JUNGKOOK
Jungkook amaba jodidamente el mundo moderno. La libertad con la que ahora los humanos eran capaces de vivir, amar y follar a quien quisieran y como quisieran.
No era perfecto, obviamente. Los prejuicios todavía existían, y la gente todavía sufría por sus propios deseos en toda una multitud de formas injustas, pero estaba muy lejos de las eras tensas del pasado. Jungkook había odiado particularmente los años cincuenta. Fue una década malditamente terrible, en su humilde opinión.
Observó los cuerpos que giraban a través de las luces intermitentes del club. Estaba observando a una pareja más que a las otras, una pareja de hombres particularmente atractivos que se molían el uno contra el otro. Se deleitaba con la lujuria flagrante que irradiaba de ellos.
Jungkook no los deseaba, en realidad no. No quería llevarlos a casa y jugar con ellos en tándem como podría haberlo hecho en el pasado. Sin embargo, le gustaba mirarlos. Apartó los ojos y buscó entre la multitud a aquel que sí deseaba.
Justo ahí.
Jin se abría paso entre los cuerpos palpitantes en la pista de baile, con una cerveza en una mano y un cóctel en la otra. Jungkook bebió de esa visión tan deliciosa. Había dejado que Jungkook lo vistiera. El humano se había quejado, por supuesto, pero al final, había accedido maravillosamente. Y Jungkook había mostrado moderación, ciertamente.
Lo había mantenido simple: vistió a Jin con un par de jeans negros ajustados y una camiseta negra aún más ajustada, poniendo la piel dorada y músculos dignos de ser lamidos en una exhibición deliciosa. El negro resaltaba los rizos oscuros del humano, en los que había dejado que Jungkook pusiera un poco de gel, alejándolos de su rostro. La polla de Jungkook se contrajo mientras admiraba su trabajo como sastre. Jin lucía como sexo ambulante.
Igual que Jungkook, obviamente. Había decidido participar en el drama de la noche —la noche en la que Jin iba a dejar que Jungkook lo mordiera—, y estaba vistiendo unos pantalones de cuero ajustados con una camisa de mangas largas transparente en tono azul cielo. Una pizca de delineador negro realzaba sus ojos azul pálido, haciéndolos brillar prácticamente.
Jin había tragado saliva al verlo, y Jungkook había estado tentado olvidarse acerca de salir esa noche. Para quedarse en casa alimentándose después de darse un festín con el cuerpo de Jin... de otras formas.
Alimentarse de Jin. Que concepto tan jodido. Jungkook se había quedado atónito ante la oferta, de verdad. La noche anterior había sido un torbellino en más de un sentido. Primero habían sido los inesperados celos de Jin, haciendo que Jungkook pensara que estaban dando un paso atrás... que otra vez Jin estaba molesto al imaginar a Jungkook (un monstruo) bebiendo la sangre de alguien a quién conocía. Había sentido cosquillas cuando se dio cuenta que solo eran celos porque Jin había pensado que Jungkook había follado con Monroe.
Como si él alguna vez tuviera tan mal gusto. Pero el hecho de que Jin quisiera a Jungkook lo suficiente como para desear que renunciara no solo a acostarse con otras personas sino también a beber la sangre de alguien más, era un sentimiento embriagador. Era francamente ridículo que Jungkook hubiera tenido la moderación de darle a Jin un día para pensarlo. Su vampiro interior había estado furioso, no acostumbrado a que le negaran algo que deseaba tanto.
Pero, al ver a su apuesto humano moverse entre la multitud, Jungkook estaba empezando a pensar que las cosas buenas les sucedían a quienes eran pacientes. Jin finalmente llegó a la pequeña mesa que compartían, dejó las dos bebidas antes de deslizarse en la cabina junto a Jungkook, ambos mirando hacia la multitud. Hizo un gesto con la cabeza hacia la pareja que Jungkook había estado observando y quienes ahora se estaban besando ferozmente, prácticamente follando en seco en medio de la pista de baile.
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SU ALTEZA *JINKOOK*
RandomSegundo libro de la serie vampiros, la historia de Jimin y Yoongi de la adaptación My lovely Boy