Capítulo 8

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MARÍA
- Si eres una buena chica, te recompensaré. - dijo sonriendo con picardía.
- Si no lo haces, serás castigada. - Esas palabras me hacen temblar de placer.

Me hizo arrodillarme en medio de su habitación. Caminó frente a mí.
- Quítame los pantalones, mascota. -
Desabroché sus pantalones, deslizándolos por sus piernas. - Dio una patada a los pantalones a un lado.

Se alejó. No podía ver hacia dónde iba, pero podía escuchar cada uno de sus movimientos.

Una música suave y muy erótica comenzó a sonar en los altavoces, creando el ambiente.
Se acercó a mí lentamente.
El primer golpe del látigo en mi espalda envió electricidad por todo mi cuerpo.
El segundo golpe fue en mi pecho. Mis pezones se erizaron al instante.

- ¿Te gusta eso, mascota? - Las correas del látigo acariciaban mi piel.
- Sí, amo. - Me golpeó de nuevo. Podía sentir lo mojada que me estaba poniendo toda esta situación.

Se paró detrás de mí y me agarró todo el pelo con las manos, y tiró lo suficiente para hacerme gemir.

Me ordenó que me levantara, todavía sosteniendo mi pelo en su puño.
Se paró detrás de mí. Era notablemente más alto que yo.
Se inclinó sobre mi hombro y me besó el cuello.
- Vete a la cama, mascota. Ya sabes cómo.
- Me besó el hombro, y fui a acostarme en su enorme cama negra de cuatro postes.

VLAD

Esperé hasta que María estuvo perfectamente posicionada.
Observé cada detalle de su cuerpo.
Sus grandes tetas rogaban por mi boca.

Caminé hacia el tocador y tomé un juego de cuatro cuerdas negras.
Me acerqué a ella lentamente.
Tomé su muñeca derecha y la besé, bajando por su brazo hasta su hombro.
Le mostré las cuerdas, y ella me sonrió.

Primero le até las muñecas. Tomándome mi tiempo. Le separé las piernas, abriéndola bien para mí.
- Tan. Jodidamente. Perfecta. - Me puse de pie frente a la cama, admirando su piel dorada sobre mis sábanas negras. Una Diosa esperando ser devorada.

- Dime tu palabra de seguridad otra vez, mascota. -
- Roja - dijo sin aliento.
Subí el volumen de la música y tomé las vendas de los ojos, y las arrastré por sus piernas, por su vientre, hasta sus labios.
- ¿Lista? - Le pregunté, ella asintió.
Me incliné sobre su cuerpo y coloqué las vendas sobre sus ojos.
- Eres tan jodidamente hermosa, María. - Dije. - Te voy a follar tan bien, que vas a olvidar que alguna vez perteneciste a alguien más. -

Amarrada (Tied up)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora