Capítulo 25: Let me see you, let me take care of you (1)

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Wukong está tranquilamente saliendo de su cocina con algo para comer, llevándolo hacia la sala de estar, donde se detiene a mirar una extraña línea rojiza que parece temblar sobre una de las paredes. La forma se abre como un ojo, su centro oscuro y profundo como un abismo. El inmortal reconoce haber visto antes, pero la lentitud con la que está siendo creado hace que sea ligeramente perturbador. MK no debe ser bueno con los portales de sombras.

Deja su comida sobre una de las mesas y se queda observando la creación mágica, hasta que las sombras escupen dos formas conocidas, las que caen en el suelo, uno sobre el otro. MK aterriza de cara, su cola levantada y erizada, Macaque cae sobre él, su espalda doblandose sobre la del chico y su cabeza aterrizando en el piso. Ambos dejan salir un "agh" alargado que demuestra lo mareados que están.

El inmortal dobla sus rodillas para estar más cerca de ambos, mirándoles con simpatía. —¿Viaje turbulento?

El guerrero abre sus ojos desenfocados, pestañeando unas veces antes de que sus pupilas apunten en dirección al rey. —Le advertí que esperara hasta que el portal estuviera estable.

—¡Pero se veía bien! —MK se queja, su cara aún contra el piso, el sonido de su voz sonando ahogado por esto.

Wukong sonríe ante esto, enderezándose y ofreciéndole una mano a Macaque para ayudarle a levantarse. El contrario lo observa, como dudando en si aceptar el gesto, hasta que termina accediendo a ello, apoyando su peso sobre el mayor y levantándose. Ambos ayudan a MK a pararse y el chico sacude con sus dos manos el polvo de su ropa, con una expresión de insatisfacción debido a lo decepcionado que está consigo mismo por haber fallado de nuevo en el uso de este poder.

—Pensé que les había dado el día libre para que descansaran —el de cabellos anaranjados dice, fijándose en Macaque y en cómo las ojeras bajo sus ojos se han vuelto más prominentes y sus labios han empezado a partirse. —No creo que te hayas curado ya del resfriado.

—Me siento bien —el ex demonio de sombras espeta usando una vez más su muletilla, la que nadie se ha estado creyendo por un tiempo.

MK, que seguía acomodando su ropa, los mira a ambos con una expresión más tranquila. —Pigsy y yo intentamos que se quedara en cama, pero seguía levantándose para escribir. Me ofreció enseñarme a usar sus portales y supuse que estaría sintiéndose mejor. No se ve tan mal como ayer, al menos.

Wukong suspira, rascándose el cuero cabelludo. —Sé que te dije que sería bueno que le enseñaras a usar tus portales, pero esas cosas pueden esperar, Mac.

—Es mejor hacer las cosas rápido. Ya llevamos demasiado tiempo así —responde con un tono cortante, la molestia obvia en sus palabras y la expresión cansada. Él solo quiere volver a su cuerpo para acabar con la actuación de la gente a su alrededor; no quiere que se preocupen más por él debido a que ahora es en parte otra persona. Quiere saber qué pasará después de esto. Quiere dejar de tener motivos para confiar, porque mientras los tenga, pueden volver a dañarle.

Los otros dos se miran en silencio entre sí, sintiéndose incómodos ante este tema, que aunque ha estado presente en todo momento durante las últimas semanas, se siente como una puñalada fría cada vez que es mencionado.

Wukong quiere tener que dejar de pensar en la parte de la ecuación en donde el dúo está con los cuerpos intercambiados y poder centrarse en llevarse mejor con Macaque, pudiendo mostrarle su afecto libremente, explicando todos los malentendidos y cuidándole. Porque tal y como están las cosas, todo es mucho más complicado.

MK también está desesperándose por volver a la normalidad, puesto que ha seguido sintiéndose fuera de lugar en todo momento. Ha perdido sus habilidades y gustos, ha sido tratado de manera diferente y se siente incómodo estando en este cuerpo.

—¿No podemos ir ya? —el más joven del trío pregunta suavemente, refiriéndose a ir al reino celestial para averiguar si tienen una manera para volver a sus cuerpos, dándole a su profesor una mirada lamentable.

El mayor se rasca más fuerte la cabeza, como si eso fuese a ayudarle a que una buena respuesta llegue. El dúo todavía es demasiado torpe y le gustaría que MK pudiera usar correctamente los portales antes de llevarles, porque no cree que pueda estar junto a ambos en todo momento y si algo sucede, deberían al menos poder escapar del peligro. —¿Trajeron el bastón? —termina desviando el tema, a falta de algo mejor.

A MK le encantaría decir que sí y que es él quien lo trae, que ya puede volver a sostenerlo, pero el vínculo mágico entre Macaque y él aún no es lo suficientemente fuerte y hoy otra vez se encontró decepcionado de no poder levantarlo.

Macaque niega con la cabeza. —No pensé que fuese a crear un portal hasta tu casa. Se supone que debía ser una distancia corta. —Y de todos modos, quiere que Mk sea quien use el objeto mágico, no Wukong. No planea entregárselo.

MK se mueve incómodamente en su sitio. —Pero no pasó nada malo, ¿no? Llegamos en una sola pieza. —Él no entiende por qué es malo que esté logrando hacer cosas que aparentemente son complicadas con esta magia. En su entrenamiento, mientras estaba en su cuerpo normal, eso ameritaba una felicitación, no un regaño. Poder llevarse a su límite y aprender a usar su magia de diferentes maneras debería ser algo bueno, porque hasta ahora siempre lo fue.

—Chico, tienes que hacerle caso a las instrucciones de Macaque. Sabes que es peligroso usar sus poderes, ¿verdad? —el de cabellos anaranjados dice, incómodo con la idea de que el chico pueda acabar con la reserva mágica del cuerpo en el que está.

MK ha oído eso varias veces, pero no tiene ni idea de porque es peligroso. Nada ha llegado a pasar y Macaque no le ha dejado solo en ningún momento, así que no sabe cómo las cosas podrían salir mal. —¿Por qué exactamente lo es? —su tono es irregular cuando pregunta, haciendo una pausa entre cada palabra, sintiéndose nervioso por otra vez estar pidiendo respuestas y sintiendo que nuevamente se las denegaran.

El inmortal mira a su guerrero, el que tiene su rostro apuntando al piso, su figura viéndose más pequeña mientras se mantiene en silencio, sin respuestas para el joven preocupado. Así que Wukong decide que él es quien va a hablar, porque desconocer algo tan importante es increíblemente peligroso, sobretodo para alguien como MK, a quien le cuesta seguir instrucciones sin un buen motivo de por medio.

—Podrías morir —el dúo de intercambiados le mira ahora fijamente, Macaque porque no puede creer que él esté diciendo algo tan personal y MK porque eso suena aterrador. —El cuerpo de Macaque...

El guerrero le empuja con fuerza usando su hombro, haciendo que el mayor se tambalee hacia atrás, dejando de hablar. —No lo digas. Te he dicho que no lo hagas —sisea con molestia, porque no quiere que los demás conozcan sus debilidades, no quiere tener que explicar porque está tan roto, no quiere tener que volver a recordar y ordenar sus pensamientos lo suficiente como para decir que murió y le revivieron mal.

MK agita su cabeza, saliendo del estupor y apresurándose a estar en medio de ambos para detener cualquier posible pelea. —No discutan —lo dice mirando a quien tiene su cuerpo, mirándole desde arriba, porque ahora es mucho más alto. Macaque se ve molesto, levantando su cabeza y haciendo contacto visual con él. —Necesito saber que está pasando. Por favor.

El celestial se soba el brazo donde le tacleó el guerrero. —No puedes usar mucha magia, es peligroso, eso es todo. —Espera que con eso haya logrado cortar el tema ahí y que no se hagan más preguntas, porque no quiere molestar más a Macaque. Pero se siente mal de no estar explicando algo tan importante, porque MK ha estado en ese cuerpo un buen tiempo y es ajeno a su funcionamiento. Se siente injusto que no lo sepa.

Macaque se da la vuelta, girando sobre su talón y alejándose de ambos hasta estar al otro lado de la sala.

—¿Por qué? —el joven pregunta, las palabras terminando con un largo soplo de aire, como si estuviese rogando por las respuestas.

—Solo es mala genética —Macaque miente, hablando con la fuerza suficiente como para que ambos oigan pese a lo lejos que está.

Wukong mira fijamente la espalda del guerrero, su expresión con obvia preocupación. —Sí, eso.

MK no puede quitarse de encima la sensación de que le están mintiendo. Él se encorva sobre sí mismo, sintiéndose nuevamente como si sobrase. Le gustaría que se llevasen bien entre ellos y que fuesen más sinceros. Le gustaría saber que está pasando con dos de las personas que más le importan.

Macaque tiene un escalofrío visible, abrazándose a sí mismo y tosiendo sobre su bufanda roja, la que hace unos días que no usaba. Wukong reacciona con esto, caminando hasta el guerrero y colocando sus manos sobre sus hombros, moviendo y apretando sus dedos sobre estos como si le masajeara y doblándose ligeramente para hablarle en el oído. —¿Qué tal si te sientas y te preparo algo caliente para beber?

El castaño mueve su cabeza para aceptar la oferta y el mayor le suelta, caminando hasta la cocina. MK se encuentra confundido ante lo que presenció, puesto que pese a que ambos acaban de tener un mal momento y parecía que iban a pelear, como muchas otras veces lo hicieron, este pequeño y último intercambio fue muy tranquilo.

(⋯)

Preparó una mezcla de té que a Macaque le gusta y ahora se está arrepintiendo, porque su sentido del gusto es diferente y esto sin duda alguna será demasiado amargo para sus nuevas papilas gustativas. ¿Debería hacerle otra cosa completamente diferente? ¿Qué sabores disfrutaban ambos? No puede llevarle algo que le guste específicamente a MK, porque anteayer notó que al dúo le incomodaban los cambios que estaban sufriendo y no quiere hacer algo que empeore el ya malhumor con el que están.

La idea de hacer algo más se va por la borda cuando nota que no tiene ingredientes para hacer otra cosa y Macaque nunca ha soportado que use cabellos para crear comida. ¿Tal vez con echarle más endulzante baste? Supone que tendrá que arriesgarse con eso.

Tras echarle cantidades ingentes de edulcorante a la taza y revolverlo un par de veces, Wukong la lleva hacia la sala de estar, donde el dúo le está esperando, ya sentados en el sofá, conversando sobre cómo crear correctamente un portal de sombras.

Se sienta en el borde izquierdo porque Mk está en el medio y, aunque sigue queriendo poder estar cerca de Macaque, cree que en este momento lo mejor podría ser darle algo de espacio. Él deja la taza sobre la mesa, empujándola por sobre la superficie en dirección al guerrero, que se dobla para alcanzarla y la sostiene entre sus dos manos, dejando que el calor pase directamente a su piel.

Macaque sopla la taza humeante antes de darle un sorbo. El rey mira fijamente su reacción, relajando sus músculos al notar que no pone ninguna expresión de disgusto y asumiendo con esto que debió haberle dado al clavo en respecto a la dulzura.

—Entonces, ¿qué tal se están llevando?

El inmortal cambia su enfoque a cualquier otra cosa ante la pregunta, mientras que Macaque deja de beber para responder. —Estar alrededor de este tipo es tan molesto como siempre —y vuelve a tomar del líquido cálido, aparentemente tranquilo, aunque en su mente sigue habiendo una tormenta en la que sus sentimientos están en conflicto. Aún se niega a confiar en Wukong. Aún está esperando que algo terrible le suceda por estar dejándose llevar por las palabras cálidas que no deben ser más que falsedades.

Wukong se siente algo incómodo ante esto, pero cree que lo dicho tiene la intención de ocultar la relación que están comenzando a formar. Él sabe que lo mejor es actuar como si aún se llevasen mal para que MK no descubra lo que hicieron, pero eso no hace que le sea fácil oír a la persona que le gusta diciendo eso. Aún así, él está dispuesto a seguir con esa mentira (al menos parcialmente) para evitar que Mk sepa lo cercanos que son ahora, porque no quiere perder la relación fraternal que tiene con el chico.

—Uhm... —Mk se echa hacia atrás en el asiento, doblándose sobre el respaldo, su cabeza apoyada sobre esta, su rostro apuntando al techo. —No me gusta que se peleen. ¿No pueden dejar de lado sus diferencias? Quisiera que se llevaran bien.

"Ten cuidado con los que deseas"; los dos mayores piensan amargamente, sintiendo el peso de sus acciones sobre ellos.

—MK, el que no nos llevemos bien no debería afectarte —Macaque murmura, con un tono desanimado.

—Es cierto. —Wukong suena más fuerte, intentando subir los ánimos. —Nunca ha sido nuestra intención el hacerte sentir mal cuando discutimos. Esto no tiene nada que ver contigo.

Mk se queda pensando en ello, en parte porque es extraño que Monkey King hable en plural cuando normalmente intentaría culpar a Macaque de manera subliminal, pero también porque él está en el cuerpo del demonio y su maestro le ha dicho lo complicado que es verle, mientras que quien está en su cuerpo ha mencionado que es odiado por el otro. Le hace sentir como si este problema fuese ahora suyo también.

—Me siento un poco metido en todo esto ahora que estoy en este cuerpo —admite, volviendo a enderezar su espalda y mirando hacia adelante. Un lado de sus labios se dobla hacia arriba en una media sonrisa temblorosa y sus cejas bajan: luce incómodo.

El guerrero deja la taza sobre la mesa y luego se echa hacia atrás en el asiento, doblando sus brazos sobre su pecho. —Que Wukong me odie no significa que vaya a hacer lo mismo contigo. —Se deja llevar por sus peores pensamientos de nuevo, su voz completamente seria mientras los pronuncia. No está actuando: su cabeza sigue diciéndole que esa es la verdad, pese a que su corazón quiera pensar otra cosa.

Se quedan en silencio tras esas palabras. MK se ve increíblemente abatido y el mayor se gira para mirar lejos de los dos, tapándose la boca con una mano para evitar el impulso de gritar negando esas horribles acusaciones. ¿A qué estaba jugando Macaque? Una cosa era fingir que no se llevaban bien ante el chico y otra muy diferente era decir eso.

—Él... ¡Él no te odia! —la voz prestada de MK se agrieta un poco en las palabras mientras se gira para mirar a su mentor, que sigue dándole la espalda. —¿Verdad?

Wukong siente un escalofrío al notar que la atención está ahora sobre él y debe decidir si ser sincero o mentir. Sabe que la segunda opción herirá a ambos, pero ser sincero es igualmente una puesta arriesgada. No puede dejar que el hecho de que ama a Macaque sea desvelado justo ahora, porque eso haría todo increíblemente incómodo.

—¿Monkey King? —el chico vuelve a llamar, sonando preocupado. Él recuerda haber hablado con su mentor sobre que no le odiaba y que habían quedado en que buscarían cómo hacer que llegasen a ser amigos de nuevo, pero las cosas no parecían estar mejorando entre ambos y Macaque aparentemente seguía con la firme creencia de que le desagrada al mayor. ¿Y por qué su ídolo estaba demorado tanto en contestar?

El pelianaranjado se gira para que puedan ver su rostro, pero no se atreve a ver a ninguno de los dos. —Es verdad. No le odio, nunca lo he hecho. —Suena apagado y triste, pese a que está intentando poner toda la seguridad que tiene en esta afirmación.

MK inmediatamente se relaja ante esto, mucho más animado que antes. —¡Lo sabía! —exclama y luego se impulsa hacia adelante para abrazar a su ídolo, separándose un instante después y encorvándose cada vez más hasta que vuelve a abrazar al mono, metiendo su cabeza entre su pecho y su barbilla; aún no se acostumbra a su tamaño y algo tan simple como acomodarse para un abrazo puede resultarle molesto.

El mayor intenta relajarse en medio de la muestra de afecto, pero todavía se siente aturdido por las palabras del guerrero. Él coloca una mano sobre la espalda del chico y le da palmaditas, fijando su vista finalmente en Macaque, que tiene la mirada desenfocada encarando el suelo.

Wukong se pregunta si está haciendo algo mal, si es que Macaque aún no confía en él. Sabe que tiene que ser eso, pero no está seguro de cómo remediarlo. Ahora mismo lo que quiere es hablar con él sobre esto, porque necesita decir más que el simple hecho de que no le odia. Está pudriéndose por dentro mientras siente las palabras "te amo" colgando al borde de su lengua, desesperado por volver a decírselas y asegurarle de que es la verdad.

MK se separa, todavía doblado y mirando hacia arriba a su ídolo, con sus ojos brillantes y una pequeña sonrisa. Wukong no se siente tan perdido esta vez, pudiendo imaginar su verdadero rostro lleno de ese afecto. No ha estado mucho tiempo con el chico mientras tiene esta forma y por ello siguen habiendo complicaciones para asociar quién es con cómo se ve, pero las expresiones y acciones son las mismas: es el mismo de siempre y, como tal, merece el mismo trato de siempre, sino es que tal vez incluso más cuidado y cariño que antes debido a la situación desastrosa en la que está. Es esta idea la que le hace atreverse a llevar una mano a su mejilla y acariciarla, moviéndola hasta su frente y sacando cabellos rebeldes que han caído sobre esta del camino, lo que le hace ganar una expresión aún más animada del joven.

Pero, a pesar de los deseos de cuidar de este rayo de sol, no puede evitar pensar en pedirle que salga de la habitación, para así darle un momento en el que pueda hablar con el guerrero, pero las palabras mueren en su garganta porque no sabe cómo hacer que no suenen sospechas ni desconsideradas.

—¿Qué tal si me hablas sobre tu nuevo entrenamiento? —dice en su lugar, buscando algo que pueda mejorar el estado de ánimo entre los tres hasta que encuentre el momento para poder hablar en soledad con Macaque.

(⋯)

MK ha estado un buen rato hablando sobre su experiencia con la nueva magia y haciendo dibujos en un cuadernillo para intentar explicar mejor ciertas cosas, demorando bastante con cada trazo y sacando varias hojas que termina arrugando y tirando al suelo. Wukong está más interesado en su habilidad artística, que pareciera haber empeorado, tomando las notas y mirándolas de cerca. ¿Estará relacionado con su memoria muscular? ¿Macaque será mejor dibujando ahora que está en el cuerpo del chico?

Cada pequeña cosa que descubre pareciera ponerle más presión para llevar al dúo en busca de un remedio para la condición en la que están, porque pensar en que la dedicación que el chico ha puesto en mejorar en el dibujo ha sido para nada si esto es algo irreversible es cruel.

Los mayores han estado observando con atención mientras comen algunos de los bocadillos que se habían dejado en la mesa antes de que el portal se abriese aquí. Cuando los alimentos se han acabado, MK ha dejado casi completamente de hablar, centrándose más en intentar dibujar algo, apretando sus crayones en las hojas para luego terminar rayando, rompiendo y arrugando cualquier cosa que llegue a hacer, hasta que finalmente se rinde y deja todo a un lado, mirando lejos de sus creaciones fallidas, su expresión denotando su creciente frustración y decepción.

Macaque, que ha estado mirando fijamente en silencio, coloca una mano sobre la espalda del chico y comienza a acariciarla lentamente. Se ve casi tan afligido con esto como lo está MK. Wukong agarra más de las hojas, deshaciendo las bolitas en las que están hechas y alisando las superficies para ver su contenido. No sabe de arte y aún así le gustaría decir que puede notar el estilo del chico, que sabe que esto lo hizo él, pero la verdad es que no puede; las líneas son más rígidas y toscas en comparación con las más delgadas y dinámicas que hacía antes y se ve como algo hecho enteramente por otra persona.

—Seguramente Pigsy se pregunta a donde hemos ido; deberíamos volver. —MK se excusa, buscando una manera de salir de este momento incómodo, levantándose y comenzando a caminar hacia la salida de la choza. Macaque suspira, levantándose también para seguirle, pero Wukong le detiene.

—Chico, ¿podrías darme un momento para hablar a solas con Macaque? —el mayor pide, aún con la idea de que necesita aclararle sus sentimientos al guerrero una vez más, porque no quiere que la noción de que le odia vuelva a cruzarse por su cabeza. Sabe que también debería hablar con MK sobre los dibujos, pero en esa materia no tiene ni idea de que decirle.

—Oh, sí, claro —el joven dice, sonando incierto mientras los mira a los dos, preguntándose de que podrían hablar, temiendo que empiecen a discutir y con la idea de que probablemente se tomaran un buen rato en la charla. Tal vez debería ir a dar una vuelta.

Una vez el chico ha salido del cuarto, Wukong le da golpecitos al asiento para que Macaque vuelva a sentarse, esperando que esta vez lo haga más cerca suyo, pero el castaño se deja caer en el mismo lugar en el que estaba, al borde contrario del sofá. —¿Qué es lo que quieres? —aún suena como si estuviese de malhumor.

El inmortal se arrastra sobre el mueble hasta quedar a un lado suyo, apegando su costado al del contrario. —Fue difícil quedarme callado.

Macaque no tiene ni idea de a qué se refiere y aún así ataca: —Por supuesto, querrías toda la atención para ti, ¿no?

Wukong, en lugar de morder el anzuelo y comenzar una discusión, toma suavemente una de sus manos. —Dijiste que te odio. Casi rompo el papel y digo la verdad.

Al mayor le fue difícil mantener sus sentimientos en ese momento. Sabe que lo mejor es seguir actuando como si no se aguantasen para que MK no empiece a sospechar que tienen una relación, pero no puede interpretar el papel de alguien que odia a Macaque, no ahora con lo desesperado que está de mostrarle lo que realmente siente, queriendo cuidarle y hacerle feliz.

El más bajo se encorva más, evitando el contacto visual, mirando sus manos unidas. No le gusta como se ven. Su mano debería verse diferente, más grande y con otro tono; aunque tampoco le gustaba como era antes. —¿Acaso lo que dijiste no fue la verdad? —pregunta, recordando como el inmortal dijo específicamente que no le odiaba. ¿Tal vez ahora admita que sí lo hace?

—Me refiero a decir que te amo —las palabras suenan como un suspiro bajo y resuenan sobre el oído del castaño que puede sentir el aliento cálido rozándole.

Los labios del menor tiemblan ligeramente, sus pupilas moviéndose para ver los ojos del contrario por un instante antes de que vuelva a poner su mirada en otra parte. Otra vez se está acercando demasiado a él mientras siente que no está completo, que debe mantenerse lejos porque no está en condiciones para corresponder a estos sentimientos. Es en parte por eso que se siente tan incómodo y sigue desviando su mirada; porque de otro modo ya se habría dejado llevar y eso es algo que no puede permitirse, porque volvería a dañar a MK.

A Wukong no le gusta que no se estén mirando, ni que el guerrero parezca tan cohibido a su alrededor. Aveces puede ser adorable, pero en este momento quiere quitar esa parte de la ecuación del medio. —Macaque, ¿podrías mirarme?

El demonio entrecierra sus ojos, como si se esforzase aún más en mantenerse firme en el lugar, sin ceder ante el pedido. Wukong suspira y coloca suavemente su mano libre sobre la mejilla más lejana del contrario, empujando suavemente para hacerle voltear y que le encare. Macaque, pese a mover su cabeza, sigue sin ver sus ojos, decidiendo en lugar de ello mirar hacia abajo. El mayor se apega más a él, colocando su frente contra la del más bajo, lo que finalmente hace que este levante la vista.

—Sabes que te amo, ¿no? —los labios gruesos que decoran la cara de color melocotón preguntan y Macaque inmediatamente se siente mareado, luchando en contra de sus deseos, pensando en el sabor salado de los labios y su textura áspera, sintiendo el impulso de querer echarse hacia adelante para poder volver a sentir aquello, pero manteniéndose en el lugar lo mejor que puede.

—No lo sé —es todo lo que logra decir mientras está dividido entre las tareas de "razonar", "controlar sus impulsos" y "maldecir mentalmente".

Cuando abre su boca, Wukong siente su aliento y se da cuenta de que Macaque realmente no está cuidado de sí mismo. Otra vez mira los labios rotos y las ojeras oscuras, mientras también escanea otras cosas del rostro que ahora está a menos distancia. Cree que ha perdido color y que está más delgado. El inmortal le suelta, echándose hacia atrás y suspirando. Macaque está tanto decepcionado como aliviado por ello.

—Lo hago, realmente lo hago —dice suavemente, agarrando cabellos de su propia cabeza y enrollando su dedo índice al rededor de estos. Cuando Macaque nuevamente se mantiene sin respuesta ante sus sentimientos, decide dejar que el tema se deslice y dirigir la conversación a otra de sus preocupaciones. —¿Haz estado comiendo bien?

El más bajo intenta ordenar su mente, tratando de sacarse la imagen que el sol ardiente quemó en sus retinas por su cercanía. —Pigsy se ha encargado de que no pase ningún día sin comer. —Responde por lo bajo, apenas capaz de no tropezarse con sus palabras y recordando el incómodo momento que pasó ayer con el hombre cerdo. —Probablemente tenga que pagar una gran cuenta cuando todo esto termine.

El mayor tira del mechón, sacándolo y haciéndolo brillar, transformándolo en un pequeño envase circular que cabe dentro de la palma de su mano. —¿Cuántas comidas a día?

Macaque entrecierra sus ojos, pensando en ello. —Una, aveces me insiste para que sean dos. —Él normalmente se niega a comer, sintiéndose culpable de estar atrayendo la preocupación de alguien solo porque está en el cuerpo de su hijo. Ha usado su propio escaso dinero para comprar alimentos fuera de la tienda de fideos, pero no suele salir mucho, ni comer mucho. ¿Acaso ha estado maltratando el cuerpo en el que está sin darse cuenta?

—¿Comes en alguna otra parte?

—Lo hago. No pasó hambre —su voz sale ronca y baja ante esa pequeña mentira. Está acostumbrado a comer poco, aunque este cuerpo ha tenido mucho más apetito que el suyo y ha estado ignorando el hambre. ¿Estaba bien que estuviera comiendo la misma cantidad que normalmente ingería en su propio cuerpo? ¿Era normal que MK tuviese más hambre? No está seguro y se siente como si estuviese haciendo algo malo.

Wukong no le cree, pero sabe que no puede solo acusarle de estar mintiendo. En su lugar él hará otra cosa; se ocupará de cuidar de Macaque. En el pasado ya lo hizo, porque el demonio nunca fue bueno admitiendo lo que quería o necesitaba, siempre descuidándose a sí mismo. Le gustaría que se esforzase más por mantener su salud y que viese por su propio bienestar, pero sabe que eso no se arreglará solo con una charla, así que procurará estar allí para él cuando lo necesite, para poder conseguirle todo lo que le haga falta.

El mayor, que aún está tomando la mano del contrario, la mueve con cuidado, haciendo que su palma quede hacia arriba, colocando el recipiente con crema sobre esta. Los ojos castaños siguen la acción, la duda dibujándose en ellos.

—Tus labios están rotos. Te hice un bálsamo labial para que los cuidaras. —Wukong toma entre sus dos manos la de Macaque, cerrándosela como un puño, haciendo que coloque sus dedos sobre el envase.

El demonio suelta un aliento, poniendo una pequeña sonrisa. —Preferiría uno real. No quisiera llenarme los labios de tus pelos.

—Cierto... —El mayor no había pensado en lo malo que sería que la magia se le acabase al artículo en medio de su uso sino hasta ahora. —Está bien, te compraré uno, pero tienes que usarlo.

—No lo necesito —Macaque se niega, como de costumbre, a aceptar la ayuda que quieren darle.

Wukong sabe que se está negando simplemente porque no quiere hacerle sentir forzado a conseguirle algo. Siempre ha sido así; dice no querer regalos pese a que en realidad los aprecie. Así que decide molestarle un poco por ello, o mejor dicho, coquetear. —¿Acaso ya tienes uno? —Su voz es baja y tiene una sonrisa engreída. —Porque... tus labios estaban muy suaves esa noche. —Sus mejillas se ponen rojizas con eso, porque aunque intente verse genial, la idea de haber besado a su luna le vuelve loco, haciendo que quiera apegarse más al contrario.

En lugar de hacer que Macaque se sonrojase o sintiese bien con ese comentario, se siente terrible. —¿Mis labios? —dice, con énfasis en el "mis", porque no son suyos. —¿Te gustaron?

Wukong piensa que el contrario le está siguiendo el juego, coqueteándole de vuelta, porque la pregunta hace que su temperatura corporal suba, pensando de nuevo en ese momento en el que por fin pudo demostrar sus sentimientos y fue correspondido. No se da cuenta de que en realidad Macaque está dejando ver sus inseguridades y por ello decide seguir con su actitud juguetona. —Me encantaron. No dejo de pensar en ellos. —Aunque realmente no piensa en los labios, sino en que fue a Macaque a quien besó y sintió, porque eso fue todo lo que importó entonces. Fue donde sus sentimientos culminaron, el momento en donde fue aceptado por él.

Y tras decir eso, vuelve a mirar a su media naranja, porque antes fue ya demasiado vergonzoso solo pronunciar esas palabras; si más encima le miraba mientras lo hacía, probablemente hubiese tartamudeado o directamente no habrían salido de su boca. Lo que se encuentra no es para nada que se esperaba. El guerrero se ve devastado: los dedos de su mano libre encima de sus labios, sus ojos nublados.

—¿Macaque...? ¿Qué sucede? —Wukong no está sumando dos y dos, apegándose aún más al contrario, completamente encima de él.

—No importa. Nada de esto importa.

Wukong reconoce inmediatamente el tono. Cuando todavía no sabía del cambio de cuerpos, Macaque lo utilizó varias veces. Es otra vez esa manera de hablar con tanta carga sobre sus palabras, con esas frases que parecen secretamente decir algo más. Está guardándose algo para sí mismo, algo que es sumamente importante, así como hizo cuando no le dijo que era él, como cuando dijo que "volvería a ser el MK de siempre, que podrían olvidarlo todo y que nada de esto tenía importancia". El recuerdo viene con una nueva claridad y un sentimiento de estrangulamiento en sus tripas.

—Esto es importante para mí. Tú eres importante para mí y quiero saber que te ha molestado. —Él ya imagina que fue lo que puso así a Macaque, pero quiere oírle decirlo directamente, para que no termine hablando de algo que podría no ser el problema. Necesita tener claridad cuando está con él para no seguir arruinando las cosas.

A Macaque no le gusta esa palabra; él no está siempre enojado. —No estoy molesto.

Wukong no sabe si está intentando activamente comenzar una discusión, si está desviando el tema o si son ambas. —No me refiero a eso. Quiero saber que he dicho para que te sintieras mal.

El guerrero arruga más su frente, luchando internamente entre "hacer una frase que correctamente describa que es lo que le ha incomodado" o "dejarle sin respuesta porque es un idiota". Él se decide por la tercera opción; hacerle preguntas relacionadas a su preocupación para poder saber un poco más de que piensa realmente esta persona. —¿Qué te gusta de mí?

Wukong casi quiere usar la carta de "no respondas a una pregunta con otra pregunta", pero la situación es demasiado tensa como para que suelte esa frase. Así que se pone a pensar que le gusta de Macaque y lo primero que le viene a la mente son sus ojos dorados y su hermosa máscara facial rojiza. Inmediatamente se arrepiente de pensar en ello, sintiéndose enfermo al recordar que es otra persona la que está luciendo esas características ahora.

—¿Tu personalidad? —Se suponía que era una afirmación, pero suena completamente a una pregunta. Macaque no aprecia ese hecho.

—¿No dijiste que era un gruñón engreído? —El menor aún recuerda las palabras dichas durante la noche de cine y las está sacando a relucir como si fueran una nueva navaja suiza.

Wukong se mantiene de acuerdo con el pensamiento que tuvo esa noche; nunca debió dejar que esa idea llegase a la cabeza de Macaque. —¡También dije que eras genial!

El castaño está por mentir y decir que no lo recuerda, solo para mantener su punto, pero se detiene porque realmente quiere saber si hay algo más, si de verdad le gusta a esta persona. —¿Solo eso? —él separa su mano de la del otro, sus dedos jugueteando con el regalo que se le entregó.

El pelianaranjado tiene una amplia lista de cosas que elogiar de él, pero al igual que esa noche donde purificó un fragmento de caos junto a Macaque, se siente avergonzado ante la idea de decirlos en voz alta. —Eres... inteligente —dice de manera experimental.

Macaque levanta una ceja inquisitoria. —No es realmente una característica muy especial. Si es eso lo que te atrae, podrías irte a casar con Tang.

Wukong imagina las campanas de la iglesia sonando, a la persona frente suyo con el velo sobre su rostro, cubriéndolo, y él levantándolo mientras él cura dice que ya se puede besar a la novia, solo para encontrarse con Tang bajo este. —¡Ew, no! ¡De ninguna manera! —él grita, agitando sus manos de un lado a otro. Que terrible pesadilla.

—¿Entonces los cerebritos no son lo tuyo? —el demonio guarda el objeto en uno de sus bolsillos, cruzándose de brazos tras ello.

—¡No, es más como...! ¿Los astutos y misteriosos? ¿Los que parecen fríos y calculadores, pero en realidad son dulces y amables? —Wukong está buscando estereotipos que encajen con la persona que ama o con la relación que tiene. —¿Tal vez vaya más por el tropo de mejores amigos de la infancia que se enamoran? ¿De rivales a amantes?

La mirada de Macaque se profundiza cada vez más en decepción e incredulidad. —¿Es en serio?

El rey está entrando en pánico. —¡Por supuesto que un cliché no puede explicar todo lo que siento por ti!

—¿De verdad no puede?

El mayor baja la cabeza, su rostro rojo y sus palabras incomprensibles en un murmullo. —No puede, porque eres increíble.

Macaque se queda en silencio unos instantes, atontado porque tendrá que pedir algo que nunca antes ha necesitado. —No te oí. —Para él decir eso es increíblemente extraño. —¿Puedes repetirlo?

El rojo se expande más en la cara del contrario, que repite incluso más bajo.

El menor se inclina hacia adelante, entrecerrando sus ojos en dirección a la boca de Wukong. —Eh, ¿de nuevo?

—Eres... increíble, ¿ok? —él le mira un instante, alejado su rostro después.

El ceño fruncido de Macaque se profundiza. —¿Nada más?

El pelianaranjado se levanta de golpe, sus hombros apretados, su cola recta y erizada. —¡No! ¡Hay mucho más! ¡Hay tanto que es difícil decirlo todo!

—Di al menos una cosa, entonces.

—Tú... siempre pareces saberlo todo y te ves tan serio y seguro —murmura, pero su volumen es suficiente como para ser oído, y su cuerpo aún está completamente tenso. —Haces que las cosas se vean fáciles y te ves genial haciéndolas.

Macaque inclina su cabeza hacia un lado, inseguro de cómo tomarse las palabras demasiado generales. —¿Ok?

A Wukong no le gusta esta respuesta escueta, así que sabe que debe seguir con los halagos. —Eres fuerte y hábil. Preocupado y dulce. Eres... muy buen oyente, ¡digo, literalmente, pero también-! —mueve sus manos de un lado a otro, como si negase cualquier tipo de broma involuntaria. —Tú siempre estuviste allí para darme consejos y apoyo.

El más bajo está ablandando la mira, inclinándose hacia adelante en dirección al mono mayor, queriendo oír más. —¿Es así?

Wukong le mira de reojo, su rostro volviéndose furiosamente rojo. Necesita que este mensaje le quede claro a Macaque. Tiene que hacerle saber que es especial, que le importa, que le ama. Él levanta sus brazos, doblándolos sobre su pecho, sus manos cerca de su cuello y cerradas como puños, su corazón latiendo con fuerza, los nervios y la emoción de poder decirle estas cosas a quien ama acumulándose.

—Lo es. Lo es y hay mucho más. Está... la manera en la que te centras completamente en lo que escribes como si estuvieras en tu propio mundo. O el cómo te emocionas ante la idea de actuar y lo mucho que te gustan las obras de teatro. —Está empezando a perderse en la emoción, la vergüenza comenzando a irse, pareciendo como si se dejase llevar leyendo una enorme lista que tenía escrita desde hace tiempo en su cabeza. —Haces pequeñas cosas por otros sin pedir nada a cambio y sin alardear. Eres amable y genuino. Y tus risas... ¡Son tan hermosas! Tienes ese humor sádico que yo no entiendo, pero cuando dices algo de eso pones esas pequeñas sonrisas que son tan preciosas y atractivas.

—Wukong... —La voz dulce y baja de Macaque es apenas registrada en una a parte lejana de su cerebro, sin sacarle de su ensoñación.

—Aveces pienso que podría mirarte por horas. Oírte sin parar. Cuando pasábamos las noches juntos yo nunca quería dormir, porque te tenía a mi lado, porque quería estar más tiempo contigo. Todo momento en el que estoy contigo me hace sentir... me hace perderme. Es como si todo fuera distante o sin importancia a excepción de ti. Es como si solo pudiera centrarme en ti... Y...

Y se detiene, su cola cayendo y su rostro volviéndose terriblemente rojo mientras se tapa la cara, completamente avergonzado. Macaque observa, completamente atónito, sus ojos grandes y su cara roja. Pese a que siente que su cerebro está luchando por almacenar toda esta nueva información, hace una pequeña nota mental para recordar lo maleable que Wukong es para hacerle decir cosas vergonzosas en el futuro.

—Está bien, eso... no suena tanto como un estereotipo —finalmente habla, con una pequeña sonrisa en su rostro.

El inmortal baja lentamente las manos de su rostro para destapar sus ojos y poder ver al más bajo. —Perdón...

Macaque aún sonríe, arrugando su nariz. —¿Por qué? ¿Por no avisarme para que lo grabase?

—¡No te burles! ¡Eso ya fue lo suficientemente vergonzoso!

OvershadowedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora