Capitulo 17

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JUNGKOOK

Jungkook se detuvo a mitad de una puntada de su tejido con el ganchillo aún en mano, y escuchó atentamente. Ferdy era normalmente un perro tranquilo. Jungkook casi nunca había oído ladrar al cachorro, aparte de una vez que Ferdy había visto una ardilla en una de sus carreras por el bosque.

Pero ahora el animal estaba ladrando como una tormenta.

—¡Ferdy! —Jungkook gritó, proyectando su voz para que atravesara la puerta del dormitorio—. ¡Silencio!

Los ladridos frenéticos continuaron. Jungkook suspiró, estirando el cuello para mirar su teléfono en la mesita de noche. Eran cerca de las siete de la mañana. Jin ya debía estar en casa. Pero Ferdy no ladraba alarmado cada vez que Jin regresaba del trabajo. Algo más estaba pasando.

Jungkook se bajó de la cama y se colocó una camisa sobre su pecho desnudo. Había estado holgazaneando, maldita sea.

—¡Calla, cachorro! —Gritó una vez más. Tuvo efecto cero.

Jungkook bajó las escaleras y llegó a la puerta principal en un instante, guiando a la sala de estar a un Ferdy que ladraba y encerrándolo, por si acaso. Abrió la puerta, listo para reírse de su propia paranoia una vez que viera que era solo una criatura del bosque o un gato callejero lo que estaba enloqueciendo al tonto perro.

Lo que vio Jungkook, en cambio, le heló la sangre.

Hendrick estaba de pie allí, con un Jin magullado y sangrante, sostenido frente a él.

Literalmente sostenido.

Jin colgaba a unos centímetros del suelo, Hendrick lo mantenía en el aire con una mano en la nuca. El vampiro de Jungkook salió y tomó el control

en un instante, sus ojos se concentraron en cada detalle. Ahí estaba Jay, su forma encogida tirada a un lado del porche. Tenía el cuello roto, probablemente. Era una de las formas más rápidas de incapacitar a uno de los suyos por un corto período de tiempo, especialmente si se podía tomar por sorpresa.

Jin estaba... no ileso pero vivo. Había sangre, sí, pero la mayor parte parecía provenir de su nariz. Estaba rota, tal vez.

Jungkook escaneó rápidamente a su humano. Sin marcas de mordeduras obvias, sin arterias cortadas. Pero su pierna derecha estaba torcida en un ángulo extraño, y sus ojos estaban abiertos a media asta, tenía los ojos vidriosos lo que sugería su alto nivel de dolor. Jungkook luchó por mantener la calma. Odiaba ver a Jin luciendo tan indefenso. Lo odiaba con una pasión que le hacía hervir la sangre.

Su humano era fuerte. Era valiente, sin importar que sus inseguridades le dijeran lo contrario. Hendrick no tenía derecho ni siquiera a mirar en dirección a Jin, y mucho menos dañar un solo pelo en su cabeza. El vampiro dentro de Jungkook quería desgarrar, quería mutilar, quería arrancarle la cabeza a Hendrick por lastimar a su pareja.

Pero no podía. No todavía. Jin estaba vivo. Estaba más o menos completo. Pero aún no estaba fuera de peligro. El propio Hendrick apenas parecía perturbado. No había sorpresa allí. Un humano no sería suficiente para frenarlo, no con Jay fuera del camino. Y a juzgar por su posición, Jay no había sido capaz de dar mucha pelea antes de caer.

Jungkook centró su atención en el enemigo. El ancho rostro de Hendrick tenía una sonrisa, pero sus ojos oscuros estaban inexpresivos. Fríos. Los ojos de una serpiente. Estaba vestido fuera de lugar: en franela y mezclilla. Claramente en un esfuerzo por mezclarse. Eso no debería haber sido suficiente. Jungkook tuvo haber podido rastrear su olor, si Hendrick había permanecido en la ciudad. Debería haber sido capaz de encontrarlo antes.

—Mil disculpas —Dijo Hendrick, sin sonar arrepentido en absoluto—. Golpeé un poco a tu amigo, no parezco agradarle mucho —Le dio a Jin una

pequeña sacudida en énfasis, su cuerpo balanceándose en el agarre de Hendrick.

SU ALTEZA *JINKOOK*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora