A la mañana siguiente, Camille despertó a las seis, se cambió la pijama por su ropa diaria, unos pantalones y una camiseta. Se sentía fatal, parecía que no había dormido nada. Se miró en el espejo del baño notando grandes ojeras alrededor de sus ojos.
Hermione estaba tirada en la cama profundamente dormida. Camille salió de la habitación luego de leer una nota que estaba en el mueble al lado de su cama;
Salí con el señor Weasley al Ministerio de Magia, no te preocupes por mi. Anoche me quedé dormido, estaba esperándote pero duraste mucho tiempo hablando con Sirius...
Cualquier cosa que te haya dicho la resolveremos juntos, hablaremos cuando regrese. Descansa Camille.
Te quiere. Harry Potter.
—Camille, querida, ven y siéntate, desayuna algo.
—Buenos días, Camille—la saludó Tonks con una pequeña sonrisa. Esa mañana tenía el pelo rubio y rizado—. ¿Has dormido bien?
—Sí.
—Yo no he pe-pegado ojo —comentó ella con otro bostezo—. Ven y siéntate…
Apartó una silla, y al hacerlo derribó la de al lado.
—¿Qué te apetece? —le preguntó la señora Weasley—. ¿Avena? ¿Bollos? ¿Panqueques? ¿Huevos con tocino? ¿Tostadas?
—Panqueques, gracias.
Camille parecía con la mirada perdida y sus ojeras no pasaron desapercibidas por nadie.
Lupin miró a Camille y luego de cruzar miradas con Tonks decidió hablar.—¿Te encuentras bien Camille?
—Muy bien, gracias.—Camille sin querer, se había escuchado bastante sarcástica.
La señora Weasley le puso delante un par de panqueques con mermelada; Camille comenzó a comer, pero era como si masticara un trozo de alfombra. —Harry y Arthur salieron hace una hora, volverán al atardecer, debían ir a... a la audiencia de Harry.—comento la señora Weasley sentandose a su lado.
—¿Ya te dijo todo cierto?
—¡Remus!—regaño la señora Weasley. Camille levantó la mirada de su plato ante la pregunta.
