Capitulo 13

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UN BUEN NEGOCIO

 

—Estás completamente loca— Claudia corre para alcanzarme. 

—Te advertí que no quiero volver a hablar contigo —bajo las escaleras tranquilamente. 

—Te van a expulsar y eso, en el mejor de los casos, podrías ir a prisión… estás arruinando tu vida. 

Voy a contestarle que está exagerando todo cuando escucho que me llaman a través de las bocinas. Claudia hace un gesto de: Te lo advertí. Me llevo las manos a la cintura, ahora debo ir a la oficina del rector y eso no me asusta tanto como pensar que de la Reina estará ahí. 

 —Humillaste públicamente a una millonaria —dice muy seria— espero que tengas un plan. 

Se va sin añadir nada, no tengo un plan, pero no me arrepiento por haberla golpeado. Mientras camino a la rectoría pienso con orgullo que lo haría de nuevo. 

La secretaría me ve con enojo por interrumpirla a mitad de una llamada y me anuncia sin muchas ganas. No me hacen esperar, y entro a la oficina para recibir mi sentencia dando pasos lentos. 

—Buenas tardes, señorita Valero —saluda serio— supongo que ya sabe por qué la he llamado. 

Es muy joven para el puesto y varias veces lo he visto siendo particularmente amable con las chicas. 

—Por darle una bofetada a Marta —arrastro las palabras. 

—A la doctora de la Reina—me corrige molesto y señala la silla frente a su escritorio— ¿Piensa a menudo en su futuro, señorita Valero? 

Blanqueo los ojos. 

—¿Sabe que puede expulsarme sin dar un discurso? —suelto, ya no puedo estar más hundida. 

El rector me mira con el ceño fruncido. 

—No me gusta esa actitud —señala con voz grave— sus notas son buenas y no ha tenido problemas antes, pero la falta de hoy es suficiente para que la saque de esta universidad escoltada. 

—Ya me iba —digo sin dejarme intimidar. 

—Ocurre que ahora esa decisión no me corresponde —expone y por fin se acomoda en su silla— Me han solicitado que no se le moleste por lo sucedido en el taller de innovación. 

Lo miro sin entender. 

—Si no me van a expulsar, ¿Por qué estoy aquí? —pregunto grosera. 

—Por lo mismo que yo estoy sentado aquí —dice apoyando sus manos sobre el escritorio— quiero que lleguemos a un acuerdo. 

Mi cara es un signo de interrogación. 

—¿Quiere un acuerdo conmigo? 

—¿Cuál es la naturaleza de su relación con la doctora de la Reina? —pregunta directamente. 

¡Corre! 

—¿La naturaleza de mí…? 

—No voy a perder el tiempo fingiendo ingenuidad —dice mirándome atento— La doctora de la Reina es una mujer a la que notan, y la notaron especialmente cerca de usted durante aquellas conferencias a las que asistió su grupo hace 3 meses. 

¡Corre! 

—En realidad estaba con todas… 

—Y yo la noto interesada en que no se le reprenda por lo ocurrido hoy —señala con firmeza— observando es como conseguí este puesto, y espero conservarlo por muchos años. 

¡Corre! 

—Bueno, creo que eso ya no tiene nada que ver conmigo. 

—Pienso en mi futuro y usted, señorita Valero debería pensar en el suyo. El ingeniero Portilla me ha comentado que Epsilon es un proyecto muy ambicioso —lo dice como si entendiera mi trabajo— La doctora de la Reina no llegó por casualidad y mi pregunta es, ¿hasta dónde quiere llegar usted? 

—¿Sugiere que…? 

—Sugiero que domine sus impulsos, sonría con frecuencia, hable con las personas correctas y llevemos la fiesta en paz. 

Marta de la Reina es una mujer a la que todos quieren complacer, supongo que si ella es feliz llueven dólares y eso es lo que mueve el mundo. 

Paso por el tocador y me echo agua en la cara varias veces. Ya no me lastima pensar en ella, pero ¿ahora qué? ¿Estará en la universidad? ¿En la ciudad? ¿La tengo que ver todos los días?  

¿Y si me busca? 

Nuevamente el agua fría me golpea el rostro. 

No debo permitirle estar cerca, porque el amor se puede disimular, pero el deseo no, y si ella sonríe voy a saltarle encima. 

Hasta que estoy lejos de la universidad saco los auriculares que llevo en la mochila, debería estar trabajando con Epsilon, pero ahora de la Reina ha contaminado mi escuela y no podré concentrarme. Comienzo a desenredar los cables sin ver por donde camino, esta tarea me absorbe y tardo en notar que algo se mueve a mi lado. 

Tengo varios infartos al mirar con el rabillo del ojo a la mujer que avanza junto a mí. Va muy relajada, pero en mi cerebro acaba de soltar una bomba nuclear.  

¿De dónde demonios ha salido?  

Puedo golpearla de nuevo, o correr o ignorarla. Cualquier opción es buena y por eso me cuesta elegir una. Pero mi cerebro y mi cuerpo no están en sintonía, mientras uno solo piensa en alejarse, al otro le han lanzado un cerillo después de rociarle gasolina y la lengua de Marta conoce cien maneras de extinguir este incendio. 

El aire deja de ser suficiente. Las piernas me tiemblan.  

“Jugó contigo” me recuerdo molesta.  

La miro de reojo una vez más, lleva en los labios una sonrisa jodidamente sexi.  

“Sigue jugando contigo” 

Me detengo abruptamente.  

― ¿Qué quieres?  

Marta también se detiene, sus ojos brillan. Genial, elige el peor momento para tener una mirada expresiva. 

―A usted.





 

PÍDEME LO QUE QUIERAS (MAFIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora