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Me quedo mirando la puerta cerrada por donde Becca acaba de irse

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Me quedo mirando la puerta cerrada por donde Becca acaba de irse.

Me quedo reviviendo estos últimos minutos en mi cabeza, una, y otra, y otra vez.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que soy capaz de reaccionar.

Aún me tiembla el cuerpo.

Aún no controlo la respiración.

Estoy jodidamente acalorado y tengo la vista borrosa.

Sigo duro, y sé que no dejaré de estarlo a menos que logre apartar de mi mente lo que acaba de suceder. Pero es imposible. No puedo dejar de revivir lo ocurrido hace apenas cinco minutos: sus labios contra los míos, el calor de su cuerpo, la urgencia de nuestros movimientos.

Me restriego el rostro, siento la piel ardiendo bajo la palma de mi mano y estoy seguro de que estoy colorado. Suelto un profundo suspiro.

¿Qué carajos he hecho?

Pienso en Becca, en su mirada antes de salir.

Pienso en cómo la he besado, en la suavidad de sus labios.

Pienso en lo que hicimos, en cómo se sentía su piel contra la mía.

Pienso en que se fue.

Otra vez.

—Mierda.

La sensación de vacío se expande en mi pecho.

Mi voz resuena en las paredes de la habitación como un suspiro lejano. Estoy solo, pero me siento aprisionado. Escucho las voces provenientes del pasillo y la música que se cuela por las paredes.

Me siento como un perro a quien acaban de abandonar.

Es como si una parte de mí se hubiera marchado junto con Becca.

Finalmente, me obligo a moverme. Cada paso hacia la puerta es un acto de voluntad. El corazón me late con fuerza.

Abro la puerta y la música de la fiesta me envuelve, un contraste brutal con el silencio de la habitación. Las luces parpadeantes y las risas me golpean como una ola. Me siento fuera de lugar, como si estuviera entrando en un escenario donde todos los actores conocen su papel menos yo.

Camino por el pasillo, tratando de recuperar el control. La música retumba a lo lejos, y el eco de risas y conversaciones flota en el aire. Diviso a Nicole. Ella también me ve y noto cómo atina a acercarse a mí, pero enseguida me dirijo al lado contrario.

Me alejo de ella. Me alejo de mi mejor amiga que me conoce jodidamente bien. No puedo lidiar con nadie en este momento. Quiero irme. Necesito irme.

Bajo las escaleras de dos en dos. Las sienes me torturan con un dolor punzante y me siento mareado. Ni siquiera quiero alzar la vista por si llego a encontrarme con Sebastian y Becca juntos.

Él no la merece.

Lo he pensado desde el momento en que la conocí.

Y lo he confirmado después de lo que descubrí esta noche.

Sebastian ha estado poniéndole los cuernos.

Ha estado engañando a Becca con Ashley.

Intento apartar de mi mente esa escena que me llena de ira y me hace desear romperle la cara a Sebastian.

Suspiro. No puedo largarme de aquí. Es el cumpleaños de Liam y no puedo fallarle. Así que paso entre la multitud pidiendo permiso, aunque sin importarme del todo si me lo dan o no. Mantengo la vista en alto, buscando a los chicos pero suplicando en silencio que Sebastian no esté con ellos.

Y mucho menos Becca.

Sin embargo, la situación es aún peor.

Porque los veo a ambos.

Juntos.

En una esquina.

Sebastian está tan cerca de ella que casi se tocan los labios, mientras ella está acorralada contra la pared.

Y me ve.

Cruzamos miradas y noto cómo se le corta la respiración.

Entonces, me detengo en seco frente a la barra.

Ella no aparta la mirada.

Desvío bruscamente la vista hacia las bebidas.

Mi mandíbula se tensa.

Y, por primera vez en mi vida, me sirvo un vaso de vodka.

Lo bebo de un solo trago.

Cruzar la línea [¡YA EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora