Cuando Macaque entra al cuarto, ve a MK con la mitad de las extremidades colgando desde el borde de la cama, su cara contra la almohada, su boca abierta babeando y haciendo sonidos de ronquidos, con tapones sobre sus oídos para bloquear el sonido. Es bueno que el chico siga tranquilo y durmiendo, pero eso no hace que se sienta menos incómodo con la vista de su propio cuerpo luciendo tan primitivo. Agradece que no haya nadie más aquí para verlo.
Con un suspiro de decepción para sí mismo, se acerca al joven y le arropa con las mantas que ha tirado a un lado de la cama. MK sonríe, su forma moviéndose más hacia abajo para estar más cubierto, pero todavía está desparramado encima del colchón, usando todo el espacio para sí mismo.
Macaque deja el celular del joven sobre su mesa de noche, justo a tiempo para ver la pantalla iluminarse ante el mensaje entrante que Mei ha enviado a un chat de "operación mejores amigos", pero él no está interesado en que dirán los chicos, ni tampoco quiere meterse todavía más en medio de la privacidad de MK.
Así que, sin nada más que hacer, se acuesta sobre su bolsa para dormir a mirar el techo y a esperar a que sea la hora de salir.
(⋯)
—Psst, psst, Mac.
Ah, el prodigioso y reconocido dolor de cabeza por haberse saltado una noche de sueño.
Macaque abre sus ojos llenos de venas rojizas debido al agotamiento para ver a MK agitándole para que despierte. —Hey, chico.
El más joven parece feliz de verle. —¡Ya despertaste! —exclama, volviendo a ser tan ruidoso como siempre. —¡Vamos, se va a hacer tarde para el entrenamiento!(⋯)
Ambos siguen sus rutinas de aseo diario, MK mirando fijamente a través del reflejo del espejo al rostro agotado de su compañero, mientras se cepillan los dientes.
—¿Adonde fuiste anoche?
Macaque se atraganta con el agua y pasta de dientes. MK se apresura a darle golpecitos en la espalda.
—Pensé que estabas durmiendo. —Macaque dice, limpiando sus labios con las mangas de su sudadera.
—Te vi salir del cuarto, pero no cuando volviste. ¿Fuiste a alguna parte?
Macaque quiere creer que eso significa que no oyó nada de la conversación que tuvo con Wukong y, sobretodo, que no vio lo que hicieron.
—Solo fui a dar una vuelta.
—Oh. —MK aún no termina con el tema. —¿Por qué te llevaste mi celular?
Pese al sonrojo, él pone su mueca estelar: arrugar su nariz, entrecerrar sus ojos, bajar las cejas. —Necesitaba hacer una llamada.
—¿A Monkey King? —Mk tiene toda su atención puesta en él, lo que es increíble considerando el poco enfoque que tiene.
Macaque se habría atragantado de nuevo si estuviera todavía lavándose los dientes. ¿Cómo es que MK sabía a quién había llamado? ¿Era tan obvio?
—No, a otra persona. —él mira a otra parte.
—Pero el historial le pone como la última llamada que hubo.
¿Un qué? El demonio nunca había tenido un celular. ¿Cómo iba a saber que se podían ver esas cosas?
—Debe ser un error. —dice, sin saber cómo salir de esta situación.
MK aún le mira a través del reflejo, su cola agitándose tras suyo y una sonrisa formándose en su rostro. —¿Estabas preocupado por él?
—No me preocupo por ese tipo. —La expresión molesta de Macaque es poco creíble por lo rojo que está.
—Claro, claro. —MK parece muy feliz; su tono ligero. —De todos modos, —dice un poco más serio —no revisaste mis mensajes, ¿verdad?
Macaque agita su cabeza en negativa. —No lo hice. Es tu privacidad y no quiero hundirme más en tus cosas. —él dice, pensando en cómo ya está metido en su cuerpo, en su ropas y en su casa y lo incómodo que esa idea le hace sentir.
MK asiente con la cabeza, más tranquilo al saber que no vio el chat en el que él, Monkey King y Mei buscan maneras de que Macaque se lleve mejor con el inmortal.
(⋯)
La lancha se detiene en la costa de la isla y los chicos se encuentran con Wukong ahí mismo, usando un traje de baño celeste, doblando sus brazos sobre su pecho y sonriéndoles, su cola agitándose ligeramente detrás suyo y su expresión haciéndose más brillante al verles, aunque intente mantener la compostura.
—¡Monkey King! —MK saluda emocionado, saltando del medio de transporte y corriendo por la arena hasta estar a un lado de su mentor. Macaque mantiene su mirada obstinadamente lejos de él, pero los bordes de sus labios se doblan hacia arriba.
A pesar de sus intentos, Wukong se encuentra cayendo de nuevo ante la idea de que MK hace que el cuerpo de Macaque se vea muy extraño. Aveces sus expresiones amplias y alegres logran que se vea adorable, como lo sería en su verdadero cuerpo, pero muchas otras veces las muecas exageradas se traducen de mala manera en el rostro normalmente demasiado serio, como ver algo muy conocido con detalles que no le corresponden, dando la sensación de que es sacado directamente del valle inquietante.
Macaque también hace ver extraño el cuerpo donde se encuentra, demasiado serio, con posturas rectas, mostrando poca emoción, escondiendo sus intereses y pareciendo más maduro. Los mechones largos sueltos cayendo a los lados de su rostro, enmarcándolo, y las ojeras bajo sus ojos solo acentúan ese aspecto anormal, menos amigable y efusivo que el de MK.
Es extraño que con todo esto sienta que puede ver más fácilmente al demonio en los rasgos, imaginándole con su aspecto normal, pero le cuesta hacer esto con respecto al chico, el solo mirarle haciéndole pensar más en lo extraño que es antes de en lo normal que son sus acciones teniendo en cuenta quién es.
Wukong debe sacudirse una vez que el dúo está frente a él, recolectando sus pensamientos y centrándose en lo que tiene planeado para hoy.
—¿Qué haces aquí? —MK pregunta con menos entusiasmo, como si acabara de darse cuenta de que este no es su punto de reunión habitual, su mirada escaneando el lugar que su mentor había preparado para la ocasión.
Hay dos varas altas que se elevan desde la arena, sosteniendo una red, los alrededores marcados con cuadrados y líneas, una silla de plástico a un lado, una pelota tirada en el suelo y dos clones esperando al lado de la cancha de voleibol previamente preparada.
—Parece que finalmente haremos algo aparte de golpear bambúes. —Macaque dice, también observando el terreno arreglado.
MK parece emocionarse, moviéndose de arriba a abajo con una gran sonrisa. —¿Qué haremos, qué haremos?
Monkey King pensaba que ya era bastante obvio lo que harían, pero lo dice de todos modos. —Pensé que podríamos jugar voleibol. Seguro les ayuda a coordinarse mejor.
MK deja de moverse. —Oh.
Los dos mayores le miran, confusos con su reacción. —¿Qué pasa? —Macaque pregunta.
—No sé jugarlo.
Ah, tiene sentido.
Wukong se acerca al chico, colocando una mano sobre su espalda. —Está bien, aprenderás.
(⋯)
Con la intención de no llenar sus ropas de arena, el dúo intercambiado usa unas casetas que fueron hechas con pelo mágico (al igual que todo lo demás) para cambiarse. Mientras están lejos de Wukong, Macaque le advierte a MK que oculte las cicatrices, así que el chico se queda con la camiseta negra que le había comprado Mei, una de metal, de alguna banda que no conocían, pero que creyeron que encajaba con el cuerpo porque era edgy y cool.
El mayor tiene frío, así que se queda con la sudadera gris descolorida que ha estado usando, con el cierre abierto y su pecho al desnudo. Los cabellos largos los peina con sus dedos hacia atrás y los amarra con una cinta para el pelo tras su cabeza en una corta cola de caballo para que no le tapen la vista. Él siempre logra hacer que el cuerpo de Mk se vea extrañamente serio, ordenado y maduro.
Ambos se colocan unos trajes de baños rojos, de los que parecen pantalones cortos, y unas sandalias. Macaque no está muy entusiasmado con usar esto, porque también está hecho con la magia de Wukong y no confía en él lo suficiente. Si él o MK quedan desnudos en medio de esto, volverá a idear una venganza contra el inmortal.
(⋯)
—Me voy a quemar de nuevo. —Mk se queja, ya vestido y al lado de los otros dos, mirando a Macaque. Es obvio que se refiere a su cuerpo original con estas palabras, porque su piel pálida siempre ha sido propensa a enrojecerse bajo el sol.
—Oh, cierto. —Monkey King saca más de sus cabellos, convirtiéndolos en un recipiente con crema solar. No debería olvidarse de estas cosas.
Él se la ofrece al ex demonio, que la mira unos segundos antes de arrebatársela de las manos y apretar el tubo para sacar la crema, comenzando a echársela en silencio.
Wukong se queda observando el peinado, la expresión molesta, la misma sudadera que uso durante la madrugada, la manera en la que se frota demasiado fuerte y sin cuidado; a Macaque. ¿Por qué había tantos detalles que hacían tan obvio quién era realmente? Le era difícil pensar en otra cosa, concentrándose en todo momento en buscar esas pequeñas cosas que le diferenciaban de quien era el dueño original de ese cuerpo. Y quería ver que tanto más podían asomarse las características del guerrero a través de esta forma tan diferente.
MK mira entre los dos, incómodo. ¿Qué era tan interesante de ver para Monkey King? —Eh, es bueno que ya no se vaya a quemar. —dice, intentando desviar la atención del mayor del cuerpo que era originalmente suyo.
Macaque es el que habla, terminando de echarse la crema y abrazándose a sí mismo. —Me preocuparía más por el frío.
Wukong sale del trance con eso, pestañeando una vez antes de mirar a MK. —¿Eres friolento? —el mayor pregunta, desviando su atención ahora al cielo soleado.
—Nunca lo he sido, no. —MK responde.
Hoy era un día especialmente caluroso para ser recién a mediados de marzo, al principio de la primavera en China, casi sin nubes ni viento.
—¡Bueno, entraremos en calor mientras jugamos! —Wukong ya está yendo a la cancha de juego, con una sonrisa. —Y ya que no quiero que se pongan celosos con respecto a quien va a jugar con mi clon y quien jugará conmigo, ¡haré que sea una sorpresa! Dense la vuelt-...
—Jugaré con el clon. —Macaque dice, sin querer demorar más, ni avergonzarse con este tipo de cosas.
El mono anaranjado está muy decepcionado. —Ah, claro.
—¿Y por qué hay dos clones? —MK está mirando a la copia restante.
—¡Ah, ese es el arbitro! —Monkey King exclama y el clon hace sonar su silbato, haciendo que el chico se tape los oídos con las manos, cerrando un ojo en respuesta al sonido chirriante. El mono anaranjado se le acerca y le susurra: —Realmente no confío en él.
Nadie confía en un árbitro, ni siquiera cuando es tu propio clon.
Macaque ya está en su lado de la pista, junto al clon que es de su equipo. MK se pone junto a su mentor. —Bien, ¿qué debo hacer? —Otra vez se ve lleno de energía.
Wukong agarra la pelota. —Solo debes encargarte de que la pelota no toque la red ni el suelo de nuestro lado, mientras intentamos que a Mac y Wuk-clon se les caiga a su lado.
—¡Oh, no parece tan complicado!
Macaque está silenciosamente de acuerdo, ocultando el hecho de que tampoco se sabía las reglas y se siente más tranquilo ahora que ve lo simple que el juego es.
—¿Haces los honores? —Wukong le ofrece la pelota a MK, que le sonríe y la toma, su lengua asomándose por su boca mientras camina en reversa más lejos de la red y luego la guarda al comenzar a correr más cerca de esta, saltando al aire, levantando la pelota y golpeándola hacia el otro extremo de la cancha.
Macaque corre inmediatamente para evitar que caiga en su lado, recordando en el último momento que no tiene cola para atraparla con esta y optando en su lugar por darle una patada, lo que eleva suficiente la pelota como para que el clon la alcance y la golpee de vuelta al otro lado.
Y así, el juego comienza. Wukong sigue explicando las reglas a medida que se acuerda de ellas, generalmente después de que su clon haga sonar el silbato para señalar una falta. Para el mono anaranjado es increíblemente fácil alcanzar la pelota y devolverla, haciendo que no se tome el juego en serio, aunque con todas las habilidades que tiene y la gran cantidad de tiempo que ha vivido, realmente no hay mucho que él se tome en serio a este punto.
MK y Macaque parecen seguir tan torpes como los últimos días, pero al menos cree que se están divirtiendo. El chico sin duda lo está y Macaque se ve muy concentrado en no dejarse vencer, lo que le parece fascinante. No está jugando bien, pero se está esforzando. Wukong sabe que si no estuvieran en esta situación, tendrían una partida mucho más justa y que él realmente sería un buen oponente.
Así siguen un buen rato y con cada vez que uno de los equipos consigue un punto, el clon arbitro toca su silbato, señalando con una bandera pequeña en la dirección donde la pelota haya caído. Macaque parece cada vez más cansado, mientras que el rey debe cada vez fijarse más en evitar que MK caiga al suelo por sus tropiezos. Realmente son un desastre.
Es solo cuarentena minutos después que se logran anotar tres puntos que el árbitro salta, dos banderas blancas levantadas siendo agitadas mientras sopla su silbato, el que luego deja caer para hablar, el instrumento cayendo a su pecho y siendo mantenido allí gracias a estar amarrado con una cuerda alrededor de su cuello. —¡Monkey King, MK, ganan!
El chico salta directamente contra su mentor, abrazándole con fuerza. —¡Lo hicimos!
Wukong sonríe, abrazándole de vuelta y agitando su cabello, hasta que el chico se separa un poco y se encuentra mirándole directamente a los ojos. De repente, se queda quieto, admirando la sonrisa extensa, donde se muestran sus dientes blancos, los colmillos afilados resaltando, las comisuras de sus labios abultando las mejillas, las que a su vez aprietan los ojos y los hacen verse como pequeñas medias lunas hermosas, doradas y brillantes en medio de la marca facial rojiza. Es la cara de Macaque, que luce brillante y amorosa. El mayor se encuentra olvidando quien está al mando de ese rostro una vez más, sintiendo mariposas.
—Sí, lo hicimos. —su mueca se dobla ligeramente en una sonrisa tímida, sin dejar de mirar los orbes dorados, ya soñando con en un futuro poder ver eso a diario.
MK ya se está alejando, completamente ignorante de lo que está pasando en la mente de su maestro, aún lleno de energía y colocándose al otro extremo de la cancha. —¡Juguemos otra!
El mayor aún está en trance, suspirando. —Lo que tú desees.
Entonces la pelota pasa directamente en frente suyo, rosando su nariz, haciéndole finalmente salir de sus fantasías. El clon-arbitro hace sonar el pitido. —¡Falta!
Mk abre bien los ojos ante el disparo que salió sin previo aviso, inmediatamente al lado suyo. —¡Monkey King! ¿Estás bien?
Wukong le mira un instante, su sonrisa inestable. —No te preocupes, estoy bien. —Responde rápidamente, cambiando el enfoque de su atención a la persona que hizo el lanzamiento estelar.
Macaque, en el cuerpo de MK, tiene el ceño fruncido, sus manos en sus caderas y sus ojos fijos en él, como si intentara usar rayos láser para quemarle.
Wukong traga saliva sonoramente antes de ofrecerle una sonrisa con la intención de aplacar la ira, pero lo único que obtiene en retorno es que Macaque se ponga a negar lentamente con la cabeza, moviéndola de izquierda a derecha. Él no está feliz.
El inmortal se da cuenta ahora de lo mal que debe lucir la situación y está sintiendose arrepentido e incómodo a partes iguales.
MK mira entre los dos, pestañeando con confusión. —¿Qué pasó?
Macaque resopla antes de poner su sonrisa irónica. —Quería matar un horrible insecto, pero lamentablemente fallé.
Aunque el demonio no quería realmente golpear a inmortal, por lo que falló a propósito. Está inseguro de sí en realidad debió haberle dado.
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Overshadowed
FanfictionTras un incidente, MK y Macaque terminan intercambiando sus respectivos cuerpos y magias. El equipo está buscando como solucionar esto, casi no avanzando hacia una manera de lograrlo. El tiempo pasa y MK comienza a notar como a su alrededor pequeñas...