CAP 1 Predestinados

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POV SERGIO

"Carga a tu futuro esposo," me dijo mi padre una vez. Tenía como unos 10 años, y por alguna tonta razón no cabíamos en el carro. Así que me tocó llevar en mis piernas al pequeño Max, de 3 años de edad. En ese entonces, no le di importancia al hecho de que nuestros padres habían anunciado públicamente nuestro compromiso. Yo, siendo el hijo del medio de la familia Pérez, y según el chamán, destinado a ser un Omega; él, siendo el único hijo de la familia Verstappen, y nuevamente según el chamán, destinado a ser un Alfa. Y como guinda del pastel, también según el chamán, él es mi destinado. Sí, un niño de 3 años sería el amor de mi vida.

Según lo que pensaban nuestros padres, para Max y para mí, esto era una gran noticia que no presentaba ningún tipo de problema. Pero se equivocaron. Claro que tuvimos problemas. Para un chico de 16 años no es agradable tener un niño de 10 años llamándolo "Mi Omega" delante de sus amigos solo para hacerle la vida imposible. No fue divertido, especialmente cuando por fin tuve mi primer novio. Por supuesto, fue una relación a escondidas, y aún no entiendo cómo ese niño se enteró de mi relación. Aunque él no fue quien me delató, su intensidad hizo que mi padre se dieran cuenta, y ahí llegó el fin de mi primer amor.

Realmente me hizo la vida imposible hasta mis 22 años, cuando creo que se enamoró o encontró otros hobbies que le divertían más que hacer mi vida miserable. Desde entonces, me fui al extranjero a estudiar y no regresé. Luego, él también se fue al extranjero, y así pasaron años sin vernos. Aunque durante un tiempo estuvimos en el mismo país, jamás nos reunimos, jamás nos llamamos, es más, ni nos seguimos en Instagram. Por alguna razón, mi lobo interior nunca me dijo que lo buscara, y pues él, a mí, jamás me gustó. A este punto de mi vida, no creo que yo sea el predestinado de él. Tengo 34 años y Max tiene la tierna edad de 27. Desde que nos presentamos, no nos hemos visto ni reclamado. Es muy extraño.

Hace más de dos años regresé a Mónaco y trabajo en la compañía de nuestros padres como directora de Logística, y Max, que regresó al país hace menos de unos días, se posicionará como aprendiz en el área de Finanzas. Será algo así como mini Director. O sea que le veré la cara después de casi 10 años sin verlo. Me preocupa qué sentirá mi lobo interior cuando lo vea. Suena raro, pero ni siquiera lo he visto en fotografías. Simplemente me niego a verlas o aparto la mirada cuando alguien muestra una imagen de super Max, porque el niño resultó siendo bueno en todo.

-¿Nervioso? -escuché a mi hermano mientras entraba a mi oficina-. Saliste más temprano que de costumbre. Aunque pensé verte un poco más arreglado.

-¿Es que teníamos que venir en smoking? -dije-. Es solo el niño.

-Dirás tu niño -dijo divertido mientras se sentaba en una de las sillas-. En fin, ¿cuándo es la boda?

-¡Fernando! No deberías estar torturando a tu secretario.

-No -dijo-. Ahora es más divertido torturarte a ti.

-Tan lindo -dije-, pero estoy ocupado.

-Anoche me reuní con tu futuro esposo.

-¡Ahí no! -dije-. ¿A dónde lo llevaste?

-Por ahí.

-Qué desastre -dije-. Así que super Max anda en las mismas andanzas tuyas.

-Papá está preocupado -dijo, y mi mente gritó "lo sabía".

-¿¿¿Por qué???

-Será porque, tal vez, no te has reunido con Max desde que llegó.

-No hablarás en serio. Pero si me reuniré con él hoy, ¿qué esperaban? ¿Que lo esperara en el aeropuerto con un cartel gigante que diga Bienvenido a mis brazos?

Mi pequeño PrometidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora