Capitulo 20

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MI MUJER

Su majestad es una obsesiva del trabajo, por eso no tiene una dirección fija. Le encanta viajar a Córcega, leer a Hemingway y beber vino. 

No es de esos millonarios que tienen padres millonarios, ella no estudió en universidades de prestigio, ni tomó cursos intensivos en Suiza. Ser brillante es el secreto de su éxito. 

Cuando alguien más se acerca deja de hablar, si debe interactuar, se limita a dar respuestas cortas. Detesta a los reporteros, y más que le tomen fotos; en realidad creo que odia a todo el mundo menos a mí. Pero para hacer sus proyectos necesita ser millonaria, y rodearse de personas con esta cualidad, los inversionistas no confían en un ratón de biblioteca, por tanto, tuvo que “vender su imagen” como ella lo describe. 

Da conferencias porque eso, y salir con modelos hermosas, la coloca en las primeras planas. Lo cual resulta conveniente cuando Gelecek lanza un nuevo vehículo.

Su color favorito es el blanco, la canción que menos le aburre de Zoé es “Dead” y las hamburguesas le producen asco. 

—¿Me está escuchando, señorita Valero? —irritada, chasquea los dedos cerca de mi oreja. 

—Sí, su majestad. Explica que sus ideas siempre son mejores y no sé qué más… 

El auto se detiene en un semáforo mientras de la Reina me pone mala cara. 

—¿Qué hay de malo con Hipernova? 

—Es tu empresa, si algo sale mal entre nosotras también se arruinará mi carrera. 

—Jamás los mezclaría. 

—Yo sí… para mí sería imposible. 

Suspira. 

—Epsilon sigue aquí. 

—Creo que ni siquiera es legal fundar mi propia empresa para hacer prácticas. 

—Pues piense en algo más —arruga el papel y lo lanza al asiento trasero— estas opciones son pésimas.  

Sonrío y me acomodo a horcajadas sobre ella. Anoto esto como una ventaja de los autos inteligentes, puedo besarle el cuello cuando está enojada. 

—Me quedan dos semanas, voy a elegir una empresa al azar y pediré mi entrevista. 

—La usarán como secretaria y ni siquiera le ofrecen un sueldo. 

—Pero es un requisito de la universidad —se tensa al sentir mi lengua recorriendo su oreja— y será una buena excusa para vernos más tarde. Por favor Marta, debo cumplir con mis cosas… 

—Mi mujer no va a vivir a la sombra de nadie. No lo soporto. 

Detengo los besos sobre su cuello porque esa palabra me deja en shock.  

Mi mujer. 

—Soy tuya —y atrapo su boca para impedir que llegue una absurda disculpa— pero no te confundas, quiero seguir mi camino y que tú continúes el tuyo, encontrar la forma de hacerlo juntas. Quiero seguir siendo libre, y eso no significa que voy a fallarte. Te prometo que mi libertad y mi lealtad siempre van de la mano. 

—Es muy difícil para mí no ayudarla —me acariciaba el cabello. 

—Cuando necesite ayuda, usted será la primera en saberlo —capturo sus sensuales ojos— ¿confía en mí? 

Sonríe. 

¿Ya he dicho antes que es preciosa? 

—Absolutamente.  

PÍDEME LO QUE QUIERAS (MAFIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora