Un alarido de dolor se le escapa cuando su diadema tiembla sobre su cabeza, sus rodillas doblándose ante el poder y forzándole a arrodillarse ante Tang Sanzang, su maestro. El sudor cae por el rostro de Wukong, la sensación de hundimiento creciendo en su estómago.
—No debiste hacer eso. —son las palabras del humano mientras golpea la punta inferior de su khakkhara contra el suelo, los anillos del bastón ceremonial agitándose y sonando como cascabeles ante la acción.
—Lo siento, maestro. —habla, siseando de dolor. —No lo volveré a hacer. —no está seguro de donde se equivocó, pero sabe que esas son las palabras que debe decir.
Alzado sobre él, le juzga, segundos en silencio mientras su mirada pasa por sobre sus facciones, intentando discernir si lo dicho es verdad y si el castigo ha sido suficiente o si debe hacer más.
—Confío en que así será. —El monje sonríe finalmente, pero es una expresión falsa, hecha para crear la sensación de que todo está bien. Se acerca a él y ofrece una mano para ayudarle a levantarse, su aspecto santo resaltando en la acción, que pareciera hecha por pura bondad. —Vamos ahora, tenemos un largo camino por delante.
La presión sobre su cabeza se va, el objeto mágico dejando de temblar y apretarse, recobrando su tamaño normal, pero el dolor sigue sintiéndose. Wukong tiene una sonrisa débil mientras toma la mano del hombre, levantándose con piernas temblorosas. No quiere que esto vuelva a pasar. Se supone que es un rey y aún así ha tenido que arrodillarse ante otra persona, obligado a cumplir sus órdenes y siendo castigado si se salía un poco de la línea.
—Deberíamos apresurarnos. Me siento observado en este bosque. —Zhu Bajie dice, tomando la delantera del grupo, cargando consigo los víveres y una expresión nebulosa.
—Ya me ocupé de los bandidos. —él responde, sin preocuparse de que alguien más pueda estar cerca. —Estamos bien.
Tang Sanzang no parece feliz ante sus palabras, puesto que no estaba de acuerdo con el nivel de violencia que había usado para tratar con los saqueadores, ¿pero qué otra cosa esperaba que hiciera para ocuparse de ellos? El hombre siempre pedía que les perdonara la vida y esta vez no les mató, como él deseaba, pero aún así terminó siendo castigado. No comprendía los ideales pacifistas del monje.
Ellos siguen andando, alejándose cada vez más de las partes con más vegetación del bosque, hasta que finalmente se encuentran en una zona con menos árboles y mucho espacio vacío, el sol iluminando el cielo sobre sus cabezas.
—Acampemos aquí. —el monje habla. —Wukong, ve a buscar leña, Zhu Bajie, comienza a preparar algo para la cena.
—Sí, maestro. —ambos dicen casi al unísono, puesto que no tiene sentido negarse a lo que diga. Es el líder y tiene el poder.
Así que Wukong se aleja del grupo, escaneando el bosque, pero postergando su trabajo. Está de malhumor, el dolor aún palpitante y caliente sobre su frente. Él anda hasta estar seguro de que ya no puede ser visto. Quiere un tiempo a solas.
Él se detiene cuando llega a la ribera de un río, el agua corriendo libremente entre las rocas. Wukong se agacha y usa sus manos como un cuenco para poder tomar del agua, el frescor ayudado a calmar su garganta reseca y bañando sus labios agrietados.
Cuando los cielos se vuelven rojizos, Wukong comienza a dar marcha atrás, sus pasos siguiendo el mismo camino que tomó hasta llegar a este lugar. Recolecta ramas a su paso, sin querer meterse en problemas por, no solo haberse demorado, sino también haber desobedecido a las órdenes, y luego llega al claro donde se suponía que iban a acampar.
No hay nadie. Él no tiene dudas de que este es el lugar donde pretendían pasar la noche. Su vista privilegiada reconoce las plantas, los árboles circundantes y los trazos en la tierra. Él usa su magia, sus ojos brillando y escanea los suelos, las pisadas de los peregrinos y alguien más, ahora fáciles de distinguir. No sabe quién es la tercera persona.
Él tira las ramas recolectadas y se pone en marcha, caminando a un lado de las huellas; alerta por cualquier ataque o presencia extraña. Se arrepiente de no haber oído al hombre cerdo cuando manifestó sus preocupaciones de haber estado siendo acechado.
La noche cae y el bosque es oscuro, pero eso juega a su favor cuando ve el brillo de una fogata desde la distancia. Inseguro de qué va a encontrar y sin querer alertar a ningún enemigo de su presencia, se acerca lo más silenciosamente posible, su postura agachada para el sigilo.
Ahora se encuentra mirando fijamente quienes están al rededor del fuego. Zhu Bajie y Tang Sanzang se encuentran allí, pero hay una tercera figura, a quien le debieron pertenecer las huellas desconocidas de antes.
Ambos se miran fijamente, el extraño habiendo notado su presencia de alguna manera desconocida para él; pero Wukong se encuentra más preocupado por su apariencia que por su habilidad de búsqueda.
Es idéntico a él. Su cabello anaranjado desordenado, su rostro con una marca color durazno claro que enmarca unos ojos dorados, sus cejas negras y gruesas. Lleva la misma ropa cubriendo su cuerpo y la misma diadema que odia sobre su cabeza.
El desconocido le sonríe, como si hubiera una comunicación silenciosa entre ellos, y Wukong lo ve como una burla hacia su persona, su sangre hirviendo con odio.
—Aquí estamos a salvo. —la copia dice, con una voz que suena idéntica a la suya, los movimientos de la boca demasiado similares, la confianza falsa salpicando el tono.
—Les dije que había algo acechándonos. —Zhu Bajie habla mientras mueve una pata de pollo a medio comer que sostiene en su mano.
—Me alegra que no te hayas dejado llevar por la violencia esta vez. —el monje felicita, pero las palabras son demasiado planas y carentes de una emoción real.
Quien lleva su rostro mira fijamente a su maestro, sus dientes afilados mostrándose y su expresión luciendo llena de agresividad por un instante. Wukong puede sentir el peligro que este tipo representa con solo verlo.
—Aprendo rápido. —él mantiene su papel, pero suena más grave de lo que debería, más molesto.
Wukong se mueve lentamente, intentando no hacer ningún ruido ahora que el demonio cambia formas no le está mirando, pero el ser inmediatamente le encuentra de nuevo, pareciendo no querer quitarle la vista de encima por demasiado tiempo.
—Espero que lleguemos a un pueblo pronto. —Zhu Bajie suena despreocupado, completamente ajeno al peligro delante suyo. —No quisiera que nos quedáramos sin provisiones.
—Si hubiera alguien menos en este grupo, —el tipo tararea en una mezcla entre agresividad irónica y sadismo. —no tendrían que preocuparse tanto por eso.
¿Es eso una amenaza? ¿Está pensando en matarles? Wukong no puede permitir eso. Él ya está parado, abandonando totalmente su posición inclinada para evitar ser notado y en su lugar se está acercando, pero sus compañeros no lo notan.
—¿A qué te refieres? —el monje pregunta, aparentemente sin perturbar por el tono.
—Digo que pueden seguir sin mí. —Él dice.
Wukong se detiene. ¿Qué? ¿Qué significa eso?
—Hemos hablado de esto. —Tang Sanzang vuelve a tomar ese tono autoritario. —¿Te atreves a ir en contra de las órdenes de tu maestro de nuevo?
—Te necesitamos para cumplir la misión. —el demonio cerdo habla con un tono de burla. —No te puedes ir. Incluso si quisieras.
—No. No pueden decidir por mi. —El falso sisea, pero hay un pequeño y casi imperceptible todo de súplica que se oculta bajo la ira. —Es momento de que me dejen marchar.
Los peregrinos lucen molestos ahora mientras miran al impostor.
—¿Qué? ¿Tanto te molestó lo de hace unas horas? —el cerdo ríe.
—Sabes bien lo que puedes y no puedes hacer. —el humano suena severo.
Su copia ya no se ocupa de mantener una mirada tranquila, sus ojos parecen los de un gato molesto y su boca se encuentra medio abierta, mostrando los dientes. —Nadie me da órdenes.
Wukong está inmóvil en su lugar, confundido con lo que está oyendo y viendo. ¿Este tipo quería romper la confianza del grupo? ¿Por qué? ¿Cuáles eran sus intenciones?
Zhu Bajie hace sonar su lengua como un chasquido. —Pensé que la terquedad ya se te había ido.
La mirada furiosa se dirige directamente al demonio cocinero ahora.
Tang Sanzang vuelve a golpear su khakkhara contra el suelo, el sonido similar a cascabeles demostrando que está perdiendo la paciencia. —Sun Wukong, siéntate junto a nosotros a comer y termina con esto.
Al Doppelgänger no le gustó eso. —No seguiré este juego estúpido. No somos compañeros. Tienen que dejarme ir.
—No me hagas castigarte de nuevo. —el rostro del monje se está deformando en molestia.
La cara del desconocido está cubierta de ira. —No te atrevas.
Wukong ya puede sentir su diadema temblando ante la magia de su maestro. —Es mi última advertencia. —Un círculo mágico dorado aparece frente al hombre, que está a punto de activar el hechizo de sometimiento.
Wukong corre hacia adelante al mismo momento que el cambia formas salta sobre el humano, sus garras enterrándose en su piel y, entonces, el hechizo se activa, tres gritos diferentes elevándose en el aire a la vez.
—¡Detente! —él falso exige, enterrando más fuerte sus garras contra el hombro del monje, quien no entiende que está pasando y está aplicando aún más magia para someter a Sun Wukong.
El demonio cerdo mira con ojos enormes y asustados al verdadero Wukong gritando en el suelo, el artefacto mágico de su cabeza brillando como nunca antes lo había hecho, y haciéndole temblar.
Cuando logra volver en sí mismo al oír a su otro compañero siseando de dolor, Zhu Bajie habla. —¡Ese no es el verdadero, es un impostor!
El desconocido saca las garras de la carne humana, esparciendo sangre por el suelo a su alrededor; Tang Sanzang oye las palabras, con el rabillo de sus ojos localizando a su verdadero compañero de viaje tirado en el suelo, aún aullando de dolor. El monje detiene el hechizo.
El cerdo salta sobre sus pies, levantándose y tomando su propia arma de manera defensiva, mirando fijamente al demonio frente a él.
Wukong respira ruidosamente para luego toser, saliva mezclada con un poco de vómito escapando de su boca, el palpitar de su cabeza aún demasiado fuerte como para que algo a su alrededor tenga sentido.
—¿Qué, ahora vas a luchar conmigo? —el desconocido dice mientras mira al cerdo, su mirada mucho más tosca de lo que se ha visto ese rostro antes. —Soy más poderoso que ustedes dos. No pueden vencerme. —él dice, pero aún así se está echando hacia atrás, caminando sin darles la espalda, yendo más lejos del humano al que atacó. Agita su mano en el aire, sacando la sangre de entre sus dedos, y su cola se agita de un lado a otro. Se ve inseguro.
—¿Qué es lo que quieres, demonio? —él cerdo dice, escupiendo las palabras.
Tang Sanzang está retrocediendo lentamente, alejándose de la criatura, sin quitarle la mirada de encima, mientras piensa en cuál de sus hechizos usará.
—Quiero que se vayan. —él sisea.
Wukong se limpia la boca con sus mangas, su visión comenzando a volver pese a las sombras oscuras que se balanceaban por el rabillo de sus ojos. —¿Sabes? —intenta usar su tono humorístico usual, pero es imposible ocultar su malestar incluso en sus palabras. —Tal vez ellos dos no sean rivales para ti, pero yo lo soy. —él se levanta, todavía aturdido, pero se mantiene firme y mira con odio a los ojos de quién luce igual a él. —Y quién debe irse eres tú.
Los otros dos peregrinos sonríen al oír eso, sabiendo que Wukong vuelve a estar de su lado. Y entonces, la luz brilla con fuerza desde debajo del doppelgänger y una explosión de magia salta directamente sobre él, la tierra volando en el aire y la fogata destrozándose y tirando troncos ardientes que se dispersan por los alrededores, cayendo algunos cerca de la maleza. Él demonio cubre su rostro y salta intentando alejarse, solo para chocar contra uno de los árboles del bosque, quedando aturdido.
Wukong sonríe ante el rápido actuar de su maestro y luego se propulsa hacia adelante, su puño dirigiéndose directamente a la criatura, que abre los ojos justo a tiempo para verle y moverse a un lado, esquivándole. El árbol es perforado por el puño.
El mono de magia dorada saca su brazo del agujero que hizo y mira a su enemigo con una sonrisa engreída. —Eso fue suerte. La próxima vez no fallaré. —Y con eso, salta hacia él, lanzando sus puños de nuevo en su dirección, pero el contrario no está atacando de vuelta, sino solo huyendo.
Tang Sanzang y Zhu Bajie se mantienen detrás de ellos, siguiendo la pelea unilateral desde la distancia, ignorando cómo el fuego se está extendiendo por el bosque.
Una patada le da al estómago al falso, que cae al suelo y rueda justo a tiempo para evitar los pisotones de Wukong. —¡No quiero luchar contra ti!
—¡Debiste pensar eso antes de atacar a mi maestro! —No logra golpearle por poco, cuando el desconocido se encuentra saltando sobre sus pies y alejándose de nuevo. —¡Ahora quédate quieto para que pueda darte una paliza!
Sus puñetazos son detenidos por los brazos del contrario, sus patadas son esquivadas y es empujado lejos por la cola de su reflejo. Wukong muestra sus dientes con molestia, cada vez más furioso de que sus ataques sean evitados.
El falso sigue retrocediendo cada vez más, así que el original usa eso a su favor para acorralarle, llevándole a donde hay más árboles para que así tenga menos espacio para sus maniobras.
El demonio con su aspecto cada vez tiene menos margen de acción; los golpes comienzan a llegar a sus piernas y estómago, así que termina cediendo a devolver los ataques, una de sus patadas yendo directamente a la cara de su agresor, pero Wukong agarra su pierna y la retuerce, tirándole al suelo.
Él le agarra con fuerza, colocando sus dos brazos y martillando con una de sus rodillas sobre la pierna derecha del desconocido, golpeando, empujando y tirando en ángulos antinaturales, con toda la intención de fracturarle, pero algo tira de la única pierna del sabio que aún está en suelo, haciéndole desestabilizarse y perder el control sobre el doppelgänger, que escapa, corriendo a gatas mientras Wukong intenta ver qué fue lo que le agarró, las sombras agitándose casi con vida bajo suyo, como si se burlaran de él.
Echando su aliento por entre sus dientes y su rostro coloreado de rojo con ira; Wukong se tira hacia adelante una vez más para atacar a su enemigo, sin ninguna idea de cuál fue el truco que usó, su mente demasiado nublada como para pensar en ello a fondo.
Él hace aparecer su bastón mientras se eleva en el aire y luego cae directamente sobre su copia, pero esta utiliza un bastón negro que es idéntico al suyo en el resto de su aspecto, las dos armas chocando entre sí.
La velocidad con la que el inmortal cayó sobre el contrario se tradujo en que le empujase por la superficie con gran fuerza, Wukong aún encima suyo mientras el otro intenta contener su ataque, el césped dispersándose y volando, la tierra abriéndose en donde se dibujan líneas como surcos frescos que cada vez son más profundos, el movimiento acabando solo cuando la espalda de la copia choca contra un árbol, el cual se mueve bruscamente y varias de sus raíces son arrancadas de cuajo del suelo.
—¡Te voy a enseñar a nunca más meterte conmigo! —el inmortal exclama, apoyando sus pies sobre el estómago demonio y usándole para impulsarse hacia atrás.
La saliva sale de la boca del ser tras el golpe que le sacó el aire de sus pulmones. Sus ojos se enfocan lentamente, escaneando a sus alrededores, sus extremidades agitándose para intentar liberarse del suelo que le ha tragado parcialmente.
Wukong sonríe. Debería ser fácil acabar con esta imitación de pacotilla ahora, mientras está aturdida y atrapado. Con sus manos firmes en su bastón, él se prepara para el último ataque, la seguridad de que va a ganar haciéndole sentir ligero mientras carga hacia él.
Pero cuando su arma está a solo un centímetro de tocarle, la iluminación cambia, la oscuridad cubriendo a quien está frente suyo, su forma fundiéndose con el árbol tras de él en lo que parece un agujero negro. El golpe le da al árbol, desenterrándolo completamente y haciéndolo volar por varios metros hasta caer a la distancia.
El sonido de una tos hace que el mono de magia dorada gire su cabeza rápidamente. Su enemigo está allí, apoyado en sus cuatro extremidades, mientras escupe sangre en el suelo. Ambos se miran por un segundo antes de que el original vuelva a correr hacia él.
La copia parece aterrorizada antes de transformarse en un gorrión y salir volando hacia el cielo. El sabio piensa en lo tonto que es escoger convertirse en un ave tan débil y guarda su bastón antes de tomar la forma de un águila, convencido de que así le cazará fácilmente.
Su velocidad es superior y pronto le alcanza, sus garras estirándose y arrancando plumas del más pequeño, pero este cierra sus alas y se lanza en picada de vuelta al bosque. Wukong le sigue, pero queda atrapado entre las ramas de los árboles.
Su copia vuela fácilmente entre los obstáculos que el terreno tiene para él gracias a su tamaño inferior y el inmortal se siente cada vez más frustrado, cambiando su forma de nuevo, convirtiéndose en un chita que arranca con la boca y garras las ramas que le mantuvieron preso, cayendo al suelo, aterrizando en sus cuatro patas y comenzando a correr sin perder de vista a su presa.
Se convierte de nuevo en un águila cuando están en una zona con menos árboles y vuelve a volar hacia él; esta vez, cuando le alcanza, sus patas le rodean y le aprietan con fuerza, un chirrido saliendo del gorrión ante el dolor.
El desconocido se transforma de nuevo, optando por ser una tortuga ahora y ocultándose inmediatamente dentro de su caparazón. La superficie más grande y resbaladiza de su nueva forma hace que las patas de águila pierdan su agarre en él, escapándosele.
La copia cae al suelo, su forma chocando, rebotando y girando en la superficie.
El original vuelve a su propia forma mientras aún está en el aire, la velocidad de su caída acelerándose, yendo como una flecha hasta la forma animal, aterrizando justo encima de su plastrón con la punta de sus pies, la presión resultante puesta en la zona siendo tan fuerte como para generar un fuerte y satisfactorio "crack" y que pedazos del caparazón salgan disparados en todas direcciones.
Wukong se siente orgulloso de estar rompiendo el cuerpo de su adversario, la adrenalina haciéndole sentir fuerte y poderoso.
—¡Ríndete ahora, antes de que te convierta en sopa! —él dice, apretando más fuerte contra la pequeña forma bajo suyo, acomodándose para que uno de sus pies esté ahora sobre tierra y el otro sobre él. Puede ver sangre desde el agujero de su pecho, coloreando el tono pálido y metiéndose en las líneas del caparazón.
—Por favor, detente. —dice, la voz a punto de llorar, el sonido reverberando desde el interior de su escondite con un tono doloroso.
Wukong se ríe. ¿Cuántos le han pedido piedad solo para luego atacarle de vuelta si es que llegaba a ser tan idiota como para creerles? —¡Tú no te detuviste cuando mi maestro te lo pidió! —él dice, sacando su pie de encima suyo y agachándose para tomar el caparazón en sus manos, pero entonces su enemigo se transforma una vez más y Wukong inmediatamente saca su bastón para apuntar a su rostro, antes de siquiera mirarle. —¿Por qué debería perdonarte?
—Solo quiero que vuelvas a casa. —El tono es suave y húmedo; esta llorando. Y Wukong conoce esa voz. Él mira a quien está bajo suyo, reteniéndole nuevamente con uno de sus pies en el lugar, su calzado manchándose con la sustancia carmesí. Está recostado sobre su espalda, sus seis orejas ocultas con glamour para verse como solo un par y la sangre salpicando desde su esternón a su cuello y estómago. El mono mayor inmediatamente recuerda la última vez que vio a esta persona.
—Macaque. —El nombre es dicho como si fuera un insulto, su expresión todavía con una enorme ira.
La última vez que vio a Macaque este le abandonó a su suerte para que se pudriera debajo de la montaña donde le sellaron y ahora él estaba aquí, atacando a quién le liberó de ese lugar. No había una manera más clara de anunciar tu traición.
Y el mono anaranjado está profundamente molesto con esto. No puede dejar que se haga pasar por él y arruine todo por lo que ha trabajado, no puede dejar que vuelva a entrometerse y dañar a su amo.
Su maestro, que le liberó, porque ahora puede caminar y moverse nuevo, comer y usar su magia, incluso si la diadema se siente apretada contra su craneo.
—Wukong. —Él suena aliviado, como si estuviera feliz de haber sido reconocido.
—¡Sun Wukong! —su maestro llama desde la distancia, demasiado lejos todavía y apenas capaz de discernirles entre el follaje de los alrededores.
Su cabeza aún palpita, su garganta aún se siente desagradable y él tiene en su poder al culpable de años de sufrimiento. Porque Macaque es el culpable. Lo ha sido todo este tiempo. El demonio no hizo nada para sacarle de su encarcelamiento, optando en su lugar por ir a verle para restregarle en su cara que aún era libre, antes de desaparecer y no volver nunca más.
—Te dije que no quería volver a verte. —Wukong recuerda la discusión y sus demandas. Él le dijo al guerrero que quería ser libre y todo lo que consiguió en retorno fue que le dieran la espalda, Macaque quejándose de cosas que supuestamente había hecho mal y yéndose, dejando un durazno roto en el suelo que él podría ver y oler, pudriéndose, los insectos revoloteando a su alrededor.
La pequeña sonrisa en el rostro de Macaque se va, siendo remplazada por una expresión de horror, los bordes de su boca alargándose hacia los lados y sus ojos abriéndose más. Pareciera que las palabras le hubieran lastimado más que el destrozo hecho en su cuerpo por la batalla.
Y el mono anaranjado piensa que es así como debe ser. Debe sufrir, de la misma manera en la que él lo hizo durante todos esos años de confinamiento. Debe tener al menos una pizca de su dolor.
Wukong levanta su bastón de manera amenazante, sus dos manos en este, mientras su mirada fulminante está sobre su anterior compañero. Él va a demostrarle que es alguien a quien debe de temer y que la amistad que tuvieron ha terminado, los recuerdos dulces sepultados en odio e ira. No hay nada que recuperar, el corazón está roto, la traición fue hecha.
Macaque, pese al terror en su rostro, no se mueve: él no le ve capaz de matarle.
Y al mayor le molesta el hecho de que sabe que eso es verdad: no puede.
Por eso Wukong tiene que asustarle lo suficientemente como para no tener que volver a verlo nunca más, así que su advertencia debe ser fuerte y clara. Porque de otra manera, volverán a pelear y él no quiere tener que pasar por esto de nuevo. No quiere volver a recordar el dolor de haber sido dejado de lado por quien creyó su mejor amigo.La amenaza debe ser suficiente. Debe parecer que realmente estuvo a punto de acabar con él. Debe dejar en claro que no deben volver a cruzarse nunca más.
Hay un susurro en su cabeza que viaja con la horrible idea de que ha estado luchando contra su mejor amigo y ha roto partes de su cuerpo. Una voz más fuerte y rabiosa grita que nunca fueron amigos. En su mente llega a la resolución de que nada de eso importa, porque Macaque es fuerte y sus heridas serán tratadas en Flower Fruit Mountain, así que estará bien.
Y él volverá a su isla. Cuando todo esto termine, cuando haya cumplido con su misión junto a los peregrinos, podrá volver a casa. Por eso no puede distraerse con peleas pasadas, porque debe terminar con esto lo antes posible. Macaque no debe seguir distrayéndole en su viaje.Podrá preocuparse por su enemigo de nuevo más tarde. Podrá averiguar si está bien más tarde. Él sabe que lo estará. Él no debería preocuparse.
Él usa toda su fuerza, bajando el bastón con velocidad; una sonrisa macabra en su cara para adornar el recuerdo, porque tiene que hacer llegar el mensaje de que debe alejarse.
Pero es solo una actuación. Wukong está apuntando al suelo, hacia la tierra, al lado de la oreja de Macaque. Lejos de su cara, lejos de su carne, lejos de sus cabellos. No quiere ni siquiera pasar a rozar su piel, porque incluso ahora, con la ira hirviendo y quemando su sangre, hay un punto débil en su pecho que está asustado de que las heridas que ya hizo sean demasiado grandes.
Pero entonces la diadema se aprieta.
Cree oír el khakkhara a la distancia.
—¡Sun Wukong, detente! —su maestro lo pide, pero es muy tarde.
El mundo se agita, sus manos tiemblan, la acción no se detiene, solo se redirecciona.
No le da al suelo, su movimiento yendo mucho más a la derecha de lo que debía.
Hay un horrible sonido húmedo y carnoso.El líquido salta hasta su rostro.
El mundo se oscurece.
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Overshadowed
FanficTras un incidente, MK y Macaque terminan intercambiando sus respectivos cuerpos y magias. El equipo está buscando como solucionar esto, casi no avanzando hacia una manera de lograrlo. El tiempo pasa y MK comienza a notar como a su alrededor pequeñas...