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Salgo de ducharme y, con la toalla cubriendo mi cuerpo, cruzo el pasillo de la casa de Rhett rápidamente y me dirijo a su habitación

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Salgo de ducharme y, con la toalla cubriendo mi cuerpo, cruzo el pasillo de la casa de Rhett rápidamente y me dirijo a su habitación.

Tengo clase en dos horas. Debo cambiarme, maquillarme... y debería desayunar. Pero estoy tan nerviosa que temo vomitar todo en pleno salón.

Hoy tengo el último examen de Estadística en Psicología. He estudiado como una maníaca durante estas semanas y rezo porque me vaya bien.

Darán las notas dentro de unos días y, si apruebo, soy libre. Solo por un mes, luego tendré el resto de los exámenes de las materias anuales, pero tomaré ese tiempo como unas vacaciones cortas para devolverle a mi mente un poco de salud.

Rhett está buscando una camiseta en el armario. Se ha duchado antes que yo porque irá conmigo. Bueno, en realidad, va a llevarme y luego irá a entrenar.

Aún está encuerado y en bóxer. Y... Dios.

Es una imagen que debería estar en el Museo del Louvre.

Gira la cabeza en mi dirección cuando entro a la habitación y me sonríe. Luego, hace una mueca de «uff» cuando recorre mi cuerpo solo cubierto por la toalla rodeándome.

Me río y revoleo los ojos. 

Después de tomar la camiseta y el short de entrenamiento, los deja en la cama y se acerca a mí.

Le he preguntado por qué sus camisetas de Los Ángeles Club tienen el número 6. Pensé que quizás era porque no quedaban números disponibles y debió conformarse con ese, pero me ha dicho que lo ha elegido él, hace cinco años. Antes, tenía el «15».

El seis de enero es el cumpleaños de Chloe, y por eso ha optado por ese número en su camiseta. Me pareció tan tierno cuando me lo contó que no pude hacer nada más que besarlo.

—¿Estás segura de que no quieres que te ayude a relajarte? —pregunta con tono insinuante.

Salgo de mis pensamientos en el instante que Rhett me toma de la cintura, me acorrala contra el armario y me besa. Río contra sus labios cuando me aprieta el culo.

—¿Qué tienes en mente? —pregunto, tan provocadora como él.

—Nada que incluya esta toalla.

Sin más, me la quita de un tirón.

Cada vez que me mira cuando estoy desnuda, es como si lo hiciera por primera vez. Sus ojos recorren toda mi piel, cada centímetro y punto que en algún momento he considerado insignificante o poco excitante.

Rhett todo lo vuelve erótico y sensual.

Hasta lo más mínimo, como una mirada.

Me agarra del cuello y me presiona contra el armario para besarme con brutalidad. Ya estoy mojadísima y él apenas parece haber empezado.

Cruzar la línea [¡YA EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora