Capitulo 15

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EPSILON

Pero cumplió su palabra y desapareció con la misma agilidad con la que llegó. Supongo que ir y venir es su talento natural, y el mío es odiarla cuando la tengo cerca y enloquecer cuando se va. 

¿Cuál es el juego que el destino ha planeado con nosotras?  

Ahora el Instituto Educativo de Aston es propiedad de una millonaria y veo como el dinero altera cada muro de mi universidad en cuestión de días. Todo el equipo del taller ha sido reemplazado y mi pizarrón movible ahora es un elegante tablero digital donde mapeo a detalle cada procedimiento de Epsilon y cada vez que quiero escribir el nombre de de la Reina en el navegador aparece, arrojo mi teléfono lejos. Con Tasio a mi lado puedo ignorar el drama de un amor no correspondido y comemos pizza en el taller mientras nos concentramos en terminar los proyectos.

Siempre tuve razón, el amor lo complica todo y posiblemente no nací para eso.  

Una nueva prueba de Epsilon fracasa y hago una pataleta que nadie puede ver, hoy todos se han marchado temprano y mi fiel amigo me ha dejado abandonada por un partido de soccer. No sé qué extraño más, si a Tasio o la pizza que podría estarme comiendo si él se hubiese quedado, porque yo sola soy demasiado cobarde para contrabandear comida al taller, donde hay equipos que valen más que mi riñón.  

― ¿Me permite pasar, señorita Valero? 

Me sobresalto, esa voz pone mis sentidos en guardia.  

 —Adelante —me aclaro la garganta, no puedo negarle el acceso a su propia universidad, pero empiezo a guardar mis apuntes.  

Los pasos de Marta producen eco, aunque avanza sin prisa, llega hasta mi escritorio antes de que consiga escapar.  

― ¿Puedo hablar con usted?  

Aprieto los labios enfocando mis ojos en ella, ¿hablar? 

Lleva el cabello recogido y eso me permite apreciar mejor su tatuaje, ¿Por qué lleva una runa de amor cuando salta a la vista que no conoce ese sentimiento? 

“Para engañar a niñas ingenuas” Me responde una vocecita burlona.  

―Están esperándome afuera —arrastro el cierre de mi mochila y me pongo de pie. 

―Es tarde, sus amigas ya no están aquí, las he visto marcharse ―actúa extrañamente tranquila, aprieta la mano izquierda alrededor de su pelota y toma asiento en una butaca alta que está enfrente de mí― Su novio se encuentra a mitad de un partido. 

Siento que han levantado muro a mi alrededor y ahora estoy atrapada con una mujer a la que no puedo dejar de mirarle los labios. 

― ¿De qué quiere hablar? ―pregunto indiferente, poniéndome las manos en la cintura y levantando el mentón. 

De la Reina observa con atención algo a mis espaldas y me veo obligada a girar para descubrir que es lo que sus ojos analizan de esa forma. 

—Son apuntes —estiro el brazo, presiono un botón y la pantalla del tablero se cubre de negro. 

—No está empleando correctamente la función srvmain. 

Arrugo el entrecejo y de nuevo volteo hacia el tablero, Marta sigue mirándolo, aunque ya lo he apagado. 

—Ocurre que yo la hice… sé cómo funciona y donde utilizarla —levanto las cejas. 

—Adivino, contiene un bucle infinito que está atendiendo continuamente las peticiones de servicio de ficheros —sus ojos viajan hasta mí. 

—¿Usted no puede husmear en mi código? 

“Si puede, estás en su universidad”  

Al diablo. 

—No lo hago —su tranquilidad comienza a enfermarme— sucede que todos los programadores piensan igual. 

—Eso explica por qué es una de nosotros —ataco molesta. 

—Si pensaran como yo, mi fortuna no hubiese ascendido de la misma forma. 

Blanqueo los ojos. 

—Pues usted no conoce Epsilon y mis funciones trabajan correctamente. 

—¿Y por qué sus equipos mueren cada vez que lo ejecuta? 

Pégale. Quiero pegarle.  

—Bueno, eso es algo que ya estoy descifrando 

Marta se levanta, rodea el escritorio y me quedo paralizada cuando pasa su mano por mi cintura. Instintivamente, hago el cuerpo hacia adelante para entrar en contacto con el suyo, pero en lugar de tocarme coge un marcador digital que está sobre el escritorio y se aleja para encender el tablero. 

¿Qué demonios…? 

Los ojos de Marta están fijos en la pantalla y yo me recupero de 30 infartos. Me odio, me odio por caer de esta manera, me odio por desearla tanto, y me odio porque en lugar de salir corriendo decido quedarme a su lado. 

—Llevo tres años trabajando en esto, doctora. Tal vez usted es brillante, pero no podría entenderlo.  

Alarga el brazo y comienza deslizar sus dedos sobre el tablero para revisar los esquemas que básicamente son el alma de Epsilon. 

—Necesita una variable que almacene el número de procesos que ha efectuado la petición —usa el marcador para encerrar CtrEjec— No puede seguir empleando esta para dicho fin, pues en este caso, su valor debe ser del proceso servidor. 

La veo con desconfianza y le arrebato el marcador. 

—Ha revisado mi proyecto antes —la acuso— además ya tengo un bucle que se pregunta si hay alguna petición en espera. 

—¿Ha considerado que tengo mis propios proyectos? —pregunta quitándome el marcador— y ese es su problema. ¿Qué ocurre cuando su bucle no encuentra peticiones para ordenar? —traza un enorme signo de interrogación sobre mi diagrama— el proceso servidor se duerme indefinidamente. 

Al concluir señala mis monitores apagados. 

¿Cómo diablos…?  

—Usted lo revisó —insisto cogiendo un cuaderno que está sobre el escritorio— no tengo pruebas para acusarla y no las necesito —empiezo a tomar notas, porque es una idiota, pero me acaba de salvar el trasero. 

—Soy brillante, señorita Valero, ¿cuántas veces debo recordárselo? 

—Llevo un año buscando la falla, nadie en el mundo puede resolverlo en cinco minutos. 

Levanta una ceja. 

No voy a creerle jamás. 

—Hay que inhibir y permitir interrupciones en los momentos adecuados para crear regiones críticas —aconseja y presiona un botón que apaga el tablero— pero no le pedí que se quedara para hablar de esto. 

Tuerzo los labios y de nuevo me concentro en ella. 

—¿De qué quiere hablar, doctora de la Reina? 

—De nosotras. 

—¿Nosotras? —no puedo disimular la ironía en mi voz. 

—De las ganas que tenemos de besarnos en este momento. 

PÍDEME LO QUE QUIERAS (MAFIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora