—Otra. Odio esto, ¿Qué no tienen nada más que hacer?
Hice bola la nota y la tire por el corredor. Estos últimos días decenas de notas me habían llegado, cómo Harry y yo volvimos a aparecer juntos, ahora los periódicos no trataban de Hermione y Harry, trataban de Harry y yo.
—Odio a Rita, esa tonta.—exclamo Hermione con enojo.—Por su culpa ahora te molestan.
—Deberiamos hayar la forma de poder quitarla del periódico... Cómo sea, ¿Hiciste la tarea de Snape?—le pregunté una vez entramos por las puertas del gran comedor. Ella ladeo su cabeza.
—Eso intenté, la verdad es que no logré mucho, ¿Y tú?
—Estoy igual, Snape se esmera en hacer sus tareas más difíciles para Gryffindor.—ambas nos sentamos frente a los chicos que desayunaban.
—¿Pueden dejar de comer y dejar de apoyar a la esclavitud? —Harry y Ron levantaron la vista de sus platos con sus bocas llenas, Hermione y yo hicimos una mueca.
—No de a qué eclavitug te refiegas rmione.
—Ron.—alargue su nombre.—Deja de hablar con la boca llena.—le dije asqueada. Él alzó sus hombros y siguió comiendo, al igual que Harry.
—¿Pidieron correo?—Harry levantó la vista hacia una lechuza que se acercaba a la mesa.
—Yo no.—hablamos Ron, Hermione y yo al mismo tiempo.
Una lechuza gris que desconocía bajo hasta mi lugar.—Pero no trae ninguna carta.—dijo Hermione confundida.
La lechuza gris se posó delante de mi plato, al segundo, cuatro lechuzas más también lo hicieron.
—¿Quién te manda tantas notas?—preguntó Harry, agarrando mi copa antes de que la tiraran las lechuzas que se empujaban unas a otras intentando acercarse a mí, para entregar las notas primero. No eran cartas, eran simples pedazos de pergaminos doblados.
—¿Qué demonios...? —exclame confundida, tomé la nota de una lechuza gris, la abrí y comencé a leerla—¡Lo veía venir!—dije enojada, arrugando el papel.
