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Me muerdo la uña mientras espero a que el profesor diga mi nombre

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Me muerdo la uña mientras espero a que el profesor diga mi nombre.

Entregué el informe de Psicología de la Salud hace dos semanas y, a pesar de que aprobé el examen, esta nota es mucho más importante.

Tanto, que tuve que venir a buscarla porque no la subieron al campus.

Estoy rezándole a todos los santos que conozco y siento que el corazón se me saldrá del pecho. Por favor, por favor, por favor, murmuro sin parar observando al profesor —que no suelta una sonrisa ni aunque se lo rueguen— que está entregando los informes uno por uno y dando devoluciones frente a toda la clase.

Ha sido muy rudo con algunos pero estos se lo han tomado... bien, creo. No se han ido corriendo del aula llorando, por lo menos.

Pero sé que yo no podría tomarlo así de bien ni en broma, menos que nada sabiendo todo lo que he trabajado en ese informe y lo mucho que me he esforzado.

—Rebecca Moore.

Ay, mierda.

Me levanto casi de un salto de mi asiento y bajo las escaleras para encontrarme con el profesor a mitad de camino. Intercambiamos una mirada —sé que la mía revela terror— y me entrega el informe de más de veinticinco hojas por el que no he dormido por días.

—Increíble trabajo —dice entonces.

Bajo la vista hacia las hojas.

Veo la nota.

A.

Mi corazón se detiene.

Miro al profesor otra vez.

Él me regala una reverencia con la cabeza.

Miro de nuevo la nota boquiabierta.

Me quedo mirándola como una estúpida como si fuera a desaparecer.

No. Puede. Ser.

Tengo una A.

¡Tengo una A!

Me cubro la boca cuando creo que voy a gritar y mis ojos se llenan de lágrimas de alegría. No lo puedo creer.

El profesor nota mi emoción y me parece percibir una sonrisa leve en su habitual cara de perro.

—L-le... le agradezco mucho —titubeo aún sin saber cómo controlar mi felicidad.

Salgo del aula enseguida y, en el pasillo, finalmente me permito lanzar un grito agudo y saltar con el informe en la mano. Vuelvo a mi semblante de estudiante seria cuando me encuentro con otros profesores y los saludo con una inclinación de cabeza.

Sigo sonriendo desde que salgo de la universidad hasta que me subo al bus de camino a mi departamento para tomar una merecida siesta. En el corto viaje, hablo con Jack y Harper y les cuento de la nota. Festejan conmigo y me obligan a que salgamos este fin de semana. Me río sola en el bus y termino aceptando.

Cruzar la línea [¡YA EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora