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Observo por encima del hombro de Sebastian, hacia el vestuario de donde él acaba de salir y de donde veo que salen el resto de sus compañeros

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Observo por encima del hombro de Sebastian, hacia el vestuario de donde él acaba de salir y de donde veo que salen el resto de sus compañeros.

Lo hago inconscientemente, casi como un reflejo.

¿Por qué carajos estoy buscando a Rhett?

—¿Puedo preguntarte algo? —dice entonces mi novio, y vuelvo la vista hacia él en un milisegundo.

El corazón me late con fuerza. Es la culpa. Sé que no está bien lo que estoy haciendo —aunque prácticamente lo haga de manera involuntaria—, y como si fuera poco, también temo que Sebastian se dé cuenta de que algo anda mal.

—Dime —contesto, sonriendo sutilmente para ocultar mis nervios. Sebastian desbloquea su auto, y yo me dejo caer en el asiento del acompañante.

Mi novio me llevará a mi departamento, me prepararé y luego saldremos a cenar. Hoy no debo trabajar. Mi jefe me dio el día libre por el... incidente de ayer, me pidió disculpas de parte del bar e incluso aseguró que pondrían seguridad.

Le he dicho que sí, esa fue la primera vez que me tocaron, pero no la primera vez que me hicieron comentarios obscenos.

También me pidió disculpas por eso.

—¿Estuviste con Rhett anoche?

Giro la cabeza en su dirección con tanta brusquedad que por poco me rompo el cuello.

—¿Qué?

Sebastian conduce por las calles del centro con la vista puesta en el frente.

—Rhett me ha contado que anoche visitó Oasis, y que tú lo atendiste.

Sigue sin mirarme y está serio. Eso me genera un horrible malestar en el pecho.

¿Qué carajos le dijo?

—S-sí —afirmo—. Sí —trato de sonar más decidida y que mi voz temblorosa no me delate—, anoche vino al bar y le preparé unos tragos... Sin alcohol. —Agrego muy innecesariamente.

Sebastian asiente con la cabeza, todavía con la vista puesta en la carretera.

—¿Estabas vestida con la camisa y la falda? —consulta entonces.

Ahí, finalmente, mueve la cabeza para mirarme.

¿Qué significa esa pregunta?

—Hmm, ¿sí? —respondo. No entiendo a qué quiere llegar—. Bueno, es la vestimenta que debo usar en el bar, así que...

Dejo que la última palabra se desvanezca en el aire.

—¿Es cierto que un hombre te tocó la pierna?

Directo. Al grano.

Mierda. ¿Rhett no podía mantener la boca cerrada?

—Sí, es cierto —digo, y lanzo un suspiro mirando hacia el techo del auto—, pero no fue nada, ya pas...

Cruzar la línea [¡YA EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora