Epilogo

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Martes 08 de septiembre de 2020.

Lo que para ambos parecía un sueño imposible, terminó convirtiéndose en su realidad.

Él, quien esperaba con ansias encontrar a esa chica que llenara sus días de luz y de paz, quien fuera su compañera de vida sin condición alguna, quien lo apoyara a toda costa en los buenos y malos momentos, y que le demostrase lo mucho que lo ama día con día como si fuera la primera vez.

Ella, quien soñaba con algún día vivir un romance como el que tanto veía en las películas, aquel chico que diera todo por ella sin esperar algo a cambio, que la hiciera sentir bien con ella misma con tan solo una palabra, que lograse darle la paz que tanto anhelaba con tan solo mirarlo a los ojos, y la hiciera sentir una persona común como el resto a su alrededor.

Tras altas y bajas, lágrimas y risas, perdidas y reconciliaciones; lograron poner el amor que se tienen por sobre todas las cosas, fortaleciendo ese lazo tanto que ahora parece irrompible.

Con los nervios a flor de piel, Jimin se prepara para caminar junto a su madre al altar, quien no ha parado de lagrimear desde que vio a su hijo salir de aquella habitación donde se alisto junto a sus amigos.

— Estoy muy nervioso — dijo él mientras se sacudía con una sonrisa mostrando su dentadura casi por completo.

— ¿Por qué? — pregunta la señora Park con tranquilidad.

— ¿Y si se arrepiente? — bromea ganándose una mirada de desaprobación por parte de su madre.

— Imposible — responde frunciendo el entrecejo — no cabe duda de que serás un esposo excepcional, ambos tienen suerte de tenerse — dice enternecida mientras coloca una mano en la mejilla de su hijo, quien coloca su propia mano sobre esta con una linda sonrisa.

La marcha nupcial de "Felix Mendessohn" comienza a retumbar por el lugar dando inicio a la tan esperada ceremonia, Jimin deja escapar un suspiro nervioso con una enorme sonrisa que su madre le devuelve al instante entrelazando sus brazos entre si mientras dirigen sus miradas a la gran cortina blanca abriéndose lentamente frente a ellos.

La cortina se abre por completo dejando ver a todos los invitados que, aunque no son tantos como se creería, son todas las personas que los han apoyado para llegar a este preciso momento, sus amigos, sus familias, las familias de algunos de sus amigos, incluso el rector Min y el canciller se encuentran presentes.

Mientras caminaba por la larga alfombra blanca repleta de pétalos de rosas rojas, dirigía su mirada por todo el lugar intentando calmar sus nervios, desde el pianista tocando la bella melodía que lo acompañaba en su caminata en aquel gran piano de cola de color blanco, hasta el arco formado por rosas rojas sobre el altar donde yacía esperándolo el maestro de ceremonia con una cálida sonrisa.

Al llegar al altar y despedirse momentáneamente de su madre, soltó nuevamente un suspiro pesado mientras cerraba sus ojos al sentir como su corazón trataba de escapar de su pecho, pero al escuchar como el pianista cambia la melodía a Serendipity, aquella canción que había hecho con tanto amor para la mujer que hoy se convertiría en su esposa, abrió los ojos de golpe dirigiéndolos a la gran cortina blanca al igual que todos los invitados mientras se ponían de pie rápidamente.

La cortina se abrió por completo dejando ver a Louisse con un vestido precioso y voluminoso completamente blanco como era de esperarse, y una fina tiara sosteniendo el largo velo que decoraba su cabello.

Mientras caminaba del brazo de Edward al son de aquella preciosa melodía, Louisse dirigía su mirada repleta de ilusión por todos los invitados, especialmente en sus amigos, quienes la veían bastante emocionados, incluso Kasumi y Emily dejaban escapar una que otra lagrima de felicidad.

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