cual, últimamente, ha estado rebelde. Después de guardar mi tan preciada libreta en el bolso, salgo de mi departamento para encontrarme con Sebastian.

No sé qué por qué considero que será necesario llevar la libreta, teniendo en cuenta que solo iré a ver un partido de handball y dudo que algo pueda inspirarme menos que eso para escribir mis poemas, pero una parte de mí creyó que era una buena idea, solo por si acaso.

Sebastian ha estado esperándome en su auto por un largo rato. No ha dicho nada acerca de mi tardanza porque sabe que si hay algo que detesto, es que me incluyan en planes espontáneos no previamente organizados.

Aun así, logro prepararme en tiempo récord y emprendemos rumbo hacia su club segundos después de que apoyo mi culo en el asiento del acompañante.

Él elige la música... como todas las veces que viajo en su auto. Siempre dice que, antes de un partido, debe escuchar The Weeknd para motivarse. Comienza a sonar The Hills en los parlantes del BMW de mi novio y, a medida que la canta a todo pulmón, me río.

Sebastian está vistiendo su característica camiseta color negro de Los Ángeles Club, un short deportivo con el mismo logo y del mismo color, medias altas blancas y zapatillas Mizuno Wave Stealth, las cuales afirma que son las mejores para jugar al handball. ¿Por qué? No tengo idea, creo que algo relacionado con la suela.

Pocas canciones de The Weeknd más tarde, Sebastian aparca en el estacionamiento de Los Ángeles Club y ambos nos dirigimos hacia la entrada del gimnasio. Este lugar es impresionante. Es enorme, moderno y lo que menos parece es un club donde todo el mundo frecuenta para sudar y gritar insultos cada vez que fallan un tiro.

Sebastian le enseña su credencial de «socio» a la mujer de la recepción, quien me mira como si fuera una intrusa, y mi novio le agradece... luego de confirmarle que vengo con él.

Cruzar la línea [¡YA EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora