Capítulo 23: the way you are

214 22 9
                                    

Tocan la puerta. Wukong da vueltas sobre el sofá, desdichado de que deba comenzar su día ya. No pudo conciliar el sueño durante la noche debido a la idea de que Macaque estaba a solo un cuarto de distancia. No podía dejar de pensar en él y más de una vez se encontró apretando su cara contra la almohada que se había traído y pateando el sofá, intentando no chillar con lo emocionado que estaba.

Pero ahora no puede solo quedarse recostado y fingir que no oyó nada, así que se levanta, bostezando y aplicando glamour sobre su rostro para asegurarse de que no se vean los síntomas del agotamiento.

Él abre la puerta, encontrándose de frente con MK, pero su cerebro otra vez le juega malas pasadas, porque al verle lo imagina frunciendo el ceño y llevando la ropa negra y dorada con bufanda roja que siempre lleva Macaque, pero no es nada más lejos de la realidad. Agita su cabeza, sintiéndose como si estuviese viendo una película con imágenes y sonido desincronizados.

Ahora se fija bien en el chico, unos centímetros más alto, con una sonrisa dulce en su rostro y una chaqueta amarillenta que se ve muy similar a la que siempre usa en su verdadero cuerpo, pero que se adapta a su nuevo tamaño. Lleva sus audífonos azules acomodados al rededor de su cuello; una camiseta blanca con un símbolo de exclamación rojo ladeado; pantalones que son igualmente rojos; y unos tenis que lucen nuevos, como el resto.

¿Compró tanta ropa solo para todo esto del cambio de cuerpos? Wukong está impresionado, porque MK solo trabaja de repartidor y realmente no es el tipo de persona que sabe ahorrar y todas estas cosas no pueden ser baratas.

—¡Buenos días! —él saluda, tan cálido como siempre. El dúo de intercambiados han estado deformando las voces que ahora tienen, dotándolas de características que encajan más con sus personalidades. MK habla con velocidad, alegría y energía. El tono grave suena extraño en medio de la mezcla, pero es agradable. Wukong no puede evitar admirar el nuevo rango de sonidos.

—Ah, buenos días. —Se recuerda que debe hablar, atrapándose a sí mismo espaciándose nuevamente con pensamientos sobre la extrañeza de la situación en lugar de vivir en el presente.

MK se encuentra viendo por encima de su hombro hacia el interior del hogar, sus ojos grandes buscando a alguien. —¿Cómo está Macaque?

—Aún debe estar durmiendo —el inmortal dice, desviando su mirada al suelo para no tener que seguir viendo la imagen discordante. —No lo he revisado, me acabas de despertar.

—Oh. —MK entrecierra sus ojos por una milésima de segundo, pensando en lo dicho, sintiendo que algo no encaja. —¿No lo vamos a despertar? ¿No durmió en la sala?

Wukong mira atrás suyo, en dirección a su habitación. —No. Se quejó de que el sofá era muy duro, así que le dejé mi cama.

La sonrisa de MK se vuelve en una ladina. —Supongo que entonces se están llevando mejor ahora.

El mayor pone una expresión alterada por un instante, la preocupación de estar siendo demasiado obvio colgando sobre él. Cuando se gira a encarar a MK su mueca es la que suele usar: una sonrisa tranquila y confiada. —Es mi invitado; no iba a dejarle pasar una mala noche.

El chico se dobla ligeramente, apegándose a él, mirándole desde arriba hacia abajo con una amplia sonrisa. —Están haciendo un avance~

Wukong piensa que esto es terriblemente amenazante pese al tono juguetón de su alumno.

MK da un salto hacia atrás, dándole la espalda y aplaudiendo con sus manos. —¡Están volviéndose más cercanos! ¡Pronto volverán a ser mejores amigos! —dice, esperanzado y orgulloso.

Para Wukong esto es como un golpe en las tripas. El chico no tiene ni idea de lo que ha estado pasando entre él y Macaque y no cree que vaya a estar tan emocionado si descubre que besó al demonio mientras estaba en su cuerpo. Eso va a tener que mantenerse como un secreto.

El menor vuelve a saltar, ahora volviendo a mirarle, mientras sus manos aún están juntas entre sí por el aplauso que dio. —Hay que seguir planeando que hacer. Podríamos estar consiguiendo un muy buen avance. ¿Qué hicieron anoche?

La pregunta solo hace que Wukong se sonroje. ¿Qué hicieron anoche? Pues se confesó, le dijo a Macaque que le llevaría a conocer el mundo, le abrazó varias veces, le acarició la cabeza, le cargó al modo nupcial para poder meterle a la cama y le besó la frente. Sí, él sin duda alguna no mencionará ninguna de esas cosas.

—Pff. Solo vimos una película y comimos lo que nos trajiste —él dice, agitando una mano, intentando desechar el tema.

MK hincha sus cachetes como muestra de su molestia, porque sabe que no le están contando todo. El mayor piensa que se ve muy raro.

—¡Tuvo que pasar algo más! ¿No aprovecharon de hablar? —el más alto pregunta, agitando sus brazos de arriba a abajo.

—No, no. Nada interesante en lo absoluto. —El mono de magia dorada asegura, con su sonrisa sintiéndose más rígida.

El de cabellos azabaches se desinfla considerablemente con esto. —Tal vez las cosas no vayan tan bien entonces.

—Eh, no te preocupes. —Wukong coloca sus manos en los hombros del chico, dándoles golpecitos. —Esto es entre él y yo, ¿sí? No te estreses.

—¡No me estreso! Solo quiero que se lleven bien.

El inmortal necesita salir de este tema. Ahora. —¿Qué tal si vamos a practicar?

Los ojos de Mk se vuelven grandes y mira a la nada por unos instantes. —¿Eh? —y vuelve a centrarse en su maestro. —¿Estás seguro?

¿A qué se debía esa reacción? —Lo estoy.

MK se queda estático por un momento antes de que una gran sonrisa se extienda por su rostro y se incline hacia adelante, rodeando a su ídolo con sus brazos. —Gracias.

Wukong está muy confundido, pero se da cuenta de que está es una muestra de vulnerabilidad y se acerca más al chico, abrazándole de vuelta y acariciando su cabeza. —Hey, soy tu maestro, ¿no es así? Claro que vamos a entrenar juntos.

—Sí, eso es bueno —dice suavemente mientras se separa, su mirada distante, su sonrisa pareciendo menos genuina de repente.

Tendrá que averiguar que está pasando, aunque supone que probablemente será lo mismo que le ha estado molestando al joven durante todos estos días. —Bien, vamos —dice, ya comenzando a andar fuera de la entrada, pero MK no le sigue.

—Monkey King —él le llama, con un tono dudoso. —¿No vas a cambiarte de ropa primero?

El mencionado se congela en su pose, mirando entonces hacia abajo, a su camiseta blanca y pantalones cortos negros de casa. —Oh, sí, claro. —se apresura a entrar de nuevo a su hogar, avergonzado.

OvershadowedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora