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Intento concentrarme en el entrenamiento, ejecutar bien las jugadas y ser el líder que he sido durante años

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Intento concentrarme en el entrenamiento, ejecutar bien las jugadas y ser el líder que he sido durante años. Pero tengo la cabeza en otro lado. No puedo pensar en nada más que en Becca.

Y en la forma en que nos besamos en mi auto.

Y en la forma en que ella se fue luego.

Aprieto con fuerza la pelota en mis manos y le hago un pase a Liam. Mi cuerpo está aquí, pero mi mente no.

Becca. Becca. Becca.

Ella es todo en lo que puedo pensar desde ese beso. Es todo en lo que pienso cuando me despierto, todo lo que pienso durante el día y lo último que pienso antes de irme a dormir. Paso los entrenamientos enteros viendo a Sebastian y recordando lo que hice con su novia. Paso cada minuto viendo hacia la tribuna, esperando encontrarla. Pero no ha aparecido por aquí desde ese día.

Dos semanas, para ser exacto.

Han pasado dos semanas desde lo que pasó entre nosotros, y no puedo soportar un día más sin saber nada de ella. He estado intentando ser lo más discreto posible a la hora de preguntarle a Sebastian por qué su novia ya no viene a verlo jugar. Sus respuestas son siempre las mismas.

«Está estudiando». «Está cansada». «Está en el bar».

Pero yo sé perfectamente que la verdadera razón, es que no quiere encontrarse conmigo.

Recibo la pelota de Connor cuando recuerdo que aún sigo aquí, en la cancha, en el entrenamiento. Lanzo al arco cuando logro penetrar entre la defensa. Erro el tiro. La pelota choca contra la pared unos cuantos metros más arriba de donde está el travesaño.

Jamás he errado un tiro de esta manera estando así de cerca del arco.

Me siento un puto novato.

«Puta madre», maldigo entre dientes. Incluso siento las miradas sorprendidas de todos mis compañeros y de las personas que vienen a  ver en el entrenamiento, al presenciar que no he hecho un gol que era mucho más sencillo de anotar que de errar.

Joseph se interpone en mi camino del arco hacia el centro de la cancha. Era obvio que no me dejaría continuar el entrenamiento sin preguntarme qué mierda está ocurriéndome.

—Eso es nuevo —dice y señala el arco, refiriéndose a mi desastrosa manera de errar el tiro—. ¿Qué anda pasando, Rhett?

Suspiro. Me corro un mechón de cabello sudado de la frente y le paso la pelota a Connor para que pueda empezar con la jugada hasta que yo vuelva a entrar.

—Nada —le contesto a mi entrenador y me mojo los labios con la lengua—, estoy un poco desconcentrado. Eso es todo.

Joseph entrecierra los ojos y se cruza de brazos. Es un señor bastante intimidante. Me hace acordar a mi padre cuando me regañaba de niño.

Cruzar la línea [¡YA EN FÍSICO!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora