Pensé que las palabras de Camille me ayudarían a calmarme. Pero no fue así. Mis nervios eran muchos, demasiados, necesitaba más que solo unas palabras de buena suerte. Necesita abrazarla, besarla. Está mañana Hermione me dijo que Camille y ella estarían en las gradas apoyándome. Solo pensaba en eso mientras escuchaba a Diggory competir contra el dragón.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Potter!
Tarde en salir de la carpa, no quería hacerlo. Pensé que ésto se trataba de un sueño. Desde las gradas cientos de personas me miraban, cientos de rostros. Y allí, al otro lado del cercado, estaba el colacuerno mirándome con sus ojos amarillos. La multitud gritaba muchísimo. Busqué a Camille con la mirada, entre tanta gente no lograba encontrarla. Seguí caminando con lentitud. Hasta que la ví. Parecía no haberse dado cuenta de que la miraba. Pero me sentí más aliviado al verla aquí presente.
Tal vez si moría, ella sería tan amable como para llevarse mi cuerpo.
Deje de verla. Era el momento de hacer lo que tenía que hacer: concentrarme, entera y absolutamente. Levanté la varita.
—¡Accio Saeta de Fuego! —grité.
Aguardé, confiando y rogando con todo mi ser. Si no funcionaba, si la escoba no venía... Cientos de rostros que habían a mi alrededor flotaran de forma extraña... Y entonces la oí, atravesando el aire. La Saeta de Fuego volaba hacia mi por el borde del bosque, se detuvo en el aire, esperando que la montara. La multitud se alborotaba aún más... Bagman gritaba algo... pero mis oídos ya no funcionaban bien.Pasé una pierna por encima del palo de la escoba y dí una patada en el suelo para elevarme. Aquello era sólo otro partido de quidditch... nada más, y el colacuerno era simplemente el equipo enemigo...
