RAFE CAMERON

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"No entiendo por qué no pude haber conducido", se queja Rafe, mirándote con el ceño fruncido y juguetón

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"No entiendo por qué no pude haber conducido", se queja Rafe, mirándote con el ceño fruncido y juguetón. Te ríes entre dientes y le acaricias la espalda con la mano mientras los dos, junto con Mabel y Sarah, se dirigen al coche de Sarah.

"Tu hermana realmente quería hacerlo", le recuerdas con dulzura, lo que te hace resoplar resignado cuando él abre la puerta del auto. Con el máximo cuidado, Rafe levanta a Mabel y la coloca en su asiento, con movimientos tiernos y deliberados. Te deslizas hacia el asiento del pasajero y miras con cariño a Rafe mientras él se acomoda en el asiento trasero junto a Mabel.

—Sarah, será mejor que conduzcas con cuidado —empieza Rafe, su tono es una mezcla de preocupación fraternal y padre protector. Mientras se pone el cinturón de seguridad, Sarah pone los ojos en blanco y sale marcha atrás del camino de entrada con la facilidad que da la práctica. —Rafe, soy una conductora perfectamente buena, muchas gracias —replica, su confianza es evidente y no puedes evitar reprimir una risa.

Después de un relajado almuerzo en la cafetería, Mabel estaba visiblemente agotada, sus pequeños ojos parpadeaban mientras Rafe la llevaba de vuelta al auto. Ella se derritió en sus brazos, con la cabeza apoyada en su hombro, y él la colocó con cuidado en su asiento del auto, sus pequeñas manos aferrándose a él incluso mientras se quedaba dormida. El viaje a casa tomó casi el doble de tiempo debido al denso tráfico, el auto avanzaba lentamente por las calles de Kildare.

Mientras Mabel dormía profundamente, Rafe le acarició suavemente la mejilla, con una mirada suave mientras admiraba los rasgos que reflejaban tanto los tuyos como los suyos. Su mano se posó junto a su rostro en el asiento del auto e instintivamente, Mabel se acurrucó junto a ella, con un suspiro de paz escapando de sus labios. Desde el asiento del pasajero, miraste por el espejo retrovisor, con el corazón hinchado por la vista y una suave sonrisa en tus labios.

—Cariño, mira —murmuró Rafe, llamando tu atención. Levantó con cuidado la mano del rostro de Mabel y, casi al instante, su expresión pacífica vaciló. Se le escapó un pequeño gemido antes de convertirse en un llanto completo, sus pequeñas manos extendiéndose en busca del calor que había perdido.

—Aww —susurraste, conmovida por la vista mientras Rafe rápidamente colocaba su mano de nuevo donde estaba. Mabel se calmó de inmediato, acurrucándose contra su mano una vez más, un suspiro de satisfacción reemplazó sus gritos. —Es demasiado linda —intervino Sarah desde el asiento del conductor, haciendo pucheros con sus labios en un afecto exagerado. No pudiste resistirte a tomar una foto rápida, capturando el dulce momento.

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