Wukong ha vuelto a sentarse, todavía sintiéndose como un idiota. —El punto es que me gustas mucho. Te lo dije esa noche también. Esto no es sobre el cuerpo que tienes. Es... —Él intenta volver al tema de antes, explicando lo que cree que fue el malentendido, porque Macaque no se ve dispuesto a aclarar que fue lo que le molestó. —Eres tú el que me gusta, sin importar cómo te veas.
Y pese a que cree fielmente lo de que el cuerpo que habite Macaque no podrá hacer que deje de amarle, sigue sintiéndose incómodo con la noción de que se encuentra en ese en específico. Son en situaciones como esta, donde está pensando fríamente en ello, que se siente así, porque no ha estado plenamente consciente de eso por momentos, cuando habla tranquilamente con el contrario. Le ve, pero no se fija en su cuerpo, sino en todo lo que le hace ser Macaque. Conoce sus expresiones, su manera de hablar. Conoce el sentimiento de estar con él y se ha estado perdiendo en ello. Por instantes le es difícil recordar la condición en la que se encuentra, pero sabe que esto es algo que no debe ignorar por el gran impacto que tiene en la vida del dúo.
El más bajo deja de sonreír con esto, otra vez con una expresión sombría. Recuerda haber confiado fugazmente en su palabra, en que le había besado porque había visto a través de él, que había notado las señales de quién era y que eso era algo que este hombre amaba, pero ahora está dudando de nuevo de ello, porque, ¿quién podría amar su personalidad, si él mismo no la soporta?
Wukong dijo muchas cosas hermosas sobre él, otra vez haciendo a su corazón aletear, pero así como ahora ha dicho eso, antes le ha hecho sentir despreciado. Si todo lo que dijo recién fuese verdad, podría haber hecho esto antes, pero espero hasta que se veía completamente distinto. —Es difícil creerlo. Se ve que escogiste el peor momento para ponerte cariñoso.
Wukong está muy consciente de ello, pero también sabe que la situación les acercó. Fue porque pudo fingir que Macaque era otra persona que se atrevió a invitarle a ir al acuario; fue Mk arrastrándole al entrenamiento el porque se vieron los días siguientes; fue que no vería el mismo rostro que en sus pesadillas que se atrevió a ir a encontrarle durante esa noche. Aunque nada de eso sonaría bien si lo decía.
—No había pasado tanto tiempo contigo... desde que dejamos de ser parte de la la hermandad —murmura, sin saber cómo más explicar sus acciones. —Había estado ignorando lo mucho que te extrañaba, pero al tenerte a mi lado de nuevo, fue imposible seguir ignorando mis sentimientos.
—¿Habría sido igual si esto no hubiese pasado? —El guerrero sigue dudando, pensando en lo desagradable que es su verdadero cuerpo y en cómo simplemente es mejor este.
El inmortal sabe que de no haber pasado el intercambio, nada de esto habría podido suceder. No habría tenido excusa para acercarse y se habría puesto a la defensiva apenas estuviesen juntos; hubiesen peleado cuando Macaque le acusase de algo, en lugar de que él solo se encontrase confundido e intentando arreglar las cosas, porque con MK estaba acostumbrado a esto último, a hablar y apoyarse mutuamente, mientras que con el guerrero se había adaptado a levantar la voz y fruncir su ceño.El cómo se veía había afectado a la manera en la que reaccionaba a sus acciones, su cerebro relacionando comportamientos y palabras de manera diferente a antes. Macaque ya no provocaba su respuesta automática de atacar o huir. En su lugar, durante los primeros días en los que esta situación se desenvolvía, se encontró notando los comportamientos depresivos y ariscos, viéndolos como un pedido de auxilio en lugar de solo un intento de alejarle. Y eso le ha hecho estar mucho más preocupado, mucho más atento.
—Sí, habría sido igual. —Sabe que Macaque necesita oír eso aunque no sea la verdad, porque lo que el demonio quiere saber es si igualmente estaría enamorado de él. Y ya estaba enamorado perdidamente de él desde antes. —Te lo hubiese dicho con el tiempo. —No está tan seguro de ello.
Macaque otra vez está sin respuestas, disociándose de la situación, dejándose llevar por un espiral vertiginoso de ideas negativas sobre sí mismo, deseando ser vaciado de todo pensamiento, porque estos le lastiman.
Los ojos cristianos de Macaque resaltan en contraste con sus ojeras oscuras y su rostro demasiado pálido. Wukong se pregunta qué hay detrás de ellos para hacerle parecer siempre tan distante y decaído. El deseo de cuidarle y hacerle feliz se hace más poderoso y doloroso sobre su pecho. Quiere saber más de Macaque para poder hacer lo correcto en el futuro, quiere conseguir su confianza, quiere que vuelvan a tener la cercanía de antes y, si es posible, más que eso, mucho más.
—No quiero volver a separarme de ti —el mayor dice, con sus propias manos tomadas entre sí sobre sus piernas. —Quiero que me digas lo que piensas, lo que necesitas y lo que deseas y yo haré lo que sea necesario para cumplirlo, porque quiero hacerte feliz y cuidarte.
El guerrero reconoce el sentimiento. En el pasado buscó cómo contentar al rey, llamar su atención, servirle y cuidarle, aunque la mayoría de las veces era el pelianaranjado el que cumplía con sus caprichos sin que ni siquiera se lo hubiese pedido.
Macaque sabe perfectamente cuál es el pasado que tienen, pero la pregunta de cómo acabaron así sigue sonando con fuerza en su mente, porque todo había cambiado tan drásticamente que aveces dudaba de su propia memoria, considerando algunos momentos dulces como recuerdos falsos, porque tanta dedicación y amor habían terminado en resentimiento y separación. El aprecio y seguridad que sintió entonces parece tan lejano y falso ahora. O al menos, así se ha estado sintiendo por un buen tiempo. ¿Si confiara, pasaría lo mismo otra vez?
Wukong otra vez se le está acercando, porque quiere que los momentos al lado de su luna sean más íntimos a partir de ahora, con más contacto físico y muestras de afecto, con más sinceridad y confianza. —Tienes ojeras y pareces más delgado. También mencioné tus labios rotos... Me preocupas, Mac. Quiero que estés bien.
El contrario no está dispuesto a hacer que una conversación trate sobre su salud, por lo que hace lo de siempre: cambiar de tema. —No es justo que puedas ver eso de mí cuando cubres toda tu cara con glamour. Sentí tus labios, sé que están igual de rotos.
Escuchar a Macaque diciendo que "sintió sus labios" hace que tenga un cosquilleo en sus oídos. Puede que no se encuentren en los mejores términos, pero está agradecido de vivir en una línea temporal donde puede oír esto. Tiene una pequeña sonrisa cuando habla, sintiéndose algo tímido. —Supongo que no puedo ocultarle nada al gran Six Eared, ¿eh?
El más bajo resopla. —Ese título ya ni siquiera me corresponde.
—En mi cabeza seguirás luciendo así —habla bajo, con un tono rojizo expandiéndose por sus mejillas y nariz. —Con esas hermosas orejas de colores.
Macaque se queda en silencio unos segundos, tan avergonzado como el contrario, pero aún así se las arregla para burlarse, aunque su tono carece de la malicia que suele usar cuando le molesta y en su lugar es igual de bajo que el del mayor. —Cómo unas estúpidas alas de libélula.
—No son estúpidas. —Wukong frunce el ceño, sin gustarle que ataque su apodo cariñoso ni que hable mal de su aspecto. —Son lindas.
—Eres... eres el único que piensa eso.
Se quedan en silencio unos segundos tras eso, Wukong barajando sus dedos.
—¿Quieres verme sin mi glamour? —El mayor pregunta, pensando en que, ya que salió el tema, no debería dejar pasar la oportunidad. Él quiere conseguir algo de Macaque; quiere poder ver su rostro sin magia ilusoria de por medio cuando vuelve a la normalidad y para eso va a ir pavimentando el camino.
Macaque se queda quieto unos instantes, sin haberse esperado eso, con su mirada expectante sobre el contrario. —¿Estás bien con eso?
—Si hay alguien a quien puedo mostrarle mi verdadera apariencia, eres tú. Confío plenamente en ti —las palabras suenan graves y bajas, como un ronroneo.
Macaque se mueve, acercándose más a él, su cuerpo tomando una postura más relajada ahora, su expresión mostrando preocupación. —Quisiera ver.
La pequeña sonrisa de Wukong se hace más grande por un instante antes de que se borre de su cara, porque está haciendo esto para tratar de conseguir algo a cambio y no cree que Macaque vaya a estar feliz cuando se lo pida.
Él cierra sus ojos y respira profundo antes de dejar que la magia ilusoria se desvanezca. Cuando vuelve a mostrar sus orbes estos son rojos con un centro dorado que funciona como su pupila, mientras que sus labios ya no se ven tan brillantes y cuidados, ahora con cortes pasando sobre la piel reseca en su lugar.
Macaque ya conoce esos ojos, los ha visto muchas veces antes, y ya sabía que sus labios estarían descuidados, así que algo más capta su atención; una marca que no estaba allí la última vez que pasó un momento tranquilo con Wukong, uno en el cual ambos estuvieron sin sus glamoures, siglos atrás, cuando aún confiaban el uno en el otro. Es una cicatriz sobre su frente, pálida y del grosor de un dedo, rodeando su cabeza, estando justo debajo de donde comienzan sus cabellos.
Pese a no haberla visto antes ni haber sospechado de su existencia, sabe inmediatamente porque está allí y una sensación de entumecimiento estremece su cuerpo. No puede dejar de mirarla, atontado y con sentimientos bien conocidos volviendo a inundarle: arrepentimiento, preocupación, odio. Se arrepiente de no haber detenido esto, se preocupa porque Wukong haya tenido que vivir esto y odia a quien se lo hizo.
El menor acerca lentamente una de sus manos a la marca, como si intentase hacerlo con cautela, como si estuviera listo para alejarse si eso se le pedía, pero Wukong solo se encorva un poco más cerca suyo para demostrarle que le permite tocarle. Macaque coloca dos de sus dedos sobre la marca, moviéndolos sobre esta, sintiendo su contorno y su forma que se hunde ligeramente en la piel como un canal, su expresión pareciendo más nebulosa por cada instante.
—¿Qué te han hecho...? —Las palabras están compuestas casi completamente de tristeza, pero hay un pequeño brillo de desprecio en ellas. Macaque odia a Tang Sanzang.
—Es solo un pequeño recuerdo de esa época —responde, su tono sonando irregular mientras se endereza y separa del toque cuidadoso de su compañero.
—Yo... —Macaque quiere decirle que esto fue lo que intentó evitar, que quiso sacarle de allí, que quería evitar que se aprovecharan de él, que le lastimaran, que le marcaran. Pero no puede. Él también fue lastimado y sus marcas fueron hechas por intentar que el otro no fuera herido. Aún así, se siente culpable. —Lo siento.
El inmortal no entiende por qué de todas las personas Macaque se disculparía con él. El guerrero nunca se ha equivocado ante sus ojos, nunca ha fallado, nunca ha hecho algo que amerita una disculpa, al menos no para él, no para su asesino.
Wukong coloca una mano suavemente sobre el rostro del más bajo, su pulgar acariciando su mejilla. —Mihou, esto no es tu culpa. —Está usando su nombre real de nuevo y pese a que quiere ser lo más serio y suave posible en este tema, siente su corazón latir más fuerte al pronunciarlo y cierta sensación de calidez y felicidad al ser capaz de decirlo otra vez. Se siente dulce en su boca, se siente nostálgico en sus oídos. Y espera que el contrario pueda notar que lo dice con amor y cuidado. —Nada de esto lo es. Solo intentabas ayudar. —En su momento no lo supo, pero los años dejaron en claro que Macaque estuvo allí para él, intentando ayudarle, en lugar de para hacerle daño como pensó en un principio.
El mayor puede sentir con su tacto la respiración estrangulada de su luna, un aliento que sube desde su garganta, haciendo temblar sus labios y que muere antes de convertirse en un sollozo. —Debí esforzarme más; debí detenerles antes de que te dañaran.
Wukong quisiera golpearse a sí mismo. Si hacerse daño pudiese aplacar el sufrimiento de Macaque, no dudaría ningún segundo en hacerlo. En su lugar, solo puede ver a la persona que ama estando rota y deprimida por su culpa. Él se echa hacia adelante, sus manos ahora acomodándose sobre la espalda del contrario, su cabeza apegándose a la del más bajo. —Fuiste el único que intentó ayudar entonces. Hiciste mucho más que nadie más y yo solo te lastime. El único que debe disculparse soy yo.
Macaque coloca sus manos sobre su espalda, agarrando la tela, enterrando sus dedos en esta, metiendo su cabeza entre el cuello y el hombro del rey. Se quedan así un rato, con la leyenda abrazando gentilmente a quien más le importa, mientras este se aferra a él. Cuando el más bajo se tranquiliza y comienzan a separarse, el mayor aprovecha el momento para decir lo que quería.
—Sé que no soy nadie para pedirlo —comienza, sin atreverse a mirarle a los ojos, porque siente que su petición es egoísta y que está mal hacerlo, pero lo necesita, porque sino nunca podrá sacarse está preocupación de la cabeza. —Pero, cuando vuelvas a tu cuerpo, quisiera ver tu rostro sin el glamour.
Wukong finalmente lo ha dicho. No ha dejado de preguntarse cómo se ve Macaque realmente desde que MK mencionó que era ciego de un ojo. Necesita saber cuanto daño ha hecho, necesita ver el verdadero rostro de quien ama.
Macaque se congela en el sitio, parte de sus brazos aún rodeando al más alto, sus rostros muy cercanos, los ojos rojizos y los castaños enfrentándose, la expresión de quien posee los segundos viéndose con aún más lástima que antes, su boca media abierta y sus cejas bajando mientras intenta entender al contrario.
Cuando finalmente se separa completamente, sentándose recto en el sofá y mirando lejos de su compañero, suelta las palabras. —No puedo hacer eso. —Mostrarle su verdadero aspecto a su asesino ni siquiera está en su lista figurativa de cosas que planea hacer en un futuro y no está pensando en agregarlo.
No se siente capaz de ello. Lo que oculta son marcas que siempre ha relacionado con el odio y teme que realmente hayan sido hechas con ese sentimiento; que Wukong no se sienta mal por lo que le hizo, que en realidad se alegre por ello. Su mente sigue creando tramas en las que se ve siendo víctima de Wukong; donde se burla de él, se aprovecha y le traiciona. Aún no logra aceptar la idea de que es amado. Y prefiere escapar de la realidad antes de que el mundo le entregue la aterradora posible respuesta de que esto es una enrevesada mentira hecha para dañarle.
Una parte de él es consciente que no tiene sentido trabajar tan duro solo para burlarse de él (porque no merece la pena pasar el tiempo pensando en él, ni siquiera aunque sea para lastimarle). Sabe que Wukong podría intentar vengarse, podría matarle como ya lo ha hecho, pero no ve porque querría hacer que se enamorase. Sería tan fácil solo deshacerse de él completamente, enviándole de nuevo al Diyu, que no hay ningún motivo para hacer nada más.
Su mente es una tormenta en este momento. El cielo no puede verse, hace mucho que todo ha estado oscurecido y frío. En pocos momentos siente el calor del sol, los rayos pasando a través de las gruesas nubes, y cuando eso sucede, cree que está loco, porque la lluvia no ha acabado. Solo tiene un momento de tranquilidad, donde la pequeña esperanza de que esto acabara se presenta nuevamente para que se mantenga firme en medio de la tempestad, pero incluso con eso, muchas veces siente que la humedad está calando sus huesos y que pronto no podrá hacer otra cosa más que rendirse.
¿Por qué tenía que ser Wukong ese rayo de luz?
No. MK también ha ayudado a iluminar sus días. El padre del chico ha intentado ayudar igualmente. Hay pequeñas cosas que han hecho que aún esté de pie. Cómo MK insistiéndole en que salgan, ir a la sala de juegos, repartir los fideos, entrenar, ver esos tontos programas de televisión. Pigsy le ha dicho que debe hablar más, que deje de ocultar sus gustos, que se alimente, que se cuide. Incluso los gatos en su dojo le han traído felicidad. Ha ido casi todos los días a alimentarles y cuando no ha podido, MK se ha encargado de hacerlo y sacarles miles de fotografías; los cachorros aún son pequeños y no tienen nombres, pero el chico ha sabido muy bien describirlos como "pequeñas bolas adorables de caos".
Wukong, pese a todos los fallos que cometió en el pasado, también lo ha estado intentando. Ha querido ayudarle. Han hablado más, le ha dicho lo que sucedió aquella noche hace un milenio, ha afirmado querer cuidarle y verle feliz, le ha secado el cabello y le ha arropado.
Macaque no quiere que las cosas vuelvan a la normalidad una vez que esté otra vez en su cuerpo. No quiere estar solo. Quiere que estas personas estén con él.
—Puedes tomarte el tiempo que necesites —Wukong dice, suavemente, entendiendo (parcialmente) lo complicado que debe ser para Macaque el siquiera considerar su petición. —Esperaré todo el tiempo que sea necesario.
Macaque le teme a la idea de mostrarle su cuerpo malherido, porque Wukong podría encontrarle repulsivo, podría no darle importancia y hacerle sentir como si ninguna de sus preocupaciones hubiese tenido sentido, podría burlarse de él o, peor que todo lo anterior, podría sentirse culpable.
El mayor vuelve a colocar el glamour sobre su rostro, hablando bajo; sus ojos buscando los del menor. —No importa que pase, quiero poder estar para ti. Quiero poder verte y apoyarte en todo. Seré mejor que lo que fui antes; me esforzaré por ello.
Macaque quiere creer que la tormenta pronto terminará.
La luna toma al sol con sus manos, mirando la luz que desprende. —Que sea verdad. Haz que lo nuestro funcione.
Y el astro brilla más fuerte con eso, echándose hacia adelante, apegando su frente contra el más pequeño, porque para él esas palabras significan que ya son oficialmente novios. —Lo haré.
Ambos se quedan en silencio, apreciando la cercanía, compartiendo sin saberlo ensoñaciones de un futuro en el que puedan estar juntos, pensando en que podrían volver a unir sus labios, pero una voz les interrumpe, sacándoles completamente de las fantasías y lanzando sus deseos de afecto físico por la ventana.
—¿Chicos? —MK, que está abriendo ligeramente la puerta y pasando la parte superior de su cabeza a través de esta, habla tímidamente. —Se está haciendo bastante tarde.
Los dos mayores casi gritan, tirándose hacia atrás y separándose, sus rostros completamente rojos, con la vergüenza de ser atrapados estando tan cerca el uno del otro. MK no les vio, ¿verdad? No oyó nada de eso, ¿no?
—¡Ah, sí! —Wukong se levanta, viéndose recto y rígido, con una sonrisa falsa pegada en su rostro y un prominente y vergonzoso rojo cubriéndole. —¡Los llevaré a sus casas! ¡Vamos!
—Yo podría llevarnos de vuelta con un portal. —MK abre el resto de la puerta, deseoso de hacer uso de sus habilidades de nuevo y ser útil con un transporte rápido. Su cabello está desordenado y hay un mono encaramado a su brazo derecho, que mira con ojos grandes a las dos personas que están en el sofá.
Estos dos últimos esperan que esto signifique que el chico se hubiese ido a jugar y que justo ahora hubiese vuelto, sin haber oído nada de su conversación, pero, pese a que esa idea les da más tranquilidad, siguen preocupados ante la posibilidad de que eso no haya sido lo que haya pasado y al hecho de que están siendo muy obvios.
—Es demasiado lejos, chico. —Macaque se gira desde el asiento para verle, luciendo tanto agotado de tener que repetir esto, como a la vez aún avergonzado por el momento que tuvo con el inmortal.
Los ojos de MK flaquean en mantener el contacto visual, de repente consciente de que está ofreciendo algo que es peligroso. Monkey King le avisó; le dijo que este cuerpo podía morir si usaba demasiada magia y aún así él había ofrecido gastar de esta energía. Está muy acostumbrado a usar sus poderes sin preocuparse y esta nueva perspectiva le es algo difícil de sobrellevar. —Oh, claro, sí.
(⋯)
MK está sentado sobre la nube, sus piernas dobladas y apretadas sobre su pecho mientras las rodea con sus brazos, su cola moviéndose cada cierto rato en zigzags, estando por lo demás atípicamente quieto. Los tres están en silencio, dispersados en bordes distantes unos de otros, viajando sin prisas hasta su destino.
—Lo siento por hacerte esperar tanto, chico. ¿Estuviste jugando con los monos? —Wukong pregunta y Macaque siente la ansiedad subyacente, escondida en el tono tranquilo y juguetón que suele usar alrededor de MK. Se pregunta si este también lo nota, sobretodo ahora con su audición más aguda.
—Lo estuve por un rato, sí. —El joven deja de mirar los edificios borrosos de la ciudad, levantando más su cabeza antes de hablar. —Imagine que iban a tardar, pero no pensé que tanto.
La respuesta no es suficiente para los dos mayores, porque suena como si hubiese estado la mayor parte del tiempo esperándoles tras la puerta. ¿Habrá escuchado las vergonzosas confesiones del mono de piedra? ¿Por qué ninguno de los dos pensó en ello antes? La cosa es: Macaque no esperaba que fueran a hablar de algo tan íntimo y Wukong es demasiado impulsivo, pensando más en el momento y no en las repercusiones de sus acciones, habiendo por ello olvidado que la audición mejorada la tenía otra persona ahora.
—Eso es bueno. Al menos no te aburrimos tanto —el de cabellos anaranjados raspa las palabras contra su garganta como si tuviese una risa contenida, lo que es característico de él cuando intenta verse más feliz de lo que está.
—¿De qué estaban hablando? —MK pregunta, sus ojos pasando de uno de sus acompañantes al otro.
Macaque se encoge de hombros, ocultando parte de su rostro en su bufanda. —Solo hablábamos de tu entrenamiento, nada más.
—Nada más, ¿eh? —El joven adulto no suena convencido, entrecerrando sus ojos primero contra quien está en su cuerpo y sentado a su izquierda y luego a la espalda de su maestro, que está delante suyo, para luego volver a fijarse en la ciudad bajo suyo.
"Definitivamente sabe algo", los dos mayores piensan con histeria.
El mono que guía el viaje se gira de lado, mirando al más joven y gesticulando nerviosamente con su mano derecha. —¡Sí, solo hablamos de que, eh, solo debes mejorar un poco más con tus portales e iremos al Reino Celestial!
MK, que parecía bastante decaído, vuelve a mirar al mayor, la esperanza brillando en sus orbes. —¿De verdad?
Wukong maldecirá al mundo por hacerle pensar cosas insanas al verle. ¿No pueden solo volver a la normalidad ya? —Sí. Solo pulé tus habilidades en ello y nos iremos.
El chico se levanta con velocidad, levantando sus manos cerradas como puños hasta justo debajo de su cara; sus ojos aún más iluminados que antes. —¡Sí!
Y un viento fuerte casi hace que caiga de la nube, tambaleándose cerca del borde, uno de sus pies resbalándose por este, lo que hace que Macaque se lance a agarrarlo y le haga sentarse. —No vuelvas a hacer eso —dice, sus brazos rodeando el pecho del menor mientras aún se aferra a él, encarándole con una expresión seria.
MK demora un segundo en contestar, mirando todavía la caída, sus ojos grandes antes de volver a su tamaño normal al ver a Macaque y dedicarle una pequeña sonrisa. —¡Perdón! —responde, con un tono enérgico y avergonzado.
Wukong suspira, volviendo a acomodarse en su sitio, porque casi fue él quien saltó a atraparle.Bueno, al menos el dúo aún no había logrado matarse en esos cuerpos.
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Overshadowed
FanfictionTras un incidente, MK y Macaque terminan intercambiando sus respectivos cuerpos y magias. El equipo está buscando como solucionar esto, casi no avanzando hacia una manera de lograrlo. El tiempo pasa y MK comienza a notar como a su alrededor pequeñas...