¿QUIÉN TE CREES?
Soy un puto desastre.
Frente a mí desfilan los ingenieros más importantes del país. Lucen trajes costosos, beben champagne y mantienen conversaciones formales. No pertenezco aquí, en realidad este sentimiento me ha seguido de cerca durante toda la vida.
Convencida de ser la mayor estúpida del planeta, me muevo entre los invitados. A mi vena de inseguridad no le toma mucho llevarme hasta una zona apartada, donde se exponen diferentes esculturas. Empiezo a celebrar que no hay nadie cerca, cuando escucho la voz alterada de una mujer. Al parecer discute con alguien, pero no entiendo lo que dice, habla en un idioma extraño (quizá francés). No puedo intentar adivinarlo, soy pésima con el tema, así que bien podría ser el sindarin (lenguaje de los elfos grises), o está invocando al demonio en latín arcaico.
Al acercarme consigo escucharla mejor y la opción de que se comunica con el diablo es más probable. Está excesivamente molesta y su voz me provoca un escalofrío que se dispersa por mi columna vertebral. Si lo pienso bien, no es buena idea hablarle en ese tono a un demonio, excepto que uno quiera terminar girando la cabeza 180 grados a lo Regan MacNeil y por su aspecto tampoco la imagino leyendo religiosamente a Tolkien. Por tanto, determino que sí, está hablando en francés.
La analizo manteniendo una distancia prudente. Con su mano derecha sostiene el móvil cerca de su oreja y la izquierda la abre y la cierra constantemente, apretando una pequeña pelota antiestrés. Ella tampoco porta un elegante atuendo. Usa leggins de piel, y un blazer azul sobre su blusa negra. Vale la pena anotar algo extra, un detalle imposible de pasar por alto, huele a dólares, miles de ellos.
Casi de inmediato descubre a mis curiosos ojos inspeccionándola y al verme los músculos de su cara dibujan una expresión de asco, como si fuese una babosa gigante arrastrándome en su dirección.
Lo que me faltaba.
Desvío la mirada sin alejarme, sé que puedo parecer un desastre, no tengo su elegancia, ni ojos azules o cabello rubio, pero también pagué por estar aquí.
-Atiendo una llamada importante.
Esto si lo dice en español y con un tono bastante engreído.
Alzo la mirada, me ha hablado y lo interpreto como un permiso para continuar examinándola. Es alta, pero no impone únicamente por los centímetros que la acercan al cielo, ella tiene presencia, su cuerpo desprende una energía tan poderosa que por sí sola puede llenar la sala de eventos del Green Palace.
-¡Qué bien! -cruzo los brazos y finjo repentino interés en la estúpida escultura de un hombre con un agujero en el rostro- puede continuar.
Ahora la rubia me analiza, siento sus magnéticos ojos escaneándome y adivino la cuantiosa cantidad de defectos que enlista sobre mi aspecto. Dejo escapar un suspiro de fastidio y decido enfrentarla.
-¿Qué?
Guapa. Es la característica que faltaba en mi descripción. Pero su belleza natural la opaca esa expresión arrogante que a todas luces es usual en ella. No se trata de una mujer joven, las pequeñas marcas cerca de sus ojos delatan un largo recorrido en el trayecto de la vida.
-Vete de aquí, niña.
Es una orden. Son las palabras del coronel a un soldado raso.
Maneja perfecto el español, pero en su acento aún quedan rastros de ese otro idioma refinado y molesto que escuché mientras alegaba por teléfono.
-Mira, no sé quién eres o quién te crees -la miro a los ojos- pero yo también pagué por estar aquí -bueno en un 20%, el resto lo hizo la universidad, lógicamente no mencionaré aquello frente a su majestad- y no veo ningún letrero que diga: Exclusivo para presuntuosos.
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PÍDEME LO QUE QUIERAS (MAFIN)
RomanceADAPTACIÓN: lib. Pídeme lo que Quieras. Altanera. Enigmática. Dominante. Provocadora. Marta de la Reina es tan guapa como peligrosa. Debo salir corriendo... En la lógica como en el amor, los polos opuestos se atraen para destruirse. MARTA DE LA...