LXIX. Louisse

19 3 34
                                    

Viernes 26 de mayo.

Londres, Inglaterra.

10:39 pm.

Escucho leves golpeteos en mi puerta haciéndome apartar mi vista del dosel sobre mi cama para dirigirla a la puerta, nuevamente logro escuchar un par de golpes un poco más fuertes, me levanto recorriendo un poco la cortina del dosel mientras meto mis pies en las pantuflas con bastante pereza. Me acerco a la puerta quitando el seguro y la abro encontrándome con Nicholas del otro lado.

— ¿Qué ocurre? — susurro preocupada mientras lo dejo pasar.

— ¿Te desperté? — dice entrando mientras ata su cabello en una coleta baja.

— No, no podía dormir — digo cerrando la puerta mientras suelto un suspiro.

— Yo tampoco — dice imitando mi gesto.

— ¿Quieres quedarte aquí? — digo tranquila mientras me siento sobre la cama en posición de indio.

— ¿Estás segura? — pregunta alzando una ceja mientras me mira.

— Si — sonrió — no sería la primera vez que dormimos juntos — digo riendo mientras doy palmaditas a mi costado mirándolo rodear la cama para sentarse en la orilla de esta — además, de ahora en adelante será así — digo forzando una sonrisa mientras lo veo subir sus piernas mirándome algo triste.

— Supongo — dice cabizbajo mientras mete sus piernas bajo las cobijas.

— Perdóname por arrastrarte a eso — digo mirando mis manos.

— Oye — dice sentándose mientras cubre mis piernas con las cobijas — ya te dije que no debes de pedirme perdón por nada — dice tranquilo — yo también acepte, es decisión de los dos.

— Pero no hubieras aceptado si yo no lo hubiera hecho — digo girando a verlo.

— Obviamente — ríe — jamás podría obligarte a hacer algo que no quisieras — dice tomando mi mano.

— Pero yo te obligue a ti a hacer algo que no querías — digo soltando una risa nasal mientras veo nuestras manos.

— Yo aceptaría cualquier cosa que tú me propusieras — soba mi mano con su pulgar.

— ¿Aunque fuera algo súper loco, peligroso y mortal? — bromeo.

— Claro, no te dejaría morir sola — dice burlón dándome un empujoncito con su hombro haciéndome reír.

— ¿Sabes algo? — digo mirándolo — a pesar de la situación, me alegra que seas tú — sonrió — no me imagino pasando todas estas cosas sin ti junto a mí — se queda mirándome en silencio unos segundos para después rodear mis hombros con su brazo derecho y recostarse obligándome a recostarme también.

— ¿Quieres que finjamos el beso? — dice tomándome por sorpresa.

— ¿Qué? — pregunto girando mi cabeza un poco sobre su brazo para poder mirarlo.

— Puedo tomarte del rostro y poner mis pulgares en tus labios, así no tendremos que besarnos — dice mirando el dosel sobre nosotros.

— Nicholas — lo llamo haciendo que gire a verme — no es necesario, de verdad estoy bien — digo tranquila.

— No quiero que estés incómoda conmigo — dice algo triste.

— Jamás podría estarlo — respondo acercando mi cabeza a su hombro mientras rodeo su abdomen con mi brazo — ahora hay que intentar dormir, mañana será un largo día.

— Descansa.

Sábado 27 de mayo.

El gran día ha llegado.

SerendipityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora