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Si bien Rafe era un hombre que trabajaba duro y le gustaba disfrutar de una buena comida después de un largo día, también se aseguraba de que estuvieras bien cuidada. Te preparaba un baño, te echaba tus burbujas perfumadas favoritas y te dejaba relajarte todo el tiempo que necesitaras. Apreciaba todo lo que hacías por él y por los niños y estaba muy enamorado de ti. Una vez que salías, te masajeaba el cuerpo desnudo, diciéndote lo hermosa que eras hasta que se empujaba dentro de ti.
-Joder... ¿lo sientes, nena? Es todo tuyo -dijo Rafe con voz áspera, empujando sus tonificadas caderas contra las tuyas. Te tenía en posición de misionero profundo, follándote exactamente como te gustaba. Estabas hecha un desastre, intentando hacer lo posible por no hacer ruido, ya que no era una noche libre de niños. Él lo hizo casi imposible con su enorme polla y sus embestidas demenciales-. R... Rafe, te sientes tan bien... Gritaste, solo para que una mano grande saliera y te envolviera el cuello.
No disminuyó la velocidad, pero se aseguró de que te mantuvieras en silencio. Tus ojos se volteaban hacia atrás de placer, los hermosos dedos de los pies se curvaban alrededor de su musculoso cuerpo mientras embestía tu coño empapado. Tu impresionante anillo de diamantes y tu banda brillaban en la tenue luz del dormitorio, arañando sus abdominales mientras continuaba acercándote al orgasmo. "Shhh, mejor cállate... sí, ni un maldito sonido, cariño", dijo, apretando tu cuello un poco más fuerte.
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